Diario 19 / 2 de agosto de 2018
Por Karla Navarro
La llegada de migrantes haitianos a Tijuana, a finales de 2016, reconfiguró la estructura organizacional que la sociedad civil tradicionalmente ha mantenido en este punto de la geografía mexicana como respuesta al permanente tránsito de personas —nacionales y extranjeras— que arriban con la intención de cruzar a Estados Unidos.
Fueron miles de migrantes haitianos quienes tocaron las fibras más sensibles de la comunidad tijuanense y generaron un nivel de organización y apoyo por parte de la sociedad civil, hasta entonces inédito.
Estadísticas del Instituto Nacional de Migración (INM), incluidos en el informe Migrantes haitianos y centroamericanos en Tijuana, Baja California, 2016-2017. Políticas gubernamentales y acciones de la sociedad civil, señalan que en 2016 entraron a México y fueron presentados ante la autoridad migratoria de este país 17 mil 78 haitianos y 852 en los cuatro primeros meses de 2017.
El informe, resultado de la investigación realizada por especialistas de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), menciona que tres mil 400 haitianos permanecieron en Baja California.
Los migrantes haitianos llegaron a Tijuana a partir de mayo de 2016 con la intención de solicitar al gobierno de Estados Unidos un permiso de permanencia temporal (parole) por razones humanitarias; venían de Brasil, Chile, Venezuela y otros países de Sudamérica.
La espera para presentarse ante las autoridades migratorias estadounidenses se prolongó y con ello se agudizaron las necesidades de los migrantes caribeños que, a dos años de su arribo, se han incorporado a la fuerza laboral en Baja California.
Ciudadanos al rescate
A pesar de que el INM autorizó el ingreso de los migrantes haitianos desde la estación de Tapachula, Chiapas, la delegación del instituto en Baja California y las autoridades estatales se vieron rebasadas ante el arribo masivo.
No obstante, la respuesta de la sociedad civil con donativos, voluntariado y creación de albergues emergentes fue extraordinaria. Todo ello en coordinación con instancias de los tres niveles de gobierno.
“La capacidad de atención a los inmigrantes en lo general en Tijuana, tiene que verse antes y después de los haitianos, se transformó completamente el campo de atención”, afirma la doctora Laura Velasco Ortiz, profesora investigadora del Departamento de Estudios Culturales de El Colef.
En este campo de atención, la red de organizaciones civiles Coalición Pro Defensa del Migrante (Coalipro) estuvo a cargo de coordinar los albergues que recibían a los migrantes, por ser una organización con experiencia que desde 1996 opera en Baja California.
Pero las dimensiones del fenómeno migratorio ante el que se encontraba la población de Tijuana, ameritó la creación de nuevas organizaciones que contribuyeran con una atención inmediata y efectiva.
Las exigencias mínimas de infraestructura y organización para que los haitianos se alimentaran, asearan y descansaran bajo un techo, representaron un reto gigantesco al multiplicarse por miles de personas, incluyendo niños y mujeres embarazadas.
La doctora Laura Velasco narra que así nació el Comité Estratégico de Ayuda Humanitaria, conformado principalmente por mujeres promotoras del respeto a los derechos humanos.
“Jugaron un papel muy importante porque manejaron todo a través de redes electrónicas, particularmente en Facebook, y canalizaron apoyos que venían desde California: ropa, comida, recursos financieros, muebles; fue una movilización tremenda, hubo cientos de personas que se volcaron a las iglesias y los albergues, como voluntarios, a estar atendiendo día y noche a los inmigrantes”, relató en entrevista.
Se duplican albergues
El recurso humano no fue el único que materializó el apoyo a los migrantes haitianos. Solamente de octubre a diciembre de 2016, los albergues que hospedaban extranjeros en Tijuana pasaron de 14 a 22 y para inicios de 2017 el municipio ya contaba con 30 albergues.
Como parte de la investigación entre la CNDH y El Colef, los especialistas iniciaron una exploración para conocer los albergues que recibieron a la población extranjera y los catalogaron en pioneros, recientes y emergentes, dependiendo de su tiempo de operación.
Ante la cantidad de migrantes que arribaron, los albergues tradicionales, como la Casa del Migrante y el desayunador Padre Chava, pronto excedieron su capacidad de atención, lo que primero originó que albergues dedicados a atender a deportados y personas en situación de calle comenzaran a alojar a migrantes haitianos.
Al tiempo que se alargaba la espera con las autoridades migratorias estadounidenses, más haitianos se quedaban sin recursos para hospedarse en hoteles y cuarterías de la ciudad, por lo que su presencia en los albergues se fue incrementando.
Iglesias protestantes que no contaban con las condiciones adecuadas para albergar gente, se solidarizaron ante la urgencia de la crisis migratoria y abrieron sus puertas.
“Estaba ya diferenciándose el campo de la atención. Tijuana ha sido una ciudad con una capacidad de albergue de inmigrantes muy fuerte pero no había tanta infraestructura de atención para un número tan grande; es la velocidad con que se tuvo que implementar atención por parte de la sociedad civil para recibir a estas personas”, comenta la doctora Laura Velasco.
Monitoreo de flujos migratorios
Para los investigadores de El Colef, uno de los distintivos del actuar de las instituciones gubernamentales ante el tránsito de los migrantes haitianos a lo largo del territorio mexicano, fue la falta de comunicación entre las autoridades al sur y al norte del país.
“Es muy extraño que tomara tan desprevenidas a las autoridades en Tijuana: es el Instituto Nacional de Migración el que les daba a todos el oficio de salida en la estación migratoria de Tapachula y es el mismo instituto el que se sorprendía al ver llegar a todos en Tijuana”, apunta la doctora María Dolores París Pombo, profesora investigadora del Departamento de Estudios Culturales de El Colef.
Bajo la premisa de que quien autoriza el flujo migratorio debe generar una respuesta integral que contemple su atención humanitaria, El Colef y la CNDH proponen la creación de un sistema de información para monitoreo de flujos migratorios que evite las fallas de comunicación.
La doctora María Dolores París señala que los movimientos migratorios surgen cada vez con más frecuencia, por lo que el monitoreo de estos flujos promoverá la anticipación de las autoridades y la implementación de acciones más allá del oficio de salida de la estación migratoria.
“Por supuesto hubo una solidaridad impresionante de toda la ciudadanía en Tijuana, pero más allá de esa solidaridad, hay respuestas que se tienen que dar de manera coordinada y que debido a los recursos y a la información, solamente pueden provenir del Estado, en términos de recibir, organizar el alojamiento, la alimentación, incluso la situación jurídica de estas personas”, enfatizó.
Haitianos, ¿integrados en Baja California?
El informe elaborado como resultado de la investigación desarrollada por El Colef y la CNDH, indica que “de acuerdo con datos del INM, de abril de 2017, en Baja California permanecían cerca de tres mil 400 extranjeros originarios de Haití: 75 por ciento en Tijuana y 25 por ciento en Mexicali. De ellos, mil 274 habían iniciado su trámite de regularización migratoria, de los cuales 609 ya cuentan con su tarjeta de visitante por razones humanitarias”.
La doctora María Dolores París, coordinadora de la investigación, aclaró que no se conoce con precisión qué proporción de los más de tres mil haitianos que arribaron en 2016 radica actualmente en Baja California.
Los investigadores documentaron que algunos de ellos se han empleado desempeñando oficios en comercios, restaurantes e industrias, a pesar de que el nivel educativo promedio de los migrantes es de preparatoria y algunos cuentan con carreras técnicas o estudios profesionales.
“Muchos sí encontraron trabajo, algunos se inscribieron a escuelas, están tomando clases de español, es decir, hay muchos elementos que los hacen ser parte de nuestra sociedad, pero al mismo tiempo hay muchos obstáculos como los que tienen que ver con los permisos de trabajo”.
La doctora María Dolores París consideró que es complejo definir el nivel de integración de los migrantes a dos años de su llegada, dado que incluso la propia población local presenta diferentes grados de integración que varían sobre todo por la condición fronteriza de la ciudad de Tijuana.
Incremento de albergues 2016-2017 en Tijuana
Mes y año | Núm. albergues |
Octubre 2016 | 14 |
Diciembre 2016 | 22 |
Enero 2017 | 30 |
Fuente: El Colef-CNDH.