‘El silencio de otros’, un documental que plantea si puede haber perdón sin justicia

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La cineasta española Almudena Carracedo refrenda la necesidad de repensar el tema de la memoria.

Debido al Pacto del olvido plasmado en la Ley de Amnistía de 1977, en España los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura de Francisco Franco quedaron impunes. Sin opciones de reparación en su propio país y partiendo del principio de la justicia universal, un grupo de víctimas recurrió a la jueza argentina María Servini, quien desde Buenos Aires interpuso una querella. Almudena Carracedo y Robert Bahar se dieron a la tarea de recoger los testimonios de los demandantes y de darles una narrativa, en el multipremiado documental El silencio de otros.

¿A partir de qué necesidad surge El silencio de otros?

Surge a partir de una necesidad personal. Durante mi etapa universitaria fui muy políticamente activa, pero sabía poco sobre el tema de la memoria. Conocí más cuando salí de España y esa inquietud se potenció.

¿El tema de la memoria es el pendiente del periodo franquista?

En España tuvimos cuarenta años de dictadura y cuarenta de una democracia muy amnésica. Desde luego la transición tuvo sus luces y sombras, y especialmente esas sombras son desconocidas todavía. Es muy significativo que en España más de un millón 200 mil personas han visto la película, esto nos habla de una necesidad por saber lo que pasó. No es una documental histórico sino sobre el presente.

Esencialmente la película se articula a partir de los testimonios de sobrevivientes.

Queríamos que los espectadores se sintieran en la piel de esas personas para comprender su proceso de lucha.

Y en particular sobre el impacto de la vida cotidiana porque todos aprendieron a vivir con esa experiencia.

Justo por eso es una película sobre el presente. No es la historia de nuestros abuelitos. En España la idea es olvidar y cerrar heridas, pero no podemos hacerlo porque el sufrimiento sigue. En las familias hay episodios sobre los que nadie habla.

¿Cómo darle una narrativa a ese tema para no terminar haciendo una película más de denuncia?

Hace poco un profesor me hacía una observación interesante. La película despolitiza para politizar. Encuadra el asunto como un problema de derechos humanos y no de izquierda o derecha. Nos interesaba generar una experiencia acerca del camino a la justicia, por eso era importante hablar con los protagonistas. Creo que por eso la película funciona entre los jóvenes.

En el marco de la complejidad política que ha enfrentado la España en los últimos meses, empezando por las elecciones y siguiendo con la exhumación de Franco, ¿es importante despartidizar las reflexiones sobre la memoria?

Sí, desde luego es una película política, pero no de manera explícita. Nunca vemos al presidente del gobierno hablando. Aquí estamos mostrando algo implícito en el día a día de nuestros personajes. Algo vivo en su piel y sus cicatrices, en la tortura, en las desapariciones, etc. Una pregunta central para nosotros es: ¿cuál es el impacto de la política en la vida de los seres comunes?

El tema de la memoria es algo muy vivo en Latinoamérica además.

Claro, es bonito pensar la memoria como algo presente. Hay muchas sociedades con un pasado traumático o de violencia que aún no deciden como lidiar con el pasado. El auge que está teniendo la extrema derecha en distintos países nos obliga a pensar en esto.

¿Cómo convive la memoria doliente con la noción de perdón?

A las víctimas se les exige el perdón casi como una obligación moral, aunque en España nadie se ha disculpado. Uno de los abogados que entrevistamos nos dijo que el perdón es una cuestión individual. Un Estado no puede perdonar los crímenes, su obligación es procesar y enjuiciar. Muchas víctimas reclaman su derecho a no perdonar. Por eso es muy importante remarcar el tema de la amnistía en un contexto político. ¿Si un Estado perdona los crímenes de lesa humanidad cuál es el papel de la justicia? ¿Se puede tener paz sin justicia? Yo no lo sé.

Con información de Aristegui Noticias. 

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