El arte no sólo ha hecho más felices, sino también más seguros y libres a los más de 600 niños y jóvenes que participaron en Tengo un sueño, iniciativa de la Secretaría de Cultura federal que mostrará el trabajo de los Semilleros creativos del Programa Cultura Comunitaria.
Ese montaje multidisciplinario, con la música como eje, se efectuó hoy a las 18 horas en el Auditorio Nacional. Aunque, según la información oficial, ya se habían agotado las 10 mil localidades, podrá ser apreciado en vivo en Canal 22.
También se invitó a empresarios con el fin de que vean los alcances de ese programa, se sumen y lo apoyen para tener continuidad, apuntó la funcionaria.
Con presupuesto de 16 millones de pesos, la preparación de esta muestra artística comenzó hace más dos meses en los 339 Semilleros creativos en el país. Actualmente está en la etapa final, que consiste en un campamento creativo en la que los más de 600 participantes, provenientes de la República, están concentrados desde el pasado miércoles en el Club Campestre Teotihuacan, en este municipio mexiquense.
Todo es armonía en el lugar, ritmo y melodía. La música suena por doquier gracias a los ensayos de las diferentes secciones de la numerosa orquesta y el coro que en conjunto suman más de 300 integrantes.
Han sido jornadas arduas de preparación para los noveles músicos y cantantes. Lo mismo sucede con los incipientes actores y artistas circenses que participan en el montaje.
En un salón se escucha a la sección de metales poner a punto Júpiter, movimiento de Los planetas, obra de Holst, mientras en la zona de alberca la de cuerdas de instrumentos tradicionales ensaya un son. En el auditorio, el coro prepara la canción Latinoamérica, de la banda Calle 13, acompañado por el joven rapero totonaco Juan Sant.
Y a lo lejos se escuchan los acordes de Alas a Malala, de Arturo Márquez, obra que se ha convertido en el himno del Sistema Nacional de Fomento Musical, instancia clave de Tengo un sueño.
Esas piezas musicales son parte del programa para el Auditorio Nacional, repertorio que responde a ejes como la naturaleza, la identidad y la diversidad, aclaró Eduardo García Barrios, director de Fomento Musical, quien adelantó que el montaje se escuchará en ocho lenguas originarias de México, así como en español y quechua.
El arte le cambia la vida
Ese campamento representa para los noveles artistas una experiencia inolvidable, pues les ha permitido hacer nuevos amigos y avanzar en el conocimiento de su disciplina artística.
Consultados, coinciden en que el arte les ha cambiado la vida. Algunos dejaron de ser introvertidos, como la violonchelista potosina Elena Guzmán Montoya, de 15 años, quien ha mejorado su desempeño escolar. Otros se han dado cuenta de que la vida es más que los aparatos tecnológicos y que la felicidad está en crear y convivir, como Andrea Ortiz Ulloa, de 14 años, de Celaya, quien toca el corno francés.
Un factor común es que se consideran más felices y libres, así como seguros de sí mismos desde que comenzaron sus estudios artísticos. Y aunque algunos viven en comunidades peligrosas o ‘‘medio feas”, están convencidos de que el arte ayuda a tener una vida más sana.
Es el caso de los actores Geraldine Meléndez González y Amet Fabián Calderón Gallardo, de 12 años y oriundos de Tenancingo, Tlaxcala, lugar que dicen ‘‘es la tierra de los padrotes”, y aunque aseguran que a ellos no les hacen nada, sus padres les han pedido tener precaución.
Con información de La Jornada.