Elementos como la jadeíta, importada de Guatemala, o las conchas colectadas en los océanos Pacífico y Atlántico, develan el alto estatus de los líderes teotihuacanos
- Dentro de los depósitos del palacio se han localizado miles de restos animales, entre ellos, algunos ejemplares que, sin intervención humana, quedaron atrapados en las ofrendas
Como parte del segundo día de actividades del simposio “El Palacio de Xalla en Teotihuacan. Una posible sede de poder”, que organizó El Colegio Nacional, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dieron a conocer los resultados de múltiples análisis efectuados en los vestigios materiales que se han colectado en esa residencia de elite, y cuyos resultados revelan a los científicos su origen, empleo y simbolismo.
En el foro, moderado por la arqueóloga y coordinadora del proyecto en Xalla, Linda Manzanilla, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, el investigador del Museo del Templo Mayor (MTM), Emiliano Melgar, expuso los distintos exámenes de arqueología experimental y espectroscopía micro-Raman, entre otros, que ha ejecutado a diversos elementos de la lapidaria de esa área de la Ciudad de los Dioses.
Por medio de dichos estudios, se sabe que Xalla, un espacio de clase alta, compartía un rasgo peculiar con barrios populares de la antigua ciudad como Teopancazco y Oztoyahualco: las placas trapezoidales de serpentina, objetos suntuarios que se importaban de un mismo yacimiento localizado en el actual poblado de Tehuitzingo, Puebla.
No obstante, Melgar señaló que en Xalla existen materiales que demuestran el alto estatus de los ocupantes del palacio: “pedernales de la zona de Morelos, travertinos del valle poblano-oaxaqueño, obsidiana del Eje Neovolcánico Transversal, serpentina y cuarzo de Guerrero y Oaxaca, y jadeíta de Guatemala”.
Una lectura similar es la que ofrecen las conchas y los restos de fauna recuperados a lo largo de dos décadas de trabajo en el palacio de esa área residencial, cuyos temas fueron abordados, respectivamente, por Adrián Velázquez, investigador del MTM, y Norma Valentín, del Laboratorio de Arqueozoología del INAH.
En Xalla se han obtenido 420 elementos de conchas marinas y dulceacuícolas, las cuales, pormenorizadas en familias, géneros e, incluso, especies, permiten esclarecer la importancia que para los teotihuacanos tuvieron tales moluscos que, para obtenerse en condiciones óptimas, requerían de buzos y redes de comercio que elevaban su costo y, por ende, el prestigio que se les confería una vez empleados en contextos rituales, o transformados en cuentas, pendientes e instrumentos musicales.
Tras referir que los moluscos eran colectados en los océanos Pacífico y Atlántico, Velázquez precisó que las especies más apreciadas por los cogobernantes que residieron en Xalla fueron la Spondylus prínceps —ejemplar puntiagudo y de coraza roja— y la Pinctada mazatlanica, ostra cuyo brillo nacarado era considerado un signo de estatus desde el periodo Formativo (900 a.C.–150 d.C.), antecediendo en más de un milenio al auge teotihuacano.
En complemento, Norma Valentín, quien ha estudiado mil 847 restos faunísticos localizados dentro de un solo cúmulo ritual descubierto en la Estructura 12 de Xalla, refirió cómo esos vestigios ilustran los usos rituales o de consumo que se daban a los animales, “pues unas partes de uno mismo eran usualmente consumidas, mientras otras se reservaban para fines religiosos”.
Señaló que en dicho cúmulo existen restos de codornices, liebres y guajolotes, los cuales eran mayormente usados con fines alimentarios; gaviotas marinas, búhos cornudos y lobos mexicanos, animales que, al radicar en territorios ajenos a Teotihuacan, pudieron haber sido empleados en contextos ceremoniales.
La bióloga refirió casos específicos como el de una falange de puma que los artesanos de Xalla la transformaron en un punzón de sacrificio, o episodios de “intrusión”, es decir, de animales que no fueron usados por los teotihuacanos pero que, en algún momento, entraron a la Estructura 12 y no pudieron salir de ella y murieron ahí: caso de un sapo de espolón y de una tuza.
El simposio cerró con la participación de la investigadora del MTM, Berenice Jiménez, y de Francisca Zalaquett, del Centro de Estudios Mayas de la UNAM, quienes analizaron las figurillas de cerámica y los instrumentos musicales que hasta el momento han sido encontrados en el Palacio de Xalla.
Coincidieron que en esta antigua área residencial predominan las figuras y los instrumentos rotos, ya que las piezas completas son excepcionales, un rasgo que, concluyeron, no sólo se vincula con la revuelta que finalizó el ciclo de vida del palacio y de Teotihuacan en su conjunto, sino también con el hecho de que, a menudo, esos objetos, eran rotos intencionalmente o “matados” con la idea de liberar las esencias supraterrenales que, creían, alojaban.
Con información de la Secretaría de Cultura