La “Franquicia criminal” de Ravelo en duda / Los Zetas: ¿Una Franquicia Criminal?: Guadalupe Correa-Cabrera

Los Zetas: ¿Una Franquicia Criminal?

Por Guadalupe Correa-Cabrera/Profesora Asociada y Directora del Departamento de Gobierno, Universidad de Texas en Brownsville

raveloz 981-11 c

Zetas: La Franquicia Criminal

Autor: Ricardo Ravelo

Editorial: EDICIONES B

ISBN: 9786074805123

Año: 2013

 

De acuerdo con el periodista mexicano experto en narcotráfico, Ricardo Ravelo Galó, la agrupación de Los Zetas es la “franquicia criminal” más violenta en México en las últimas décadas. Este grupo, según explica, se ha diversificado enormemente para desarrollar más de una veintena de actividades ilícitas que incluyen el secuestro, la extorsión, el cobro de derecho de piso, la trata de personas, el tráfico de migrantes, la venta ilegal de gasolina, entre otras. A finales del año pasado, Ravelo publicó un libro titulado precisamente Zetas: La Franquicia Criminal, donde intenta explicar los orígenes, estructura y en particular las causas de la muy exitosa expansión de esta organización en los últimos años.

El autor también destaca en su trabajo los estrechos vínculos entre este grupo y la política a todos niveles, incluyendo a las fuerzas armadas, la policía federal, ex-gobernadores, alcaldes, y diversas autoridades estatales y locales. Para él, los Zetas se han convertido en una “gran industria, con respaldo político”. Asimismo, menciona la muy considerable expansión de esta agrupación criminal, tanto dentro del país como en diversas regiones del mundo, incluyendo Centroamérica; Europa y el Valle de Texas. De acuerdo con Ravelo Galó, en menos de una década los Zetas se convirtieron en el segundo grupo criminal más poderoso de México, únicamente superado por el Cartel de Sinaloa.

En una entrevista para la agencia de noticias española EFE a propósito de este nuevo libro, Ravelo afirmó que los Zetas impusieron una “nueva modalidad” de ejercer violencia, ya que “convirtieron las matanzas en un medio para amedrentar a la sociedad y ganar territorio”. Además, “pusieron de moda las decapitaciones y desmembramiento de cuerpos”. De acuerdo con el autor, los Zetas “volvieron noticia todos los hechos de sangre y llevaron a las primeras planas las imágenes de la muerte, con lo que vencieron la estrategia de comunicación del gobierno de acallar hechos de violencia” (ver http://www.sinembargo.mx/03-02-2014/893059).

El nuevo material de Ricardo Ravelo, quien ha escrito seis libros sobre crimen organizado en México, es bastante simple y no revela detalles nuevos que nos ayuden a entender mejor la estructura de una organización tan compleja y original como los Zetas. Es verdad que la creación de este grupo criminal “paramilitar” transforma radicalmente el panorama del crimen organizado en el país, como lo sugiere el autor y lo ha mencionado en trabajo anteriores. Sin embargo, el análisis que presenta su más reciente libro es bastante limitado y no añade nada nuevo a la discusión sobre delincuencia organizada y violencia en México. Pareciera ser que el texto se escribió en muy poco tiempo y sin la reflexión necesaria para aportar material interesante y realmente novedoso que nos permita comprender la problemática actual del país, a través de un análisis profundo y consistente que considere la multitud de circunstancias y a todos los actores involucrados en la compleja realidad de México.

Si bien Ravelo tiene una visión general de la organización criminal de los Zetas y reconoce su carácter transnacional, no abunda en los detalles clave sobre las operaciones del grupo y algunos que presenta parecen ser erróneos si se revisan con cuidado notas periodísticas de las fechas que menciona—provenientes quizás de su cronología mental. Es posible que un ejercicio de verificación pudiera haber ajustado sus datos y colocarlos en sincronía con la cronología real de los hechos. Por ejemplo, en el texto se sugiere que la guerra contra el crimen organizado que emprendió durante su gestión el presidente Felipe Calderón (2006-2012) permitió la expansión de los Zetas dentro y fuera del país y hacia el exterior. En este sentido, al autor le faltó explicar que la expansión empieza desde la llegada de Vicente Fox al poder y hubiera sido interesante comprender con más detalle cómo se da esta primera etapa en la que ciertas regiones clave (y no necesariamente vinculadas al tráfico de drogas) se inundan de criminales, y cómo en una segunda fase—ya en la administración de Calderón—se militarizan las mismas zonas en una guerra declarada contra estos grupos.

En el texto se encuentran algunos errores y contradicciones como el anterior, derivados probablemente de la falta de rigor en una investigación que no menciona sus fuentes, ni detalles básicos sobre los datos que se presentan y que, en los textos profesionales, se suelen incluir en pies de página para aclarar afirmaciones arriesgadas o la falta de información verificable por razones diversas. Ravelo no incluye en su libro ninguna nota de pie de página y sus citas y referencias son escasas, casi inexistentes. Lo anterior resulta muy problemático, pues el autor hace aseveraciones muy fuertes que deberían estar sustentadas con material estadístico o investigaciones realizadas por otros académicos y periodistas. Y conociendo un poco del tema, puedo afirmar con toda seguridad, que existen muchas fuentes que podrían haber enriquecido el texto de manera significativa y podrían haberle imprimido un poco más de seriedad al trabajo.

El autor de Zetas: La Franquicia Criminal es ciertamente un experimentado periodista en temas de narcotráfico y delincuencia organizada. Yo en lo personal, lo he citado en algunas ocasiones. Sin embargo, ningún trabajo es cien por ciento original y toda investigación, del tipo que sea, se nutre de ideas que han sido formuladas por otros con anterioridad. Ravelo repite lo que se ha expresado ya numerosas veces por varios analistas, periodistas y otros actores clave en el tema de la seguridad, pero no otorga el crédito correspondiente a quienes abrieron el debate en diferentes áreas de este tema y nos han facilitado, con sus ideas, el entendimiento parcial de esta organización tan compleja como los Zetas.

Incluso en el título mismo del libro, Ravelo parece retomar un poco de la idea original de John Bailey, director del proyecto México en la escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown, quien escribió el 5 de noviembre de 2011 una columna en el periódico el Universal titulada “Los Zetas y McDonald’s”. Aquí Bailey argumenta que para analizar a la agrupación de los Zetas, la utilización de “un modelo de ‘franquicia’ es útil”. En particular, Bailey se refiere a “un mecanismo en el cual distintos negocios pueden afiliarse bajo un nombre de marca de reconocida calidad, [como el] corporativo McDonald’s que opera sólo cerca de 15% de sus restaurantes, mientras que el resto lo manejan empresarios independientes que pagan tarifas a la compañía matriz”. Y en este esquema, “los Zetas más emprendedores pueden ‘aplicar’ para operar en una plaza particular y pagar cuotas a la organización principal por el uso de su nombre comercial. O una pandilla independiente puede negociar una franquicia con el nodo Zeta más relevante. En adición, las franquicias de los Zetas [pueden] diversificarse en múltiples actividades como la extorsión o el secuestro para acumular ganancias adicionales”.

En este aspecto tan importante del libro, hubiera sido conveniente quizás que Ravelo explicara con mayor profundidad su análisis de los Zetas como una franquicia y mencionara el trabajo de Bailey, quien también se refiere a la agrupación utilizando este modelo de negocios que se puede comparar con el esquema de algunas cadenas de comida rápida como McDonald’s. Ravelo explica en su más reciente libro la forma en la cual los Zetas se han multiplicado en pequeñas células denominadas “estacas” que operan como franquicias y que tienen una base de sicarios, informantes y contadores. También muestra la diferencia entre una organización como esta y la estructura piramidal de otros cárteles más tradicionales. La estructura de los Zetas, les permite, según sugiere Ravelo, mayor flexibilidad.

Parece ser verdad que los Zetas operan por células. Sin embargo, no veo que éstas operen como franquicias. En una investigación que me encuentro realizando actualmente con mi colega Mario Hernández, observamos que, en un modelo de administración de negocios, dichas células parecen operar más bien como subcontratistas que requieren de reclutadores de talentos, empleados de confianza y gerentes regionales. En este caso, no aplicaría el modelo de franquicia que es pagar por el uso de marca y capacitación. Como dice mi colega: “Los Zetas operan como una empresa transnacional con un modelo de expansión agresivo y depredador, con cabilderos que aglutinan a los personajes clave en cada plaza en la que llegan y abren mercado con empleados de confianza que fungen como gerentes regionales una vez adiestrados en escuelas de formación mixta donde se capacitan en desarrollo gerencial, relaciones públicas y aplicación de tácticas militares de guerra. Primero se proporciona el mapa local de delincuencia, negocios y personas clave y luego se procede a reclutar. En dicha empresa decides como criminal local si te incorporas subcontratado haciendo lo que ya haces o te retiras sin ninguna posibilidad de negociar. En realidad, firmas un contrato con sangre la mayoría de las veces, pues el cabildeo inicia con un levantón y ejecución de personas, cuyos cuerpos son colocados en un lugar público con un mensaje como tarjeta de presentación”.

Una franquicia vende bienes o servicios, los cuales son suministrados por el dueño de la marca y cumplen con ciertos estándares de calidad, pagándose por el uso de marca y esquema comercial. Con los Zetas, según mi colega Mario, “las cosas funciona de manera inversa, pues no los buscas para usar su marca, ellos te encuentran para que trabajes para su empresa con los bienes y servicios que ya ofreces, de los cuales ellos pretenden tener el monopolio. Ellos pueden hacer esto y potencializar la oferta de bienes y servicios criminales ya existentes a escalas mucho mayores pues han realizado estudios de mercado y cuentan con una gran capacidad de cabildeo gracias a la posesión de armas de alto calibre”. Utilizar un modelo de administración de negocios para entender a los Zetas hace bastante sentido entonces, pero el esquema de franquicia que propone Ravelo en su libro más reciente parece no ser el adecuado.

De igual forma, el resto del marco analítico utilizado por el autor de este libro carece de profundidad y no es claro; además, el texto no presenta evidencias concluyentes. El periodista experto en delincuencia organizada parece enfocarse más en el sicariato y aunque reconoce la existencia de las otras áreas que conforman la empresa transnacional de los Zetas, no las analiza con detalle ni plantea un marco conceptual que facilite el entendimiento sobre su funcionamiento y operación. Pareciera que Ravelo se enfoca solo en el sicariato al utilizar el término franquicia y no comprende con claridad la complejidad de la organización y de su agresiva y extensa diversificación de actividades para ir más allá del negocio de las drogas y controlar territorios y negocios estratégicos en otras áreas.

Para entender bien a los Zetas, se necesita una investigación exhaustiva, quizás de años, con el objeto de producir un texto completo que referencie y explique a profundidad los orígenes, características y estrategias de una empresa criminal transnacional moderna que se ha diversificado y que se ha ido transformando y reinventando para adaptarse a las nuevas realidades y a las reacciones del Estado mexicano, siguiendo también una estrategia militar. Comparar a los Zetas con empresas como Subway, 7-Eleven o Pizza Hut parece ser un ejercicio de poca utilidad. Es preciso aplicar un modelo distinto de administración de negocios, quizás uno parecido al de Wal-Mart, Coca-Cola, HP o Nike. Entender bien como se hace esto y escribir con rigor y profesionalismo sobre el tema suele llevar tiempo. Al parecer, a Ravelo le faltó un poco de tiempo para comprender mejor la estructura de los Zetas y utilizar los conceptos adecuados para su análisis.

El rigor en el periodismo y en cualquier profesión es fundamental. El uso de citas, referencias y datos duros permiten llegar a conclusiones contundentes, y no a meras especulaciones. Ravelo en su libro menciona algunas ideas muy interesantes que requieren de una investigación exhaustiva y documentación adecuada No basta con afirmar una conspiración si dar pruebas de ella. Como muchos otros, el autor no cree en las versiones oficiales de la muerte de Heriberto Lazcano, uno de los anteriores líderes de la agrupación quien presuntamente murió en un enfrentamiento el 7 octubre de 2012 pero cuyo cadáver fue supuestamente robado de una funeraria un día después. Ravelo también opina que la detención de otro ex-líder de los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales (el Z-40) el 15 de julio del año pasado puede obedecer a un pacto.

Las ideas que el autor plantea aquí son interesantes, y por este motivo lo invito a recabar la mayor información posible de manera sistemática y sin ideas predeterminadas. Y aún cuando no comprueben totalmente estos dichos—pues entiendo las dificultades para acceder a cierto tipo información relacionada con el tema que aquí nos compete—podría al menos darnos una idea más clara de cómo opera la nueva delincuencia organizada empresarial en México, así como de sus principales fuentes de apoyo y beneficiarios. En un esquema de administración de negocios esto equivaldría a conocer más sobre el área de finanzas de la empresa y la composición de su junta de accionistas mayoritarios. No sirve de mucho conocer sólo de gerentes o empleados de confianza como pudiera ser el caso de Miguel Ángel Treviño Morales o el mismo Heriberto Lazcano.

Por último, invito a todos los analistas y periodistas interesados en el tema de la delincuencia organizada y violencia en el país a que analicen estos fenómenos con una perspectiva más amplia, que vaya más allá de las drogas y de una historia de buenos contra malos con el fin de identificar claramente a los verdaderos intereses que se benefician de la aparición y expansión de nuevos grupos criminales como los Zetas. Si hacemos un trabajo de suficiente rigor y reflexión entenderemos aspectos clave de la organización, comprenderemos mejor la situación del país e identificaremos mejor a los principales beneficiarios de una tragedia nacional, de origen tanto nacional como extranjero. También comprenderíamos mejor las razones por las cuales parece ser que los Zetas han desaparecido del mapa, o de algunas regiones, o al menos ya no hacen el ruido que hacían cuando empezaron a operar de manera independiente y se separaron del Cartel del Golfo. Quizás la empresa criminal transnacional, Los Zetas Inc. [Los Zetas Incorporated ©], haya entrado ya a una nueva (¿tercera?) etapa en la cual continúa haciendo negocios de manera exitosa, pero ahora guardando silencio, una vez que ya posicionó su “marca”.