Los cuerpos de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, fueron sepultados hoy en el atrio de la parroquia de San Francisco Javier, en Urique, Chihuahua.
En el sitio donde la semana anterior fueron asesinados, hoy se ofreció una misa de cuerpo presente bajo un fuerte operativo de seguridad.
Pobladores de la comunidad de Cerocahui ayudaron a cavar las fosas para el descanso eterno de los religiosos.
Fue cerca de las dos de la tarde, tiempo de Chihuahua, cuando fueron despedidos con el repicar de las campanas y aplausos de los dolientes.
Y mientras se despedía al padre “Gallo” y al padre “Morita”, como los conocían en la sierra tarahumara, se mantiene la búsqueda del presunto autor material de su asesinato, José Noriel, alias “El Chueco”, por quien se ofrece una recompensa de hasta 5 millones de pesos y quien desapareció del mapa, frente a la nariz de autoridades locales, estatales, el Ejercito y la Guardia nacional.
El presidente López por su parte en la mañana se refirió despectivamente de los «religiosos» a quienes señaló de trabajar de la mano de la oligarquía.