Juan Patricio Riveroll, escritor mexicano, confesó que lo que más rescata de su novela sobre el Comandante Che Guevara es el idealismo de aquella generación, que en México estuvo rodeado de una pureza.
“Rescato de esta historia el idealismo de estas personas. Había un idealismo sentido. Por ejemplo Fidel Castro quería restituir la democracia en Cuba; nadie hubiera creído que se iba a quedar en el poder todo el tiempo que se quedó; no se si el poder lo corrompió”, señaló el autor sobre su libro “Al filo de la Revolución”.
La obra de 288 páginas, de la editorial Martínez Roca, fue presentada este día de manera virtual y acerca de ella su autor dio por válidas todas las interpretaciones posibles de los lectores.
“No me atrevería a decir qué debe pensar el lector, cada lectura o mirada está perfecta”, dijo.
Riveroll cuenta cómo al abandonar Guatemala después de la intervención militar de 1954, Ernesto, un joven médico argentino, cruza la frontera de Chiapas y llega a México, donde sobrevive como fotógrafo en parques y trabaja como médico.
“Era como un trotamundos, desde que pudo salió de Argentina primero un viaje corto, después un viaje más largo. Aquí se convierte en el Che, antes era Ernesto Guevara. En México cambia su perspectiva y su futuro. Sin México en la ecuación no existe Che ni en la Revolución cubana”, observó el novelista.
El libro desvela al Che mal bailador, callado cuando había mucha gente, más abierto en reuniones más privadas, que se reía con las películas de Cantinflas y en algún momento se planteó dedicarse al cine, pero fue desmotivado por su compañera Hilda Gadea, luego su esposa, quien le advirtió que eso lo alejaría del compromiso.
“La novela es una especie de ensayo dialogado. Lo que cada uno había vivido. La veo como una novela latinoamericano, menciona el Bogotazo, con revueltas de los mineros en Bolivia, y momentos en Guatemala y Puerto Rico”, agregó Riveroll.
Según el novelista, para mantener a raya su padecimiento del asma, Che solo comía en México arroz, carne y otras pocas cosas; y cuando conoció a Fidel Castro en casa de una cubana llamada María Antonia, estaba en un estado casi de inocencia.
“Che no había matado a nadie, estaba en estado puro. Cuando (los revolucionarios) salen de aquí las cosas se ponen feas y mucha gente subraya lo terrible que pudo haber pasado, pero lo que vivieron en México estuvo rodeado de un idealismo y una pureza que me gusta mucho”, concluyó.
La obra está a la venta en las principales librerías de México.
Con información de EFE