El Colectivo por la Paz en Colombia (ColPaz) montó el viernes en la Ciudad de México un altar de muertos en honor de las víctimas de la violencia política en aquella nación. Son más de ocho millones 700 mil víctimas de 1958 a la fecha, según esa instancia. La ofrenda fue colocada en el Corredor Regina, uno de las vías más transitadas por los jóvenes en el Centro Histórico.
Flores de cempasúchil, incienso, alimentos, bebidas, instrumentos musicales, papel picado y pancartas con consignas políticas, acompañaron las fotografías de los más de 140 jóvenes estudiantes y profesores universitarios que han sido asesinados en aquel país sudamericano desde el 2000 hasta la fecha.
Entre esas imágenes se encontraban las de los cuatro mexicanos ultimados por el ejército colombiano en Sucumbíos, Ecuador, el 1 de marzo de 2008, bajo argumentos de supuestos vínculos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sus nombres eran Juan González del Castillo, Fernando Franco Delgado, Soren Avilés Ángeles y Verónica Velázquez Ramírez.
Parte de la ofrenda fue la presentación del libro Universidad bajo s.o.s.pecha: Represión estatal a estudiantes, profesorado y sindicalistas en Colombia (2000-2019), de los colombianos Miguel Ángel Beltrán Villegas y Jorge Enrique Freytter-Florián y la vasca María Ruiz Araguren.
Dicho trabajo, publicado en julio de este año, documenta “la directa responsabilidad del Estado colombiano” en el asesinato de esos más de 140 estudiantes, profesores y trabajadores universitarios en las dos décadas más recientes, explicó Miguel Ángel Beltrán Villegas, uno de los autores.
El profesor en la Universidad Nacional de Colombia ha sido víctima directa de esa política de represión y criminalización. En 2009, mientras hacía una estancia posdoctoral en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue extraditado a su país, adonde estaba acusado por el gobierno del ex presidente Álvaro Uribe de pertenecer a las FARC.
“Se me señaló ser miembro de la comisión internacional de las FARC y se me inició un proceso por terrorismo y rebelión, por el cual estuve dos años preso en un centro de alta seguridad. Fui absuelto en el proceso porque no pudo demostrarse ningún vínculo”, relató a La Jornada.
“En segunda instancia, se falló en mi contra, me condenaron a ocho años de cárcel. Fui nuevamente llevado a prisión, donde estuvo un año más en un centro de alta seguridad. El caso llegó a la Corte suprema, la cual encontró que no había ningún mérito y , por el contrario, se había violado el debido proceso en mi caso. Entonces, fui absuelto”.
A Miguel Ángel Beltrán se le acusaba de pertenecer a las FARC a partir de supuestas pruebas que lo vinculaban con Raúl Reyes, el segundo hombre al frente de esa organización, quien fue muerto en un operativo.
“Eran pruebas falsas. Decían que mi nombre aparecía en el computador de Raúl Reyes y la defensa pudo demostrar que en ningún momento aparecía mi nombre ni tenía algún vínculo”.
Con información de La Jornada.