El titular del Fondo de Cultura Económica hace un balance del primer año de su gestión y reconoce que falta ampliar la cobertura del libro.

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Paco Ignacio Taibo II está por cumplir un año al frente del Fondo de Cultura Económica. Su gestión no ha estado exenta de polémica y de medias controvertidas como el lanzamiento de la colección Vientos del pueblo y la fusión del sello con Educal y la Dirección General de Publicaciones.

Al margen de la crítica, PIT II, afirma sentirse satisfecho y advierte que uno de los pendientes para 2020 será aumentar la cobertura del libro y el fomento a la lectura.

¿Qué balance haces de tu primer año al frente del Fondo de Cultura Económica?

Estoy contento. Me he movido con orejeras a través del trabajo conjunto Educal-Fondo de Cultura Económica-Dirección General de Publicaciones, funcionamos como un solo equipo esperando que se produzca la fusión formal. Uno de los objetivos de este primer año era crear una colección popular que colocara en la calle millones de ejemplares a fin de a llegar públicos que no estaban leyendo por razones económicas. Otro objetivo era crear redes de distribución paralelas y mejorar las redes directas de nuestras propias librerías.  La red de Librobús funciona muy bien, pero nos falta expandirla. Hemos hecho veinte campañas en la zona conurbada del Estado de México y la CDMX, pero apenas hemos visitado 190 escuelas. Se rescataron las salas de lectura y se crearon varios miles de clubes de lectura. Revivimos la Colección Popular y hoy tenemos una colección que ofrece a los jóvenes libros para volarles las neuronas. Mantuvimos la presión del catálogo, reeditamos e incluso añadimos algunos textos en las áreas de ciencias sociales. El proyecto de literatura infantil y juvenil funcionó muy bien. Hicimos una operación de saneamiento, hoy el Fondo gasta 30.5%. Suspendimos un montón de cosas como cocteles y alfombras, para apoyar a más ferias en todo el país. El plan de choque con que trabajamos este año va a llegar 230 actividades. Hicimos tendidos de libros donde vendimos miles de ejemplares, bajamos el precio de los libros lo que nos permitió una mayor cobertura. En términos generales le habremos bajado dos millones de libros a nuestras bodegas con las operaciones de ventas de saldos y descuentos.

¿Cuál es el reto para el próximo año?

Hay varios, tenemos que acabar de limpiar nuestra red de librerías y promover que salga la lectura en la calle y el barrio. Necesitamos llevar el plan Librobús a más escuelas. En enero nacerán las motolibrerías, que nos permitirán llegar a lugares más chicos. Queremos ir a todas las normales estatales y rurales del país. Debemos consolidar la Colección popular y limpiar el clóset que teníamos en el extranjero, donde el año pasado se perdieron un millón trescientos mil dólares. Este año saldremos con pérdidas nada más en cuatro o cinco filiales, el resto ya tienen números negros o se depuraron.

¿Qué pasará con ferias como la FILIJ?

La FILIJ seguirá y vamos a aumentar nuestra presencia en ferias sobre la base de que no hay feria chica. En lugar de destinar mucho dinero a las más grandes, lo repartiremos para hacer más trabajo de fomento y promoción de la lectura.

¿Cómo está la relación con los editores después de que Educal ofreció pagarles el 80% de su deuda?

La historia es más o menos clara, lo que pasa es que radio calumnia anda a peso. Se debían 97 millones de las viejas administraciones y no se iban a pagar. Educal estaba en quiebra. Desde el principio presionamos a la Secretaría de Hacienda para que entendiera que no era deuda nuestra. Tardamos once meses en que llegara el dinero. Se les pagó a todos con la norma de que con lo que teníamos alcanzaba para cubrir el 80% de la deuda. Todas las editoriales menos una, aceptaron. ¿Dónde está la queja? Era un dinero perdido.

En un ejercicio de autocrítico ¿qué quedaste a deber en este año?

No pudimos entrar en la sierra de Veracruz por falta de fuerza. Sobreestimé la fuerza del equipo y no alcanzamos a llegar a la sierra de Zongolica, donde está el nivel de analfabetismo más alto del país. Era una campaña mixta en la que haríamos fomento a la lectura y alfabetización. Pensé que podríamos editar más rápido, pero las rutinas burocráticas del viejo Fondo eran mortales. Subestimé el poder de la burocracia y deshacerla nos ha tomado mucho tiempo.

Tus críticos dicen que la colección Vientos del pueblo es de baja calidad.

Si a alguien le gustaría ver otros libros, está bien, pero llevamos cuatro agotados en ediciones de 40 mil. Respecto a la calidad, pues son libros de batalla y costo muy bajo. Tal vez quienes están en contra de la colección tiene problemas de clase y racismo. ¿Qué conflicto les crea que se vendan cuarenta mil ejemplares de un cuento de Elena Poniatowska? Es una crítica roñosa, en los hechos queda desbancada.

Con información de Aristegui Noticias

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