M.H. Reidezel Mendoza S.
El 21 de agosto de 1879, el cacique chiricahua Victorio, al mando de 40 apaches, huyó de la reserva de Mescalero, condado de Lincoln, Nuevo Mexico, rumbo a la frontera y penetró al estado de Chihuahua. En el trayecto, se le unieron apaches lipanes y mescaleros, incluso un guerrero comanche, sumando cerca de 200 hombres. Victorio conocía perfectamente cada metro de la región y acampó en las escarpadas montañas al sur de la laguna de Santa María, donde había abundante pasto y agua. Posteriormente, la numerosa gavilla de Victorio se movilizó a las estribaciones de la sierra de la Candelaria, cerca de la ranchería de San José, propiedad de don Mariano Samaniego, a más de 100 kilómetros al sur de la villa del Paso del Norte; desde sus alturas podía dominar la vista de la carretera pública, entre la ciudad de Chihuahua y la villa de Paso del Norte, y observar cualquier movimiento de viajeros o de tropas a casi 40 kilómetros en todas las direcciones.

La gavilla de Victorio acampó al norte de las montañas de Candelaria, en un manantial que hoy se conoce como “Tinaja de Victorio”, y se dedicó a atracar las rancherías y caseríos cercanos. El siete de noviembre de 1879, hartos de sus depredaciones, un grupo de 15 vecinos del Carrizal comandados por José Rodríguez salió a explorar el rumbo de la Candelaria, siguiendo el rastro de los bandidos por una antigua ruta utilizada desde siempre por los indios, que pasaba desde el río Santa María hasta las laderas septentrionales de Candelaria. El sendero conducía a un cañón, formado por una gran colina al norte de la montaña de Candelaria, y que pasaba entre dos picos rocosos y luego bajaba por la ladera de las colinas hasta la llanura. El viejo Victorio creía que los mexicanos nunca escalarían la Candelaria, y envió a 50 de sus hombres al punto donde el camino se cruzaba con la cresta, entre los dos picos, para emboscarlos; en el lado norte del sendero sólo había unas pocas rocas, y el lado sur era áspero. Los apaches se escondieron entre las rocas y cuando los vecinos cruzaron por dicho punto, los sorprendieron y abrieron fuego, empujándolos al sur, donde otra gavilla también les disparó desde los acantilados. Era una trampa mortal sin esperanza de escapar. La mayoría de los caballos rodaron acribillados por el profundo cañón, conocido como «Cañada del Muerto». Algunos pocos hombres se habían atrincherado en espacios de dos por dos metros, pero fueron masacrados cuando intentaron escapar de aquella emboscada. Murieron el comandante José Rodríguez, Antonio Hernández, Mauricio Solís, Inés Ortega, Blas Villanueva, Florencio Villanueva, Rosalío Jaramillo, José María Hernández, Guadalupe Grijalva, Eulalio Villanueva, Hermenegildo Ruiz, Santos Contreras, Serapio Trujillo, Braulio Perea y Cayetano García.

Al paso de los días, y al ver que el grupo de vecinos no regresaba, se organizó otra partida de 14 voluntarios del Carrizal para apoyar a sus amigos y familiares, esta vez comandados por José María Rodríguez, que siguió el rastro del primer grupo, pero Victorio, desde las alturas, divisó que se acercaba la partida, y preparó un plan para exterminarlos.
Los apaches se las arreglaron para empujarlos a la misma trampa, sin embargo, los vecinos alcanzaron a dispersarse, aunque fueron asesinados en la ladera sur de las colinas; dos de los vecinos, Pánfilo Trejo y Manuel Aguirre, fueron acribillados cuando intentaron huir a caballo. Murieron también el capitán José M. Rodríguez, Jesús Domínguez, Jesús Baca, Inés Núñez, Guadalupe Ruiz, Juan Alarcón, Tiburcio Contreras, Desiderio Sánchez, Julio Hernández y Jesús José N. Según el cronista Almada también murieron Jesús María Salas, Tránsito y Narciso Cervantes, Jesús Sánchez, Inés Muñoz, Cruz Herrera y, aparentemente, se salvó Herculano Hernández, quien quedó gravemente herido en el campo.
Pasaron varios días antes de que otro grupo fuera enviado también del Carrizal y descubriera un tétrico escenario: docenas de cadáveres en estado de putrefacción, que eran devorados por los buitres. El Ranger texano George W. Baylor, que iba en persecución de Victorio, comentó: “el rastro pasaba por un lugar rodeado de tres altos picos rocosos. Los mexicanos fueron tiroteados justo cuando llegaban a la cima, después de haber desmontado, encontrándose de frente con las rocas. Los apaches mataron sus caballos, que estaban atados, y abrieron fuego contra ellos, desde encima y por un costado. Los mataron a todos…”
Un mensajero fue enviado a Paso del Norte, y los vecinos de las localidades de Zaragoza, Tres Jacales, Guadalupe, San Ignacio, Samalayuca y una partida de Rangers de Isleta, Texas, se organizaron, y más de un centenar de hombres salieron en persecución de la gavilla de apaches.
La banda del indio Victorio continuó aterrorizando los pobladores del norte del estado de Chihuahua, hasta que fue exterminada el 15 de octubre de 1880, en Tres Castillos, jurisdicción de Coyame, por las tropas del coronel Joaquín Terrazas y del capitán Juan Mata Ortiz.
FUENTES:
Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Chihuahua, Fondo José Carlos Chávez, s/c.
Archivo Histórico del Carrizal
ALMADA, Francisco R., Diccionario Historia, Geografía y Biografía chihuahuenses, cuarta edición, UACH, s/f.
TERRAZAS, Joaquín, Memorias del Sr. Coronel D. Joaquín Terrazas, Imprenta El Agricultor Mexicano, Ciudad Juárez, 1905.
Periódicos:
Buffalo Morning Express
El Paso Herald
El Progresista,
El Monitor Republicano
Fort Worth Daily Democrat
La Patria
El Siglo Diez y Nueve
La Voz de México
El Libre Sufragio
El Progresista
Periódico Oficial. Semanario del Gobierno del Estado
Southwest Sentinel
Página Web:



