Eliades Ochoa tiene 76 años y sigue tan campante. A este mítico santiaguero, le sobra energía como para seguir grabando y dando la vuelta al mundo al ritmo de su guitarra de ocho cuerdas, fabricada por él mismo hay que decirlo.
Embajador plenipotenciario del son y titular indiscutible del Buena Vista Social Club, Ochoa visita la ciudad de México para presentarse en el Teatro Metropólitan y de paso estrenar su nuevo disco, Vamos a bailar un son, cuyo primer sencillo es el tema de Agustín Lara, “Como la nube se impone al sol”, en compañía de Pablo Milanés.
“Hago música desde que era jovencito y afortunadamente me ha ido muy bien”, recuerda. Su afición al tres cubano le viene desde casa. Padre y madre eran adeptos al instrumento que le cambió la vida. “Los veía y oía tocar todo el tiempo… un día seguí su ejemplo, comencé a practicar y creo que me he perfeccionado un poco desde entonces”, apunta fingiendo no saber que escoltado por El Cuarteto Patria es uno de los mayores exponentes de la música isleña.
Orgulloso de su origen campesino, tomó la guitarra por primera vez a los seis años y desde entonces la música tradicional ha sido su bandera. “Me gusta porque es un género con un abanico amplio, un manantial inagotable. Ahí caben la rumba, el guaguanco, el son, el bolero, etc. Alrededor del mundo nos piden canciones y entonan con nosotros ‘Chan Chan’, ‘El cuarto de Tula’, ‘Candela’. Si algo tiene el son cubano es que saca la alegría y las ganas de baile en la gente”.
Si bien Eliades Ochoa reconoce que su vida cambió a partir de 1996, año en que apareció Buena Vista Social Club, disco para el cual Ry Cooder convocó a incuestionables de la música cubana como Compay Segundo, Rubén González, Omara Portuondo e Ibrahim Ferrer, además del propio Ochoa. Con la perspectiva que dan casi veinticuatro años de distancia, se resiste a hablar del son como una moda. “Es una bandera, no una moda. Uno puede aprender música en la escuela y saber leer en el pentagrama, pero el son es otra cosa, entra por la sangre. Quien no ha visitado Cuba, se la puede imaginar a través de una armonía musical. El cubano sabe lo que es el son fuera de su país y el respeto que genera. Es una música sin fronteras”.
Con más de veinte discos grabados, el trovador sigue siendo fiel al estilo que lo ha llevado a recorrer el mundo, “al menos un par de veces”. “Cada disco lo preparo junto a mi mujer y Vamos a bailar un son no es la excepción. Buscamos canciones antiguas y las arreglamos a mi manera”.
Quien nace guajiro lleva esa marca por toda la vida y Eliades Ochoa lo sabe. Cuando mira por retrovisor, el guitarrista piensa en “Guantanamera”, “Macusa” o “Sarandonga”, canciones que lo marcaron y que, interpretadas por Los Compadres o El Trío Matamoros, lo llevaron a desear ir de escenario en escenario. “Siempre soñé con ser un artista al que la gente oyera. No sé hacer otra cosa, por eso no pienso ni por asomo en la jubilación. Sabía que en el campo no tenía esa posibilidad y por eso salí a la ciudad, pero nunca me imaginé que Eliades Ochoa le daría la vuelta al mundo varias veces”.
Con información de Aristegui Noticias