M.H. Reidezel Mendoza Soriano
El que podríamos denominar “el auténtico” Francisco Villa, cuya leyenda inspirara al forajido José Doroteo Arango, dejó un vago rastro en la historia, a pesar de haber sido un famoso bandolero que recorrió los caminos de los estados de Durango y Zacatecas, a fines del siglo XIX.
La leyenda de Francisco Villa, similar a la de otros famosos bandoleros, sostiene que en su juventud había vivido honestamente dedicado a las labores agrícolas en una pequeña parcela de su propiedad. Miguel Soto, que indagó sobre su vida entre ancianos que lo conocieron o que escucharon su historia, afirma que Villa era hijo ilegítimo de un cacique local y que había trabajado en una hacienda como vaquero y domador de caballos. Aparentemente Villa tenía una hermana llamada Luz, a la que un hacendado de la región había secuestrado y violado. En venganza, Villa asesinó al agresor y, debido a la intensa persecución de la que fue objeto por parte de la Acordada de Zacatecas, se vio obligado a huir a la sierra. Una historia muy semejante a la que Doroteo Arango, ya convertido en Francisco Villa, contaría a su secretario particular en el invierno de 1914.
El general Nicolás Fernández, quien fuera el segundo al mando de las fuerzas de Doroteo Arango en la Revolución, asegura que don Agustín Arango, padre de éste último, tenía parentesco con el viejo Villa. El general Fernández relata: “Un día vio a aquel hombre, José Doroteo Arango, que ya estaba grandecito, le preguntó a su padre que quién era: ‘es tu tío’, le contestó. ‘¿Y cómo se llama?’ – ‘¡Francisco Villa!” Por tal razón, Fernández sostiene que Doroteo Arango se hizo llamar Francisco Villa, años más tarde.” Según Francisco Álvarez Morales, Villa “fue condenado a muerte y las fuerzas del estado lo persiguieron con ahínco para capturarlo […] pero se escapó y huyó a la frontera del Norte.” En Estados Unidos, Villa trabajó como minero en Clifton y Morenci, Arizona, probablemente, acompañado por su amigo Agustín Arango. Peter Foix se refiere a ese “primer” Francisco Villa como un “hombre dotado de un absoluto dominio de sí mismo, muy enérgico, muy valiente y de una gran bondad.” Según Foix, cuando José Doroteo lo conoció, Villa era ya “un rebelde huido de su estado natal, Zacatecas, muy temido por los rurales, los prefectos y los jefes políticos […] Fue el primer maestro de José Doroteo. Le enseñó a deletrear, así como el arte de engañar a las autoridades. Doroteo le quería como a un padre. Cuando Doroteo le conoció, Villa tenía 35 años […] Más tarde se les juntó otro prófugo de la justicia, Severo Reza”.
Una orden de aprehensión de las autoridades de Villa Lerdo, Durango, que data de 1890, describía a Francisco Villa como “de 35 años, de estatura regular, más bien delgado, de color rosado, lampiño, un poco picado de viruelas, [tiene] una cicatriz cerca de la boca, en el carrillo derecho, es bastante ginete [sic] y estriva [sic] largo”. No se sabe con certeza su lugar de origen, pero se especula que pudo ser originario del poblado de Milpillas de Arriba o de la hacienda de Zaragoza, jurisdicción de Sombrerete, estado de Zacatecas.
Según documentos del archivo histórico del estado de Coahuila, desde 1879, Villa era considerado un peligroso criminal. La banda del famoso forajido estaba integrada por cinco o seis individuos, con la que recorría las rancherías de Sauces, Taravillas, Magueyes, Porfias, Cazuelas, La Breña, las haciendas de La Purísima y Ponce, en los municipios de Peñón Blanco, Cuencamé, Nombre de Dios y San Juan de Guadalupe, estado de Durango, así como Milpillas, mineral de La Noria de San Pantaleón, La Joya, Atotonilco en los municipios de Sombrerete y Valparaíso, Zacatecas.
Los crímenes más escandalosos cometidos por la banda de Francisco Villa fueron el asalto a la hacienda de La Estanzuela, jurisdicción de Cuencamé, estado de Durango, y el asesinato de su propietario, el súbdito alemán Guillermo Müller, quien fue asesinado a machetazos, la noche del 29 de abril de 1888. Aparentemente el crimen fue motivado más por la venganza que por el robo, y desató una intensa persecución de las fuerzas policíacas de los estados de Durango y Zacatecas, que lograron la captura de varios de sus cómplices.
Otros de los atracos del bandolero Villa fue el asalto al tren de carros de Leónides Sosa, ocurrido entre Prediceña y Villa Lerdo, Durango, el cuatro de mayo de 1889, donde perdió la vida el propietario, además de varios pasajeros y bandidos. El ocho de junio del mismo año, asaltó al comerciante Pedro Flores en un bajío conocido como Belmontes, punto cercano a la hacienda de Saucillo, jurisdicción de Cuencamé, estado de Durango. Villa se apoderó de 17,500 pesos que eran conducidos al mineral de Promontorios. El 15 de junio, el presidente de la República, general Porfirio Díaz, solicitó la intervención de las autoridades militares, así como la colaboración de las fuerzas locales para combatir y capturar a Villa, quien, finalmente fue capturado el 30 de septiembre de 1889, en la jurisdicción de Nombre de Dios, Durango, pero logró escapar cuando era trasladado a Sombrerete.
El siete de abril de 1891, Francisco Villa asaltó el exprés de la Wells Fargo, que transitaba entre Villa Lerdo y Gómez Palacio, estado de Durango, muriendo un mensajero y resultando heridos el conductor y un empleado. Un detective de Los Ángeles contratado por la compañía averiguó que Villa y sus cómplices habían usado uniforme de soldados, y que pronto atacarían la hacienda de La Goma. El propietario de la hacienda, don Refugio Tarín, fue avisado y éste les preparó una emboscada. La mañana del 25 de abril, Villa y sus hombres penetraron al patio de La Goma, pero fueron recibidos a tiros, siendo obligados a dispersarse.
La persecución contra la banda de Villa se recrudeció en los siguientes meses y las peticiones para su captura llegaron hasta el estado de Chihuahua. Pero Villa despareció. No había rastros del célebre bandolero y se rumoraba que había muerto en el atraco a una diligencia en Guanaceví. También hubo quienes insinuaron que Villa había huido a El Paso en 1893.
Aparentemente en 1892, Doroteo Arango, siendo un adolescente, se había unido a la banda de Villa y de Ignacio Parra, y éstos le encomendaban pastorear los caballos y las reses robadas que solían esconder en la sierra de la Silla. Al morir o desaparecer Francisco Villa, el joven Doroteo Arango adoptó aquel nombre para aprovechar su fama de temerario, y se integró como ayudante a la gavilla de Ignacio Parra y de Refugio Alvarado. El general José B. Reyes, quien aseguró en 1951 que su padrino de bautismo había sido el famoso bandolero Francisco Villa, dijo que Doroteo Arango había confesado 30 años antes: “Ese hombre, según los datos que me das, fue mi padre, esto es, mi guía; fue el que me hizo hombre. Yo era un calavera cuando joven y él me enseñó a vivir entre las gentes. Mi verdadero nombre es otro; pero como él y yo llegamos a ser una misma persona en toda clase de negocios, adopté el nombre de Francisco Villa, hijo.”
[Para más información consultar: Reidezel Mendoza, Bandoleros y rebeldes. Historia del forajido Doroteo Arango (1878-1910) y las correrías de Heraclio Bernal, Ignacio Parra y Francisco Villa, pp. 149-172]
FUENTES:
Archivo Histórico del estado de Durango
Archivo Histórico Municipal de Jiménez, Chihuahua
Archivo Histórico Municipal de Sombrerete, Zacatecas
Archivo Histórico Municipal de Victoria de Durango
Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional
Centro de Estudios de Historia de México, Grupo Carso
Foix, Peter, Pancho Villa, Editorial Trillas, Quinta Edición, México, 1960
Lozoya Cigarroa, Manuel, Francisco Villa el grande, Impresiones Gráficas, México, 1988.
Rivas López, Ángel, El verdadero Pancho Villa, Costa-Amic Editor, México, 1970.
Urióstegui Miranda, Píndaro, Testimonios del Proceso Revolucionario de México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM), México, 1988.
Periódicos: Diario del Hogar, El Correo Español, El Defensor de la Constitución, El Nacional, El Siglo de Torreón, El Tiempo, La Patria, Novedades, The Galveston Daily News, Periódico Oficial del Estado de Durango, La Voz de México, The Los Ángeles Herald