“El que muere por la vida, no debe llamarse muerto” (Ayotzinapa)

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Vania Pigeonutt / diario19.com

– El último día que platiqué con él, me dijo unos secretos de ellos, de allí de la Normal. Le pregunté: ¿Cuándo vas a dejar eso de andar en las marchas? -recuerda el padre del normalista rural, Gabriel Echeverría de Jesús.

– Ya me voy a salir del Comité. Espérame, de aquí a febrero, – le prometió su hijo.

– ¡Ah!, ¡Qué bueno! ¡Me voy a alegrar porque me estás matando en vida de tanta congoja!

No murió él, sino su hijo. No le cumplió su promesa ni pudo seguir las recomendaciones que le había hecho para estar a salvo durante las marchas.

Dos días antes de que lo mataran le dijo: “si ves que están duros los pleitos, haz como que se te metió una piedra en el zapato y hazte pa atrás pa atrás. ¡Quédate atrás y corre! ¡Defiéndete así!, también con correr se gana; lo cortés no quita lo valiente. Siempre hay que ver por la vida, porque la vas a echar a perder si algo te pasa. No quiero que algo te pase, ¡jamás de los jamases!”.

Nunca habían platicado tan profundo. Hablaron de muchos temas. De Benito Juárez, de injusticias en general, de la pobreza familiar, de las ganas que “Cheve”-como le decían sus compañeros de la Normal Rural de Ayotzinapa, de donde egresó el guerrillero Genaro Vázquez Rojas- tenía de cambiar el sistema; al país.

 

Gabriel Echeverría de Jesús dejó de respirar el 12 de diciembre de 2011 cerca de mediodía. Segundos antes, su compañero Jorge Alexis Herrera Pino. Las balas cruzadas de policías federales y ministeriales, según se aprecia en los videos que hay sobre los hechos, alcanzaron los cuerpos de los normalistas que bloquearon la autopista del Sol para pedir clases y una audiencia con el gobernador del estado Ángel Aguirre.

En un video grabado por los mismos participantes de la manifestación, que difundió el periódico Reforma, se observa cómo Gabriel Echeverría de Jesús saltó del cerco de protección que formaron sus compañeros con los autobuses en los que llegaron al bloqueo, para investigar qué pasaba. Se aprecia que en la confusión por el desalojo no tenía claro si eran balas lo que oía.

— ¡Están tirando balazos! ¡Agarren piedras! ¡Así les hicieran a los narcos, hijos de su puta madre!, se escucha de una voz, pero se distingue a quién lo dice.

En otro video, de una secuencia de siete, se observa el momento de la explosión de la bomba despachadora de combustible de la gasolinería Eva II, cuyo fuego intentó sofocar un trabajador de ese lugar, Gonzalo Miguel Rivas Cámara, pero fue alcanzado por las llamas. Una tercera víctima de ese desalojo violento que desde inicio, incumplió con los protocolos internacionales para disuadir manifestaciones, y que a la fecha, aún no queda claro quién mandató. Si el gobierno federal o el del estado.

Al momento de la explosión los normalistas, acompañados de integrantes de organizaciones sociales se replegaron hacia el sur, en dirección a Acapulco. Las balas antecedieron y sucedieron la explosión.

Cuando salió de la barricada, Gabriel corría hacia los policías federales, hasta que una bala lo tiró al asfalto. Solo. Sus compañeros vieron todos sus movimientos desde el otro carril, el norte-sur.

Tirados al piso se acercan a él y lo rodearon en medio del tiroteo. Entre ellos Alexis Herrera Pino, quien porta una piedra en la mano derecha, un nuevo rafageo lo desorienta y hace que sus movimientos sean también incomprensibles: brincó el muro de contención de oriente a poniente, sus amigos corrieron rumbo al sur. Murió.

 

Gabriel Echeverría de Jesús quería ser médico cirujano, me comentan sus padres: Gabriel Echeverría Huerta y María Amadea de Jesús Tolentino. La plática ocurre a un mes de que se cumpliera un año del asesinato de su hijo. Están muy dolidos y no quieren compartir con mucha gente. Los 30 puntos contenidos en la recomendación 1 VG/2012 que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió sobre el caso el 28 de marzo de 2012, no se han cumplido.

Durante varios días, acompañada por el secretario general de Ayotzinapa, Diego Castro Mejía y otro compañero suyo del comité, fui a platicar con la familia de Gabriel a su natal Tixtla. Al principio había mucha desconfianza; después, la familia me compartió parte de la infancia y de la vida entera del normalista, que por lo menos en su Normal Rural ya es un héroe: sus compañeros aseguran que la semilla que plantó su sangre en ellos, es el aliciente para continuar en la lucha desigual contra el gobierno.

El papá de “Gabrielito, Cheve o Gabo” como a su hijo varios se referían, inicia la charla con lo que pudo haber evitado la muerte de su hijo. Cuenta que Gabriel le prometía que ya se iba a salir del comité, “ya me voy a salir, nomás que mira te voy a decir, yo estoy estudiando porque quiero ser como Benito Juárez, él vio por los pobres. Él iba para delante, quería defender a los pobres. Yo le decía: no eso está duro. Ahorita ya no es como antes, si tienes eso no se lo cuentes a nadie; te van a delatar, te van a apartar, el gobierno no quiere de esa gente”.

Aunque Cheve amó a su normal al punto de dar la vida, de manera circunstancial pero dio la vida, su proyecto era otro. En un ejercicio escolar que realizó en la preparatoria 29 “Emiliano Zapata” de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) donde se nota que sí era una persona comprometida con las causas sociales, pero veía la felicidad ayudando a pobres mediante un consultorio médico, o participando en una guerra, no como maestro rural.

En el test que hizo un 22 de enero de 2009, cuando iba en segundo año de preparatoria- tenía 17 años-; allí, pondera que quiere estudiar en una escuela militar. Después de salir haría examen en el Colegio Militar de Iguala, pero no quedó. En ese ejercicio escolar titulado: “¿Cómo hacer un proyecto de vida’” Gabriel escribe que su fortaleza son sus padres y hermanos, “ya que con ellos cuento con el apoyo necesario para realizar mis estudios. Mi debilidad es que algún día ya no estén conmigo”.

No en ese orden, pero en la hoja, Gabriel escribe que su sueño es “estar en una verdadera guerra y pilotear una nave militar; las realidades de mis sueños si se pueden cumplir porque no son demasiado difíciles como otros”. También explica que las condiciones impulsadoras de su desarrollo son, “como he vivido ya que volver a esa situación es una amarga realidad, las cosas que frenaban a mi desarrollo era dinero. Y con el tiempo ha cambiado: todo es fácil si se lo propone uno”.

Las anécdotas que me comparte la familia Echeverría de Jesús son tantas, que quizás sólo en un libro podrían contarse. Una estadística es una persona, recuerda el papá de Gabriel, porque todas las personas tienen una vida entera que los demás no conocen. Es el caso. Desde que era muy pequeño su hijo “era muy corajudito, bufaba como toro cuando se enojaba”. Disfrutaba del baño con su hermano menor Francisco, y le gustaba estar siempre muy peinado.

La familia se sostiene del comercio. María Amadea tiene una fonda en Tixtla, donde ha vivido desde hace mucho, aunque es de Zoquiapa, un poblado nahua a 40 minutos de su casa. Gabriel Echeverría Huerta trabajó para la Yoli en Acapulco; después se enfermó y ahora le ayuda a su esposa en el negocio familiar.

Martha y José Luis, hermanos mayores de Gabriel, siempre recordarán a su hermano. Para ellos siempre fue un ejemplo. Martha le puso a su último hijo Ángel Gabriel, lo tuvo al año y medio de que su hermano falleció, y para ella fue como un homenaje. José Luis dejó de beber, o por lo menos eso intenta, porque su hermano era el único que aguantó sus borracheras, cuando quedaba tirado a lo ancho de su sala.

Para la familia la muerte de Gabriel no ha sido fácil. Primero porque la gente en Tixtla, una ciudad a 20 minutos de la capital del estado, está muy desinformada, como la mayoría de la gente en el país, “ellos nos dicen que los ayotzinapos. Hemos escuchado hasta que qué bueno que los mataron porque eran bien revoltosos, y eso nos duele en el alma, porque si supieran para nosotros que representó la partida de Gaby, no andarían hablando”, cuenta Martha.

Dice que él era muy inteligente desde chiquito y sobresaliente. Su madre, quien en la mayoría de los actos públicos ha alzado la voz para exigir justicia por la muerte de su hijo, comparte que nunca le dio problemas en la escuela. “Él no sabía de bebidas, verdad, era lo que nos decía, pero yo creo que no. Siempre me decía algo con cariño, me tomaba por detrás y me alzaba, estaba más grande que yo”.

“Mami, deles de comer a estos compañeros, no tienen dinero, yo cuando trabaje se lo voy a pagar, porque esto es prestado. Pero ellos no tienen qué comer. Vienen desde lejos a las marchas y en la escuela no alcanza. Deles mami”, dice María Amadea, cuando recuerda que su hijo le llegaba a su fonda con otros cuatro compañeros, “él siempre fue, como se dice, solidario”.

Aunque a la señora se le dificulta hablar español, o por lo menos hablarlo con rapidez y expresar todo lo que quiere decir porque su idioma materno es el náhuatl. Hay una cosa que dice con contundencia: “Mi hijo era bueno, no era ni un delincuente. Él nos quería sacar de pobres por eso estudiaba. El gobierno sabe quién lo mató, pero como somos pobres no nos dice nada”.

El cantautor venezolano, Alí Primera compuso una canción que a Gabriel le gustaba mucho, como muchas de ese estilo, consideradas revolucionarias.

Decía:

Los que mueren por la vida

no pueden llamarse muertos

y a partir de este momento

es prohibido llorarlos/

ellos no serán bandera

para abrazarnos con ella

y el que no la pueda alzar

que abandone la pelea (…)

Quizás Gabriel al escucharla, nunca pensó que podría protagonizarla, pero la cantaba, como también bailaba bachata, según cuentan en varias anécdotas sus compañeros de grupo.

 

El día de los asesinatos en Ayotzinapa…

 

Cuando murió iba en segundo de la normal. Estaba muy activo en el comité, cuenta Diego Castro Mejía, secretario general de Ayotzinapa en 2012. Aseguró que si él no hubiese muerto, podría haber sido el próximo dirigente de la normal, “es una responsabilidad muy grande porque Cheve era muy buena persona. Era muy inteligente. Alguien que siempre pensaba antes de actuar, y capaz de resolver problemas. Le tocó y a nosotros nos dolió mucho”.

Diego, cuando me cuenta (diciembre de 2012) reconoce que el ser secretario general y más en el momento en que mataron a dos de sus compañeros, no sólo es una gran responsabilidad; sino, “a veces pienso en Gabriel que era mi amigo, en nuestros viajes juntos, porque los dos estábamos en el comité (de dónde se eligen a los secretarios de Ayotzinapa, a los dirigentes”.

Dice que el incumplimiento gubernamental es inconcebible porque demostraron que hay total impunidad sobre el caso, no sólo a través de la recomendación de 30 puntos de la CNDH, sino con todas las pruebas gráficas, grabadas, relatorías sobre el tema, discusiones; recomendaciones de organismos defensores de derechos humanos y críticas al gobierno federal y estatal.

Tan sólo, detalla, la CNDH en uno de los 30 puntos, considera que los 168 servidores públicos adscritos a la Secretaría de Seguridad Pública Federal, así como de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil (SSPyPC) y de la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJE), ambas del gobierno estatal, que intervinieron en la manifestación, criminalizaron la protesta social.

De las evidencias de las que se allegó la CNDH se observó que en el operativo intervinieron: 71 elementos de la Policía Federal, adscritos a la Secretaría de Seguridad Pública Federal, 50 pertenecientes a la División de Fuerzas Federales y 11 a la división de Seguridad Regional; 73 elementos adscritos a la Policía Ministerial de la PGJE, y 34 a la Policía Estatal Preventiva adscrita a la SSPYPC, ambas del estado de Guerrero. De los 168 elementos policiales que participaron, 91 portaban armas de fuego y se comprobó que los manifestantes no portaban armas de fuego.

“Es muy claro lo que señala la CNDH. Nosotros pedíamos clases, solicitábamos una audiencia con el gobernador, Ángel Aguirre. Ya habíamos protestado, ya sabía el gobierno de nuestras inconformidades, y nos manda matar a dos estudiantes. La verdad ¿no sé qué mundo es ese?”, detalla.

Tanto el gobierno federal como el del estado son culpables del asesinato de Gabriel y Alexis, asegura Diego. “En el informe de la CNDH se lee que de la Policía Federal eran cincuenta elementos, también portaban armas largas”. El documento completo especifica sobre los policías a los que refiere Diego, que: “portaban armas largas tipo Bushmaster (10), G-3 (31) y Panther (9); los nueve restantes adscritos a la División de Seguridad Regional, portaban pistolas 9 mm, 8 marca Beretta y 1 Walther”.

La CNDH en sus conclusiones determina que, “sobre la Policía Ministerial: 26 elementos portaban armas, de los cuales a nueve se les pudo identificar la portación de fusiles Colt tipo, AR-15, calibre .223. La Policía Estatal: seis policías adscritos a la Coordinación Región Centro del Cuartel Central de la Policía Estatal portaban armas largas, una tipo G-3; otra tipo HK-83, y cuatro Colt, tipo AR-15, calibre .223”.

La CNDH afirma que con base en sus elementos recabados evidencia las violaciones graves a la libertad de reunión y como consecuencia a los derechos a la vida, seguridad e integridad personal, legalidad, seguridad jurídica, libertad personal y trato digno. También, se  observaron transgresiones a los derechos a la verdad e información, y a todos aquellos derechos que el orden jurídico mexicano reconoce a las personas en su calidad de víctimas del delito y del abuso de poder, atribuibles a servidores públicos. Lo anterior en agravio de 52 víctimas, así como de un número indeterminado de personas que se manifestaron y otras más que por encontrarse en el lugar estuvieron en riesgo (…).

Se podrían citar todos los puntos que la CNDH observó y que resultaron de su recomendación, pero basta con decir que en los más elementales: reposición del daño a las víctimas y justicia a los deudos, que de las investigaciones de la PGJE resultaran en los asesinos intelectuales y materiales tras las rejas, no ha ocurrido a dos años de los hechos.

José Luis Echeverría de Jesús al igual que Martha, su hermana, estuvo en Estados Unidos como indocumentado, se regresó porque mataron a su hermano y desde que estuvo allá fue muy desconfiado; ahora con mayor razón no confía en el gobierno. Quiere justica, “con todo respeto, estoy hasta la madre de ver imágenes de mi hermano. Que el caso ya está en no sé qué tele de qué país, pero aquí seguimos igual sin justicia y sin mi hermano”.

Vio, al igual que su familia muy mal que como para querer resarcir el daño, el gobierno del estado el 20 de noviembre de 2012, un día después de cuando era cumpleaños de Gabriel- cumpliría 21 años-, el gobierno del estado envió una invitación “como para fiesta, envuelta en papel celofán y con letras muy adornaditas”, dice su papá que está con él cuando cuentan del hecho.

El acto de disculpas públicas para la familia Echeverría de Jesús y Herrera Pino en el caso de los parientes de Jorge Alexis, el otro normalista asesinado, “fue otra burla del gobierno hacia ellos”, coincidieron en una conferencia de prensa en la Normal Rural ambas familias. La rueda de prensa fue un 20 de noviembre de 2012, cuando adelantaron “no vamos a ir a esas disculpas, son una vil burla y no nos prestaremos a ese juego”, decía María Amadea, madre de Gabriel.

No hay justicia hasta este año, pero el boletín del gobierno del estado, donde presumen que cumplieron con la disculpa pública, sigue en su página.

“En cumplimiento al resolutivo sexto conjunto de la recomendación 1 VG/2012 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, relacionada con el caso Ayotzinapa, el Gobierno de Guerrero ofreció una disculpa pública a víctimas y familiares, con el convencimiento de que no deben repetirse ese tipo de actos.

En un acto de disculpa institucional conjunta con la Secretaría de Seguridad Pública federal, el gobernador Ángel Aguirre Rivero reiteró su convencimiento por el respeto a los derechos humanos en todas sus vertientes, y destacó los avances del apoyo que ha otorgado su gobierno, a través del Plan Integral de Reparación del Daño.

Ante víctimas y familiares; representantes de organizaciones civiles y de derechos humanos, y de los poderes Judicial y Legislativo, así como miembros de su gabinete, el mandatario estatal enfatizó su compromiso de apoyar y fortalecer la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, así como el mejoramiento de la infraestructura del plantel, para impulsar la excelencia educativa”.

Diego se ríe con ironía: “¿Tú crees que la vida de dos compañeros se paga con algo material?, ¿Crees que nosotros vamos a bajar la guardia cuando este gobierno asesino amenaza con más? Estoy harto, pero yo les digo a sus papás (de Gabriel y Alexis) hay que seguir luchando”.

 


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