Genuflexos ante el extranjero / Índice Político / @pacorodriguez

Índice Político / Francisco Rodríguez

 

El abandono sistemático de las actividades industriales y comerciales en los sectores productivos del país y el excesivo trato privilegiado a las empresas transnacionales y a las subsidiarias locales, han dibujado el presente mexicano.

Este doble rasero, llevado a cabo hasta el límite esquizoide de los excesos, acabó de configurar lo que venía siendo un trayecto constante de la actividad socioeconómica de la población desde la época de la Colonia .

Servir a los conquistadores y a sus descendientes, desde la limpieza de sus aposentos, el cuidado en sus desvalimientos, enfermedades, ancestros y hasta el trámite ante las oficinas coloniales, para hacer rendir más sus “mercedes” ha sido la constante.

‎Desde palafreneros de Maximiliano, como el abuelo de Sánchez Navarro, hasta abogados de las compañías petroleras extranjeras, como Luis Cabrera. Hoy, hasta vulgares delincuentes, condonadores de impuestos a nuestros intereses, como el desastrado Aristóteles quien sabe qué, del SAT.

O tempora, o mores, ‎Don Porfirio atrajo a los hijos de los poderosos al dinero fácil de los trámites de empresas henequeneras, eléctricas, petroleras, mineras y ferrocarrileras. Los volvió “coyotes” al servicio de sus patrones de allende nuestras fronteras.

Item mas. Dicen que los anexos secretos de los Tratados de Bucareli, por los cuales se reconoció a los gobiernos obregonistas, nos condicionaron a no incursionar en los terrenos de las industrias pesadas. Lo cierto, es que nunca hemos producido un solo bien de capital.

En el ADN de los gobiernos mexicanos, coloniales, independentistas y revolucionarios ha estado impreso el pesado estigma de la genuflexión ante el extranjero y la consabida imposición de penas inmerecidas a los promotores autóctonos.

 

Huyen al Norte y son más que exitosos

 

En las últimas décadas, doce millones de mexicanos, que fueron expulsados por ese injusto sistema de castas productivas, emigraron al Norte y se establecieron, contra todo pronóstico, como migrantes “ilegales” en los Estados Unidos.

Demostrando férrea disciplina en el trabajo, voluntad tenaz y muchos conocimientos productivos e industriales, así como hábiles estrategias defensivas contra la impertinente discriminación, se han abierto paso a brazo partido.

Con destrezas productivas que aquí nunca se les reconocieron, nuestros enormes paisanos, sacaron a flote la industria agropecuaria norteamericana y la han convertido en el único soporte de varias crisis recurrentes.

Han logrado que el sector agroindustrial e, incluso, pecuario norteamericano se eleve, muy por encima –en ganancias y en participación en el producto industrial bruto de ese vecino país– de las industrias aeroespacial, armamentista, bio-alimentaria, química, satelital y comercial, antes orgullos de demócratas y republicanos.

Así como suena. Gracias al trabajo y a los conocimientos de los migrantes mexicanos, los Estados Unidos son ahora un país autosuficiente en materia alimentaria y por tal, también, participa estratégicamente como fullero interventor  de reservas alimentarias en países que atraviesan sequías inenarrables en Asia y África.

Gracias a eso, también hay que decirlo, ejercen un infame papel de árbitros en la decisión de qué grupos poblacionales deben de sobrevivir a las hambrunas, porque son más funcionales a los intereses de la bandera de huesos y calaveras, como la llamó Mark Twain.

 

Hasta Videgaray espera los 25 mmd de las remesas

 

Acá en el rancho grande, tenemos que hacernos cruces cada fin de mes, para esperar la buena voluntad de los transterrados, nuestros paisanos, que no sólo deben subsistir capoteando las embestidas de laBorder Patrol y sus alguaciles, sino corrigen, con su talento productivo, las distorsiones estructurales de sus mercados.

No obstante, se han impuesto casi como misión humanitaria, el generoso envío de sus remesas líquidas a México, por valor de 25 mil millones de dólares al año, una cantidad equivalente a la mitad del presupuesto anual disponible que el “gobierno federal” debería invertir en distintas actividades, pero que traslada, según lo acaba de relatar la Auditoría Superior de la Federación (¡ya era tiempo!) a “cuentas no autorizadas”.

Equivalente también a la mitad del zarpazo que Videgaray le propinó a la “empresa productiva estatal” Pemex, en diciembre pasado, para poder completar su cartera, demasiado sanjuaneada por los traslados a “cuentas no autorizadas”.

Los 25 mil millones de dólares de los paisanos migrantes “ilegales” en Estados Unidos son para ayudar a la sobrevivencia de sus familias campesinas, debatiéndose en la miseria.

Pero son también para ayudar a sobrevivir al país. Para soportar la resequedad económica provocada por los funcionarios hacendarios que también andan afanosos atrás de los envíos de migrantes, para saber por dónde pueden llegarles a través del fisco.

Es un lugar común señalar que, si no fuera por los envíos de remesas, que año con año refrescan un sistema económico cansado de tanto mercenario local, y el circulante monetario proveniente de las actividades ilícitas, México no existiría más.

La actividad del trasiego y el narcotráfico y sus actividades conexas de lavado de dinero e inversiones en el sector comercial o de servicios, han logrado, aunque los funcionarios no lo reconozcan, la subsistencia del país.

Sin esas fuerzas, México sería un desierto desolado y yermo, donde no podrían sobrevivir ni los saraguatos, ni los sahuaros, en los que nos recargamos con todo y jorongo para que nos retraten los turistas.

Ante esta realidad nacional, emerge con una lógica implacable, la pregunta clave de los habitantes, ¿quiénes son los verdaderos flagelos, los narcos, que brindan empleo, aunque sea como “halcones”, “madrinas”, mensajeros, “guerrilleros”, policías y defensas comunitarias o los funcionarios públicos, que son empleados de ellos, pero nos hacen la vida insoportable y nos exprimen sin tregua ni cuartel?

 

Sorry, I don’t speak English; only Mexican

 

Por otro lado, la ” población económicamente activa” de este país se dedica, por lo general, a actividades ocupacionales, pero no productivas.

Aparte de que el sector servicios, terciario del sistema económico, atrae a la mayor cantidad de empleados en áreas que generan pocas utilidades al desarrollo del mercado interno‎ y en otras que en la práctica representan al subempleo disfrazado, aparente sólo para efectos estadísticos…

Una gruesa franja de la población “ocupada”, vive directamente del presupuesto público, ya sea disfrutando de alguna encomienda facilona o desempeñando sus talentos como gestor de las factorías privadas en el trámite de” engorrosos” asuntos, cuya simplificación administrativa representaría un despropósito en estas condiciones.

Desenredar estas madejas e intríngulis urbanos de las posibilidades de empleo es muy difícil, tanto para alguien que va a acceder por primera vez al mercado laboral, como para quien no conoce el difícil entramado de las relaciones públicas para acceder a vivir como un miembro de las castas doradas del empleo en oficinas públicas o en comercios acreditados. Sin recomendaciones válidas es imposible acceder.

Hubo momentos angustiosos que relataron sus mismas víctimas para dibujar de cuerpo completo este despropósito nacional. En tiempos de apuro, el distinguido agrónomo Edmundo Flores, egresado de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, luego representante en la FAO, al buscar un lugar en el Banco de México, fue inquirido por un burócrata de tercer talón destinado a rechazarlo, si sabía inglés, a lo que Flores contestó que buscaba chamba de analista económico agropecuario, no de secretaria bilingüe.

Así también el maestro del Colmex, Rafael Segovia, transterrado castellano, alérgico al inglés , maestro de varias generaciones de intelecuales y fruncionarios, relataba que cuando quiso acceder a la dirección del Centro de Relaciones Internacionales del Colegio y poniéndole el obstáculo para desempeñar esa función, contestó que nadie lo había educado para servir al Imperio, y que los trabajos de análisis, para los que lo necesitaba Daniel Cosío Villegas, no tenían nada que ver con el manejo de esa lengua.

 

Loamos a los corruptos… protegemos a los esbirros

 

Hay muchos estudiosos en Estados Unidos que opinan acerca de la gran ayuda de la mano de obra y del talento mexicano desplegado en las industrias rurales americanas.

Incluso, argumentan que si no hubiera sido por esa intervención, muchas veces contra el deseo de los empleadores, cargados de estigmas racistas, ese país no resolvería todavía el doble déficit financiero y fiscal que lo ahogaba en la década de los noventa y que pronosticaba una quiebra total del Imperio para los próximos cincuenta años, por lo menos‎.

‎Por eso fue tan ofensiva la “volada” demagógica del afro Obama, al querer aparentar que con una acción ejecutiva iba a solucionar de un plumazo el problema migratorio. Igual de ofensiva que la postura de los polkos Meade y Medina Mora que lo secundaron.

‎Lo único que lograron fue posponer en la agenda de ese país los justos reclamos de nuestros migrantes, así como cancelar las posibilidades de negociación que hubieran tenido, en tiempo y forma, frente a los reales mandos republicanos.

¡Y los gobernantes todavía se quejan de que el país ‎les ha perdido la confianza! Al rato no va a haber quien les dé la mano, ¡por el temor de que les mochen los anillos, los relojes y hasta los dedos!

Somos muy buenos para ponernos piedras en el camino. No conocemos ni de lejos la solidaridad. Deturpamos las actividades que en un momento mexicano como el desastroso que vivimos, pudieran ayudarnos a sobrevivir.

Loamos a los corruptos. Levantamos monumentos y cantamos loas a los inservibles. Protegemos a los esbirros. Quemamos incienso a los depredadores. Somos malinches, en el peor sentido de la expresión. Y siempre, genuflexos ante el extranjero.

 

Índice Flamígero: Experto en flotillas de vehículos –posee una enorme cantidad de taxis–, el director de la CFE, Enrique Ochoa Reza, está metido en un lío que puede desembocar en un enorme caso de corrupción por el arrendamiento de vehículos automotores a la dependencia. Son varios millones de pesos en juego.

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