No hacen caso, no escuchan, es una minoría visceral que levanta la bandera de la muerte y para quien el fin justifica todos los medios.
Se les dijo que la orden de aprehensión nunca llegó, pero no le recriminaron al poder judicial.
Se les recordó lo que ocurrió con el “Z42” en Nuevo Laredo, y con el “Mencho” en Guadalajara, pero igual acusaron ineptitud.
Pidieron hasta la renuncia del Presidente, cuando se les olvida que sólo son una minoría prejuiciosa y visceral.
Desprecio hacia la vida humana
Pero lo más preocupante es que mostraron un desprecio supremo hacia la vida humana.
La mayoría de ustedes, presumen de ser “religiosos” y hasta de estar en contra del aborto por ser “Pro-Vidas”. Y ni así entraron en “razón”.
Se les dijo que la medida tomada no sólo era legal (no había forma de proceder contra el capturado sin una orden de aprehensión en forma, no la provisional con la cual contaban), pero nunca escucharon.
Igual, otros acusaban de que se “había violado la ley y los derechos del inculpado”, y sólo confirmaron su enfermiza bipolaridad.
Ignoraron las causas
Se les dijo que la medida tomada evitó la muerte de decenas o tal vez cientos de personas, entre los que estaban en el fuego cruzado y los que habían sido amenazados de sufrir represalias, pero no les interesó.
Ignoraron olímpicamente que este problema no es de ayer, y que, si ese grupo criminal acumuló tanta fuerza, fue gracias a la omisión, negligencia o franca complicidad de los gobiernos anteriores.
No mostraron la más mínima vergüenza, el más mínimo pudor, ni siquiera un atisbo de razón. Insultaron, calumniaron y denostaron hasta el cansancio.
Yo lo veo muy sencillo: mostraron su verdadera cara, una cara que sólo puede mostrar el fascismo.
Y esa cara es la de la cultura de la muerte.
Quienes ven sólo los “daños colaterales”
Hablamos de los mismos que asesinaron a Lorca y a Jara, y persiguieron a Machado y a Neruda.
Hablamos de los mismos que, si pierden elecciones, sólo saben de golpes de Estado para recuperar el poder, no importando cuántos mueran en ese proceso.
Hablamos de los mismos, que no entienden que hay otras formas de enfrentar a un enemigo armado hasta los dientes, sin necesidad de un ataque frontal que conlleve la muerte de cientos o miles de civiles inocentes.
Pero para ellos, el fin justifica los medios, en forma por demás maquiavélica, y los que puedan morir, sólo son “daños colaterales”.
No pueden entender que la mayoría ya no opine igual.
La verdadera cara de la oposición
No pueden entender que la mayoría, no sólo no haya pedido la renuncia del Presidente, sino que haya mostrado su apoyo a las medidas tomadas.
No pueden entender que los paradigmas cambiaron tanto, que no sólo la familia del hijo de “El Chapo” agradeció que se haya respetado su integridad, y que no lo hayan torturado o aplicado la “ley fuga”, sino que hasta la propia Sedena confirmó e hizo públicas los errores que cometió.
Yo, la verdad, nunca había visto una nota de disculpa de la Sedena en mi vida.
Oposición: el fallido operativo sólo les sirvió para mostrar, insisto, su verdadera cara y como catarsis para toda la frustración, encono e ira que guardan por este cambio de paradigmas.
Pero sólo les sirvió para eso.
“Vengan a Culiacán”
Hoy, decenas, cientos o miles de habitantes de Culiacán pudieron ver de nuevo el sol, y están agradecidos por eso.
El haber sido “daños colaterales” con tal de evitar perder “popularidad”, no es una idea que les satisfaga mucho.
Varios de ellos invitaron a quienes no piensan igual, a que vayan a su ciudad, tomen las armas, y enfrenten ellos al crimen organizado, si tanta sed de sangre tienen.
Sed de sangre pero ¿la de quién?
Pero su sed de sangre es inversamente proporcional a su escala de dignidad y de valores, y directamente proporcional al grado de cobardía que padecen.
Porque exigen sangre, pero que no sea la suya.
Y no hallo un nombre o una frase para describir eso. Porque decirles “viles cobardes” es quedarse cortó ante eso.
Sí: pusieron frases de Churchill. Pero él fue militar, y arriesgó la vida. Y los ingleses no tuvieron empacho en enviar a sus hijos e hijas a la guerra.
Pero ustedes ¿enviarían a sus hijos, o los expondrían con tal de conseguir la paz?
¿Ven a lo que me refiero? Aquel que tiene tanta sed de sangre, pero quiere ver la de otros, y no exponer su sangre o la de su familia, no tiene forma de ser nombrado.
Porque “psicópatas” o “sociópatas” también se quedan cortos ante tal desprecio por la vida humana.
Pueden seguir vociferando. Sólo muestran su verdadera cara, una cara tan monstruosa, que sólo en el infierno les pueden aplaudir.
La gente de bien nunca podrá hacerlo.
Gracias.
Monterrey, Nuevo León, 19 de octubre del 2019