M.H. Reidezel Mendoza
El siete de junio de 1910, don Francisco I. Madero, candidato a la Presidencia de la República por el Partido Antirreeleccionista, fue detenido en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, cuando se disponía a viajar a Ciudad Victoria, Tamaulipas. La orden de aprehensión, que fue cumplimentada por el comandante de Policía, teniente coronel Ignacio Morelos Zaragoza, indicaba conato de rebelión y ultraje a las autoridades, el primer cargo en San Luis Potosí, y el segundo en Monterrey. El denunciante era Juan R. Orcí que había viajado con Madero en el mismo tren de San Luis. Junto con Roque Estrada, el candidato Madero fue trasladado en un Pulman a la ciudad de San Luis Potosí y llevado al Juzgado de Distrito, donde se le encerró en una espaciosa sala que antes había sido destinada a la Conserjería.
Desde su encierro en la cárcel de la capital potosina, el candidato protestó por lo que había considerado una nueva imposición electoral en los pasados comicios del 26 de junio de 1910, donde el general Porfirio Díaz había sido reelecto como presidente de la República. Algunas semanas después, y gracias a la intercesión del obispo de San Luis Potosí, José María Ignacio Montes de Oca y Obregón, y del delegado Apostólico Giuseppe Ridolfi se consiguió que el señor Madero saliera bajo fianza. El 22 de julio se depositaron ocho mil pesos en el Banco Nacional de México y el juez de Distrito le otorgó la libertad caucional con la restricción de no poder abandonar la ciudad. Los señores Madero y Estrada ocuparon un departamento del Palacio Monumental que les facilitó don Federico Meade.
Sin embargo, la madrugada del seis de octubre de 1910, el excandidato burló la vigilancia policiaca y salió de la ciudad disfrazado de mecánico (traje de mezclilla azul, pañuelo rojo anudado al cuello que le cubría la barba y un sombrero de paja corriente de anchas alas), acompañado por su mozo Julio Peña, caminando 13 kilómetros por la vía hasta Estación Peñasco; previamente de acuerdo con el agente del Express, Doroteo Maldonado, abordaron un tren y viajaron a Nuevo Laredo, Tamaulipas. Durante el trayecto hasta Monterrey, el señor Madero permaneció escondido en el fondo de un montón de petacas y después se cambió a un carro de tercera confundiéndose entre los pasajeros. Sin contratiempos, al otro día, Madero y Peña cruzaron la línea fronteriza. García Granados refirió en su libro que al presentarse Madero en la oficina de Migración, “sin necesidad alguna y como prueba de su arrogancia y poco aprecio por sus partidarios”, proporcionó su nombre completo, enterado de que la novedad iba a ser publicada inmediatamente en la prensa extranjera, como así ocurrió, pues un reportero se enteró de un telegrama enviado desde Laredo que anunciaba la llegada del tren en el que viajaba. Su correligionario Roque Estrada lo acusó de vanidoso al haberlos puesto en peligro a él, a Rafael Cepeda que había pagado su fianza, y a otros amigos que iban camino a Laredo.
El Cuartel General del Partido Antirreeleccionista se estableció en San Antonio, Texas, primero en el Hotel Hutchins, donde se hospedó Madero, y finalmente en el Hotel Plaza. En este último ya estaban Juan Sánchez Azcona, Aquiles Serdán, Enrique Bordes Mangel, y poco después arribaron los hermanos Madero y su padre, y por último los hermanos Emilio y Francisco Vázquez Gómez.
Pocos meses antes del llamado de Francisco I. Madero a las armas, el gobernador de Coahuila, coronel José María Garza Galán, había nombrado Ciudad Porfirio Díaz a la población fronteriza de Piedras Negras. Con la idea de dar un sorpresivo golpe mediático, el excandidato presidencial había planeado atacar la localidad que ostentaba el nombre del presidente de la República. Una carta de Madero a Venustiano Carranza, fechada el 17 de octubre de 1910, reveló textualmente sus planes:
“[…] Yo creo que pueden levantarse el sábado por la noche [19 de noviembre] cortando antes las comunicaciones con esa ciudad [Monclova] y ustedes levantarse el domingo muy temprano, a fin de marchar ese día sobre Monclova, que probablemente podrán tomar por sorpresa. De allí destacarán fuerzas de Caballería rumbo al sur para cuidarlo por ese lado y con las fuerzas que puedan organizar marcharán en ferrocarril rumbo al norte hasta encontrarse con las fuerzas nuestras y tomar Ciudad Porfirio Díaz, a fin de tener toda esa línea en nuestro poder, después seguiremos la marcha al sur. Probablemente yo me uniré con Ud., en alguno de los puntos que tienen que tocar, pues yo pienso operar precisamente por el norte, aunque no quiero que lo sepa absolutamente nadie, porque si llega a oídos del gobierno redoblarán las guarniciones por esos rumbos.”
A la una de la madrugada del domingo 20 de noviembre, Francisco I. Madero marchó en un carro de mulas del rancho del Indio (25 kilómetros al sureste de Eagle Pass y a tres y medio al norte del Río Bravo), acompañado por sus hermanos Julio y Raúl, de su pariente José Díaz y de su sirviente Julio Peña. Adrián Aguirre Benavides relató que, en el trayecto, se le unieron el licenciado Federico González Garza, el periodista Paulino Martínez, los señores Rubén y Octavio Morales, el capitán de Artillería Rafael Aguilar Olmos y los exoficiales federales Arturo Lazo de la Vega, Francisco Flores, Manuel García Vigil y Onésimo Espinosa. La partida arribó a las márgenes del Río Bravo a las ocho de la mañana y cruzaron por un punto llamado Las Islas para unirse a la partida reclutada por el tío del excandidato, don Catarino Benavides, y los jefes locales del Partido, Eduardo Bustamante y Erasmo Anguiano. Los extenientes Lazo de la Vega, Espinosa y Flores se separaron del grupo, después de haber recibido instrucciones de trasladarse a Eagle Pass para mantenerse a la expectativa.
Para sorpresa del excandidato, su tío Catarino se presentó solo con 10 de los 300 hombres que había prometido reclutar. Rafael Aguilar, que se separó pocos meses después de sus filas decepcionado del excandidato, publicó un libro titulado Madero sin Máscara, donde relató: “El señor Madero se vio obligado a permanecer en territorio americano, no habiendo podido efectuar su entrada, porque de 300 hombres que se le habían prometido en Coahuila, sólo acudieron a la cita 10, de los cuales cuatro o cinco iban armados con carabina [Winchester 30-30], los demás con pistola y todos con una escasa dotación de cartuchos.”
La misma tarde del domingo 20, después de haber fracasado en su intento por reclutar voluntarios en la hacienda de Guerrero, propiedad de su abuelo Evaristo Madero, don Francisco desistió del ataque a Ciudad Porfirio Díaz, disolvió la partida y retornó al rancho El Indio, en territorio estadounidense, acompañado por el licenciado Federico González Garza y el periodista Paulino Martínez. Los Rangers texanos vigilaban el rumbo, por lo que el señor Madero decidió afeitarse la barba y permanecer oculto en espera de mejores noticias de sus correligionarios. Para el excandidato Madero su Revolución había fracasado.
BIBLIOGRAFÍA:
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- Aguirre Benavides, Madero el Inmaculado, historia de la Revolución de 1910, Editorial Diana, México, 1962.
- Amaya, Madero y los auténticos revolucionarios de 1910, p.i., México, 1946.
- Bonilla, Diez años de guerra: Primera Parte (Tomo 1), Imprenta Avedaño, Mazatlán, 1922 [en línea] http://132.248.9.34/iih/001234306/001234306.pdf.
- García Granados, Ricardo, Historia de México, desde la restauración de la República hasta la caída de Huerta: Decadencia y caída del régimen porfiriano. Elevación, gobierno y caída de Francisco I. Madero, tomo II, Editorial Jus, México, 1956.
- Estrada, La Revolución y Francisco I. Madero, primera, segunda y tercera etapas, Talleres de la Imprenta Americana, Guadalajara, 1912 [en línea] https://archive.org/details/larevolucinyfr00estr.
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- Sánchez Lamego, Historia Militar en la Época Maderista, tomo I, BINEHRM, México, 1976.
- Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis Potosí: De cómo vino la Revolución, vol. 4, Archivo Histórico del Estado Lic. Antonio Rocha, Academia de Historia Potosina, México, 1982.
- Villarello Velez, Ildefonso, Historia de la Revolución Mexicana en Coahuila, Talleres Gráficos de la Nación, México, 1970.
HEMEROGRAFÍA
- El País
- El Paso Herald
- El Tiempo
- Palestine Daily Herald