El nuevo boom de la poesía

FREDDY SECUNDINO  / Escritor, poeta y periodista / Reportemedia.com / diario19.com

 

La plaza está de bote en bote, la gente presta pa’ la emoción, en el ring se encuentran varios poetas, listos para la ovación… ¡¡¡Pelearááááánnn, de dos a tres poemas, con límite de tiempoooo!!!… ¡A ver de qué papel corre más tinta!… Golpe a golpe, verso a verso… Pero no por mucho versar se amanece más poeta… Ya conocen las reglas: un poema en tres minutos… Buena lectura, poetas, lean limpio, no se valen versos bajos… ¡¿Listooooss?!… ¡¡Verso!!

Primera leída

El rudo Pierrot costeño se lanza con sus metáforas cual “toma de réferi”, pero la técnica de Estrellita Marinera se lo quita con sus hipérboles y le aplica una quebradora con rimas floreadas de ritmo y cadencia que le rascan, cual mariposas en celo, la boca del estómago a varias mujeres del sillerío.

Sin embargo, el metafórico de la Quebrada acapulqueña se repone y contraataca con versos alejandrinos que parecen improvisados y provoca el ¡aaahh! del respetable masculino, que le pide que la remata con un planchazo, pero la diva de la décima sorjuanesca lo sorprende con un juego de cuerdas y desde la tercera lo topa con una métrica cual lanza a la Perro Aguayo y…

No, no es un alucine ni una película de Almodóvar, ni nada parecido.

Es un ring, sí, pero no es el de la Arena México, sino uno improvisado en una plaza pública del DF. Y en él, en vez de musculosos profesionales enmascarados de la lucha libre, están en sana competencia dos jóvenes poetas (mujer y hombre) que se enfrentan así, con sus versos en la boca, ante una réferi también letrada, unos jueces versados, unos comentaristas parodia del doctor Alfonso Morales y El Rudo Rivera (pero “leidos”) y un público variopinto en el que se mezclan desde escritores de edades distintas, hasta chavos “chemos” con su infaltable “activo” en la nariz.

Uno de ellos, atento a lo que sucede en el ring, le dice a su cuate: “Chale, qué locos están estos güeyes, bien pasados, ¿no?”… Y a un lado, una joven con aspecto de trabajadora doméstica le sonríe a su novio de manita sudada y recarga su cabeza en el hombro del galán complacido quien balbucea: “Sí, pues”.

Se trata de un recital del Torneo de Poesía 2012 Adversario en el Cuadrilátero, que cumplió su sexto año de llevarse a cabo en diversas plazas públicas del DF y cuyo eslogan es “La poesía no se impone, se expone”.

Este evento es uno de decenas que en el país se multiplican cada año con más frecuencia, número de poetas y público interesado, en escenarios cerrados y abiertos y que parecieran estar empujando un nuevo boom de la poesía en México.

La efervescencia literaria se expresa en presentaciones de poemarios con la característica y a veces aburrida solemnidad al estilo de los “poetastros académicos” (como los llaman los chavos), en lecturas en cafés y bares por parte de conocidos y desconocidos versadores, en performances en sitios bajo techo y al aire libre, en slams en los que la aguerrida e hiperquinética chaviza descarga toda la furia que les causan los políticos y la convulsa realidad nacional.

¿Cómo hacerse oír públicamente? ¿Cómo decir su enojo ante los demás? ¿De qué manera alzar la voz, sin exponerse abiertamente a la censura? ¿De qué modo se puede expresar una idea, una crítica al statu quo? ¿Qué decir frente a la incultura y la desinformación?

La poesía (como lo demostraron Rubén Darío, León Felipe, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Ramón López Velarde, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos, Joseph Brodsky, Stéphane Mallarmé, Ana Ajmatova, Charles Bukowski, Mario Benedetti, Allen Ginsberg y tantas y tantos poetas más de épocas y lugares distintos) es un pasaporte que uno mismo se otorga y los lectores lo avalan y renuevan.

Porque la poesía es, en esencia, libertad de pensamiento y de acción. Así la han descrito eruditos y neófitos en el tema. Así la enarbolan los llamados “jóvenes viejos” y la plebada que se juega la vida en la frontera de los 20 años de edad.

Y toman las calles, las plazas públicas, los autobuses, el Metro, el Metrobús, los parabuses, los cafés, los bares, los auditorios escolares, las librerías, las bibliotecas y cuanto recinto cerrado o al aire libre del país se topen en el camino.

Aunque la chaviza y demás lectores de poesía querrían que haya una publicación o un portal en internet en el que se den a conocer todas las lecturas públicas, no lo hay. Los organizadores de estos eventos, por lo regular, salvo excepciones, andan en busca de recintos cerrados (cafés, bares o foros) que sus propietarios les presten y el acuerdo se tiene que hacer, normalmente como mínimo, con uno o dos meses de anticipación.

Y en el caso de los cafés y bares, la condición es que lleven público para que consuma sus productos a la carta (hay quienes aceptan hacer un descuento simbólico en los precios. Por ejemplo, una taza de café, a 20 pesos en vez de 25, o una cerveza a 22 pesos y no a 27).

Esto ocurre no sólo en la ciudad de México (prácticamente en todas las delegaciones políticas, salvo Xochimilco y Tláhuac, en las que no es común que suceda), donde mucha actividad (a veces hasta 10 eventos al mes y de éstos, ocho o nueve son de los grupos y editoriales independientes), sino en otros de estados como Guerrero, Morelos, Puebla, Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí, Quintana Roo, Jalisco y Baja California.

Qué más da que frente a ellos sólo haya una o cien personas escuchándolos y a veces sólo sean familiares y/o amigos. Qué importa que sus poemas se queden en su computadora, o en blogs personales, o se editen en libros-objeto o cartoneros que a lo mucho alcanzan los 300 ejemplares y los venden en los recitales, hasta en 20 devaluados pesos.

Pero ahí están también las redes sociales, ¡ah, qué salvadoras! Con el riesgo no sólo del consabido plagio (tan de moda, con o sin la internet), sino de caer en el fango de la llamada “twitteratura”, o la “facepoesía” o, peor aún, el novedoso y virulento “flarf” (algo así como el “troll” poético en la web).

El “Flarf” habría nacido en marzo de 2001 en Estados Unidos. Y según lo explica Gary Sullivan (autor de PPL en un depósito, de “flarf”), primer impulsor (a él le siguieron una docena de hombres y mujeres quienes se hacen llamar poetas: Machael Paradis, Nada Gordon, Jordania Davis, Gardner Drew y otros), el “flarf” es “una especie de broma, o al menos un espacio donde la gente le gustaba contar chistes, bromas, sobre el mundo de la poesía”.

Es decir, no es otra cosa sino una supuesta parodia de las formas convencionales de la poesía (a las que consideran, sin excepción, aburridas), aunque tal sarcasmo sea incoherente o que el único significado que tenga sea el que le da quien lo escribe.

Por ejemplo, “pizza = gatito” o “uh-huuuuuuuuhhh”. Si bien hay ejemplos de aparente crítica socio-política, como este de Katie Dagentesh: “Cuando los serbios se enojan, se habla/sobre una ciudad pequeña como Grace./Deja de reír, lo digo en serio./La gracia es todo lo que puedo utilizar en mi hogar de viejos salarios./La compadezco por el ingrato trabajo de construcción./Una nación de los estadunidenses concebidos en placas de Petri”.

En Estados Unidos tuvo su origen y auge público en blogs personales, hasta que prestigiosos medios impresos (The Wall Street Journal, The New York Times, The Villace Voice, Bookforum y otros) y cadenas televisivas como la BBC comenzaron a hablar del caso, pues quienes impulsaban este movimiento ya habían publicado libros de manera independiente o en editoriales pequeñas.

En México hay infinidad de ejemplos que podrían considerarse “flarf”, pero hasta ahora se quedan (y pululan a diario) en Facebook y Twitter (forman parte de la llamada “facepoesía” o “twitteratura”), y son, a simple vista, lo mismo que hicieron y hacen los estadunidenses: ocurrencias, bromas, sarcasmo, parodia seria o inconexa. Y todos, o la mayoría, son de jóvenes veinteañeros que en algunos casos también escriben verso libre y participan en lecturas públicas o slams y hasta ya han aparecido (con poesía “convencional”) en antologías de tiraje corto (50 ó cien ejemplares), en editoriales de sus amigos.

Los “flarf” en México no se concentran en algún grupo bloguero o en Facebook (salvo http://mainstreampoetry.blogspot.mx, pero a éste sólo se accede a través de Wikipedia al buscar “flarf”, nació en 2003 y tiene poco más de mil seguidores), sino que se limitan a las cuentas personales en las redes sociales.

La falta de interés en autores jóvenes o aún no publicados, por parte de las editoriales “grandes” o con distribución “masiva”, ha provocado que los mismos escritores funden su propia editorial y se autopubliquen e incluyan en su catálogo a colegas que no tienen cabida en aquéllas. Hay quienes, a falta de recursos económicos y para evitar trámites burocráticos, fiscales y similares, tienen sus revistas digitales y las promueven en los diversos grupos de poesía en Facebook (mexicanos y extranjeros), en sus blogs y/o sus cuentas personales en las redes sociales.

Grupos de poesía en Facebook y Twitter hay una infinidad, por ejemplo: Red de poetas latinoamericanos, La poesía mexicana, Encuentro de poetas universitarios, Poetas y amigos, Café poesía, La senda del poeta, Tlacuila, Asociación de poetas y escritores latinos, Sabino poeta, ¡¡¡Locos por la poesía!!!, Comunidad 100 mil poetas por el cambio México, Poetas de 243 países, Poesía trascendente, Poetas y amigos, La otra poesía, Poetas en Nueva York, Poetas en carnaval y muchos más).

Y entre las publicaciones digitales independientes (algunas también son impresas y grupo en Facebook) figuran: Semanario Deportivo de Poesía, Círculo de Poesía, Beat, Clarimonda, Metáfora hoja de poesía, Ekstrapoesía, La piedra, Río arriba, El rincón de la poesía romántica y otras.

Nadie detendrá ya esta crecida y brava corriente de poesía en el país. Las casas editoras de nombres conocidos tal vez tendrán que cambiar sus políticas para no caer en la vergüenza de hacer ediciones de tres mil ejemplares cuya mayoría, en muchos casos, terminará en ferias de libros de remate, mientras los “cartoneros”, plaquetas o libros-objeto están teniendo más aceptación entre los lectores, no sólo por su bajo precio, sino porque sus autores y editores no tienen prisa para venderlos, inclusive, de mano en mano.

Segunda leída

Adriana Tafoya, autora de poemarios como Viejos rituales para amar a un anciano, El matamoscas de Lesbia, Enroque de flanco indistinto (que le mereció jugar con el ajedrecista Garry Kasparov cuando estuvo en la UNAM) y Malicia para niños, entre otros, fue la creadora, junto con Andrés Cisneros de la Cruz, del concepto “Adversario en el cuadrilátero”, cuyo objetivo es no sólo atraer lectores, sino ejercer la poesía como deporte intelectual.

La centralización del gobierno en el ámbito literario, con sus consabidas imposiciones y favoritismo por las “mafias” o elites, impulsó a esta pareja de creadores a poner todo su empeño en tener su propio espacio compartido con la “colegada” poética, ante la sociedad en general, expuestos a los lectores, no a los “críticos” o supuestos “sabihondos” en la rima y el verso libre.

Aquí no sólo le llegamos a la gente en la plaza, dice Adriana, “sino que la educamos respecto a qué es la poesía, para que se acerque cada vez más y la lea, decirle que los poetas no sólo estamos en las librerías, en la biblioteca y la oficialía”.

Este tipo de exposición de la poesía, es menester subrayarlo, no es nuevo. Baste mencionar los debates entre clérigos que se realizaban en el siglo XIX y que, según los estudiosos del tema, se disputaban con “poesías” en varios países de América Latina y eran conocidos como “torneos poético-escolásticos”.

En México, a mediados del siglo pasado, surgieron las “Olimpiadas de Poesía”. Memorable es la que organizó Alejandro Finisterre en 1968, a propósito de los Juegos Olímpicos que se llevaron a cabo en nuestro país. Entre otros, participaron Jaime Labastida, Leopoldo Ayala, Horacio Espinosa Altamirano, Eduardo Lizalde y Marcela del Río, quien resultó ganadora.

Leopoldo Ayala, autor de El domador, El herrero del cuerpo, 10 de Corpus y Poesía joven de México, entre otros libros, y homenajeado este año por el grupo Moebius y “Adversario en el cuadrilátero”, afirma que en 1968 nació la lucha de los jóvenes por un México en absoluta y total libertad, donde cada quien pueda cantar lo que quiera.

“Me parece extraordinario –precisa- que los jóvenes se unan hoy para hablar de la poesía en libertad, eso es lo que nosotros queríamos en el 68. La poesía avanza, llega al pueblo, todo esto es importante, poesía es liberación y el pueblo no sólo necesita la liberación en tono de poesía, sino también en tono de su propia realidad y nada es más real que la poesía. Esta generación no sólo va a marcar una pauta, va a lograr que el pueblo encuentre el camino de la libertad, de la revolución de la toma del poder y todo lo que significa que todos tengamos todo para que los que han explotado siempre no puedan tener ya más impunemente nada”.

Adriana Tafoya, también directora de la editorial Verso Destierro y en la que en diez años de existencia ha publicado más de cien títulos de poetas conocidos y jóvenes (en libros convencionales, plaquetas y miniatura), con más de 79 mil ejemplares vendidos, destaca que todo lo que sea en favor de la poesía y el crecimiento en la cultura del país es valioso.

Ha notado un crecimiento en estados como Guerrero, Michoacán e Hidalgo, donde hay mucha cercanía no sólo con la poesía, sino también con la crítica. Las editoriales independientes, acepta, “estamos interesadas en promover varios tipos de poesía emergente, sin embargo, no funcionamos como un contador (o acumulador) central, sino que cada editorial tiene su propio rango y métodos de publicación, por lo cual funcionamos más que como un registro, sí como catálogo de lo más sobresaliente en su estilo”.

Mónica González Velázquez, poeta, promotora de lectura de poesía en recintos privados y públicos (entre ellos “Poesía y Movimiento”, evento anual que desde hace cuatro años se realiza en el pasaje del metro Pino Suárez) y propietaria de la editorial Mi Cielo Ediciones, asegura que ha encontrado nuevos talentos.

“La gente que participa en los recitales está muy interesada en dar a conocer su trabajo, y la gente que escucha es muy receptiva, pregunta dónde es el próximo festival y por los libros de los poetas. Ha ido creciendo el interés público, poco a poco”.

Autora de Glory box, Gran mal y Las cosas últimas, entre otros poemarios, Mónica González afirma no tener gran dificultad para publicar porque edita libro-objeto con 50 ejemplares por pieza, son textos de colección, “y se distribuyen y venden porque la gente está al tanto de las editoriales alternativas. Lo que sí es problema es conseguir los subsidios, pero conforme se van vendiendo recuperas la inversión y se reinvierte para otras ediciones”.

Por su parte, Mario Bojórquez, poeta, ensayista y traductor (Pájaros sueltos, El deseo postergado y Y2K, entre otros libros), ganador de varios premios literarios, sostiene que la poesía es un lenguaje sintético que encarna muy fácilmente en los procesos masivos, como la internet.

Pide no temerle al modo en que la poesía se acerque a los lectores, pues “la memoria educada conservará siempre lo mejor. La poesía está hecha de estremecimiento, de furor, de realidades estridentes, de opacidades anímicas. Un lector atento, en cualquier soporte, libro, publicación periódica, blog o twitter, reconocerá estos valores y aquilatará su propuesta”.

A su vez, Andrés Galindo, también conocido como Ixca Cienfuegos, un activo participante en lecturas públicas (incluidos slams), autor de los poemarios Veinte poemas de la furia y una nota de esperanza, Para rayar paredes y Ariadna en el laberinto y otros pretextos, dice que aunque aún hay muchos prejuicios sobre la publicación digital, en la revista Beat (de la cual es coeditor, junto con Ylla Kannter) “no solamente reunimos texto; podemos ver video, fotografía y escuchar audio. La edición principal está diseñada para ser leída en una tableta; ahí mismo puedes leer, ver, escuchar. Es difícil porque la gente aprecia más un libro de papel y, además, no todos tenemos una tableta”.

La veracruzana Ylla Kannter, narradora y poeta, autora de Asientos de café, Agua ardiente, Mi tierra y Abrazar a los muertos, entre otros (sus poemas también han sido incluidos en antologías en México y en el extranjero) cree que las redes sociales juegan un papel importante, pero al mismo tiempo son un arma de doble filo.

Por una parte, subraya, está la difusión del trabajo artístico de cualquier disciplina y, por la otra, “está la plataforma ególatra para más de uno que se autonombra poeta y no tiene, siquiera, una noción de la poesía y, ya no digamos de la poesía, de la ortografía. Esto último es lo que hace que parezca en ocasiones poco serio el andamiaje en el que se sostienen festivales y editoriales independientes y, por lo tanto, la credibilidad o la calidad puede verse mermada”.

Considera que las editoriales tendrán que asomarse con más seriedad a estos medios (los alternativos), “donde puede encontrarse seriedad en el trabajo y, al mismo tiempo, cercanía con el público y popularidad, cosa que a las grandes editoriales les interesa bastante porque se traduce en ventas”.

De las editoriales grandes, el Fondo de Cultura Económica fue la que más libros de poesía publicó en 2012 y siempre supera, por mucho, a todas las otras. En sus seis colecciones, el FCE editó 17 títulos, la mayoría de ellos (13) son antologías, de autores mexicanos y extranjeros (este año publicará sólo 13). Ninguna casa editora da cifras oficiales de cuántos ejemplares del género vende anualmente, pero los tirajes no pasan de tres mil por título y difícilmente se venden todos en un año.

A decir de poetas que no publican en editoriales grandes, es probable que vendan más las independientes (aun siendo desconocidos sus autores) que aquéllas, por la sencilla razón de que las pequeñas llevan sus libros a los lectores (en las lecturas públicas) y las grandes tienen que esperar a que éstos acudan a las librerías.

El poeta Homero Aridjis, editado por el FCE y quien a mediados de los años 60 del siglo pasado fue incluido por Octavio Paz en Poesía en movimiento, una exitosa antología con poetas viejos y jóvenes (Aridjis era el más chavo), libro que tuvo unas 30 reediciones, dice que la poesía en México tiene dos vertientes: la indígena y la escrita en castellano.

Autor de Perséfone y Mirándola dormir, entre muchos otros, Aridjis agrega que “en los autores de ahora, los jóvenes, han influido muchísimo el internet, la música y el cine, para dar un lenguaje nuevo. Por eso ha cambiado mucho. Antes había mucha poesía muy retórica. Y ahora es más cotidiana. Es muy pronto para ver si dentro de un tiempo equis estos poetas armen una generación en México y se hable de ella. Se están definiendo. Hay muchos como entre la arboleda. Hay mucha poesía muy original, con mucha energía, pero están muy jóvenes. Un poema o algunos no bastan para hacer una obra”.

Tercera leída

Esto no es “La Academia” ni “La Voz… México”. No. Esto es poesía. ¿Aunque sea en slam? Sí, aunque sea improvisación que más bien se le eche al bote del rap o del hip hop o esas cosas raras musicalizadas que tanto éxito comercial tienen y que se impregnan cual cicatriz en el gusto juvenil, de veinteañeros y treintañeros que buscan ansiosos los torneos de slams para saciar su sed de poetas mal habidos o supuestos versadores ejemplares.

El slam, si bien es defendido por muchos que lo practican porque en esos eventos tienen la oportunidad de dar a conocer sus creaciones, adolece de buena poesía, pues sobran quienes improvisan o por medio del performance intentan darle valor poético a lo que recitan de memoria o leen ante la concurrencia. Y dado que en muchas ocasiones, un evento de estos acaba en mero juego rapero o hiphopero, se vuelve divertido y el público premia a quien tenga mejores ocurrencias o dotes histriónicas. “Nunca faltan quienes caen en la rima fácil tipo Arjona”, diría un espectador en uno de ellos.

Si bien hay quienes escriben versos bien estructurados (independientemente de las reglas poéticas históricas) o improvisan ideas con metáforas dignas del más grande aplauso, en los recitales hay de todo. Mujeres y hombres leen sobre papel, en su teléfono celular, en su tableta, en su computadora portátil, o de memoria.

La mayoría se apoya en la internet para publicar sus versos. Sin importarles el plagio. Ni siquiera exhibir sus desvaríos amorosos cursis o “pensamientos” enteramente personales autocalificados como poemas, y caer en la llamada “twitteratura” o “facepoesía”.

Según Rojo Córdova, egresado de Letras Hispánicas por la UNAM y uno de los principales impulsores del slam en México, desde hace cuatro años (ahora tiene la Estela de Luz como escenario slamero), poesía es lo más blasfemo y procaz, lo más sagrado y todo lo que está en medio.

“Todo eso es poesía. Yo encontré en el slam no sólo una forma de expresión, sino una causa. Lo que yo hago es spoken word, pero en realidad es literatura tradicional, pre-Gutenberg y el slam es un poema que nace gritando, con cinco elementos: texto, voz, cuerpo, público y escenario. Lo padre es que a los chavos les late”.

En el escenario hay decimeros, soneros, performers, narradores orales, cuentacuentos, spoken words, improvisadores escénicos, albureros, raperos, choreros, escritores, hip hoperos, lenguaslargas, víboras prietas y una que otra alimaña foxiana de la palabra en voz alta.

No es una generación literaria, aclara Rojo Córdova (quien administra el grupo feisbuquero Poetry Slam México –con mil 488 miembros- y quien hace poco, en la invitación vía Facebook pedía “más decimeros”), “el slam es un pretexto para que todas las generaciones se junten. Y en un país que está en guerra, más vale juntarnos para leer y divertirse, que agredirnos entre sí”.

El slam nació en Chicago (EU) en 1986. En México tuvo su aparición pública en 2005, cuando Tiosha Bojórquez, Edgar Khonde, Katia Tirado, Lalo Jaranas y Estepaperro ofrecieron el primero en el museo X-Teresa Arte Actual. En 2006, la Casa del Lago se sumó a la corriente. Ésta siguió a Cuernavaca, en 2007, con Logan Phillips como organizador. Y en 2008, en el DF, Cara Cummings, Imuris Valle y Radio Zapote se dieron a la tarea de realizar uno cada mes en el bar Red Fly y otros sitios de la capital del país.

Ha sido tal su fuerza, que ya está en Guatemala, Argentina, El Salvador y Cuba. Y hasta hay una Federación Internacional de Slam.

El spoken word o el slam poetry, de acuerdo con Mario Bojórquez, “están más vinculados a la actuación o improvisación en escena de ciertos tópicos de la poesía; pero, sin duda, será a través de las publicaciones como reconoceremos si se trata de literatura realmente. Es interesante que haya una respuesta cada vez mayor de un cierto público que frecuente este tipo de espectáculos poéticos”.

Sin embargo, acota, “la poesía, como yo la entiendo, reside en la escritura y cuenta con recursos que incluyen la lectura pública, pero su valoración consiste en otras características muy puntuales: expresión, pensamiento y emoción”.

Galo, ganador de uno de los slams recientes en la Estela de Luz y quien siempre improvisa, dice que esta expresión es una plataforma para artistas nuevos, “pero también es una fiesta porque conoces mucha gente, se crean lazos de amistad. Yo no trato de ser uno de los grandes inmortales o que tengan mis palabras en una biblioteca, simplemente le dejas algo a la gente que te escucha. No es para recibir algo a cambio, cotorreas con la banda, nada más”.

Esto pareciera tener semejanza con la publicación de versos en Facebook o Twitter.

Arturo Alvar, gestor cultural con el grupo Moebius (organizador de un encuentro anual de poetas nacidos en los 80) y autor del libro Obituario e incluido en varias antologías, opina que las redes sociales permiten dar a conocer a nivel nacional e internacional lo que hacemos.

Será interesante a futuro, dice, “porque la poesía será más democrática, sin importar si perteneces a tal o cual grupo, si traes tal o cual beca. Se trata de trazar un mapa donde los poetas que se dicen menores sostienen a los que se dicen mayores. Antes era un archipiélago de soledades”.

Carolina Alvarado, Edgar Javier Ulloa, Francisco Trejo, Ángel Vargas y Yelitza Ruiz coinciden en que el uso de las redes sociales los acerca no sólo con poetas del país y del extranjero, sino con editoriales que andan en busca de nuevos valores de la poesía en el mundo. A algunos ya los han incluido en antologías y nunca han pisado tierras extranjeras.

Así las cosas, ¿qué predomina, la buena o la mala poesía?

Beatriz Cecilia, actriz y poeta quien a menudo participa en lecturas públicas, autora de Un reino de tantos, De mis humedades vengo y Nadie se muere de amor, entre otros textos que ha llevado a la escena teatral, considera que ni están todos los que son ni son todos los que están, “lo importante es lo que genera esta reactivación de la palabra. Sólo con insistencia, con continuidad y apertura a la diversidad es como tendremos un panorama certero. La poesía no puede permanecer en los estantes, en los libreros, debe salir a la calle y caminar junto a nosotros todos los días”.

Fernando Aroche, coordinador del ciclo “Poesía y movimiento”, del Metro de la Ciudad de México, festeja que estos recitales ya se hayan consolidado en ese transporte (este año, alrededor de 200 poetas leyeron sus versos). “En esta cuarta edición hubo más público presente, hubo gente que llegó especialmente para eso, no sólo los usuarios del metro, muchos se quedaban más tiempo a escuchar o se quedaron las dos horas de cada recital. La mayoría estaba entre los 20 y 40 años de edad, pero hubo también adolescentes que fueron a más de dos recitales, y muchas mujeres veinteañeras”.

¿Estamos ante una nueva generación de poetas, de la cual dentro de unos años se estaría hablando no sólo a nivel nacional?

Salvo Homero Aridjis, los entrevistados coinciden en que si este ritmo de exposición continúa como va o crece en el país, es probable que las generaciones nacidas en los 80 y 90 forjen un movimiento poético singular, sobre todo porque son los grupos demográficos a quienes más duro les ha pegado la situación social, política y económica nacional y mundial, además de que lo cotidiano nunca ha estado peleado con la poesía.

Hugo de Mendoza, autor de Danzar del agua y 34 episodios de piscis, editor de la revista de crítica literaria El golem y quien ha fungido como jurado en los torneos “Adversario en el cuadrilátero”, sostiene que hay indignación, mucha rabia en los jóvenes, los sucesos los han hecho más críticos, más furiosos, más irreverentes.

Aclara que hay mucha poesía amorosa o romántica, “pero ha sido omitida por los jóvenes tal vez por la situación social y política del país, quizá eso es más necesario de expresar”.

Y sí, están chavos, en la frontera de los 20, pero expresan sus inconformidades contra la clase política mexicana, contra la pobreza, contra el hambre, contra la iglesia, contra todo. Muchos (la mayoría) quizá sólo leen los enlaces que sus amigos en Facebook y Twitter les comparten y difícilmente hacen un análisis con argumentos sólidos o con información suficiente del hecho que critican, pero no se callan.

“Me cagan los políticos,/me caga el gobierno,/me caga la televisión,/me caga la radio,/me caga mi mamá,/me caga mi papá,/me caga el Papa,/me caga Estados Unidos,/me caga la crisis,/me caga el hambre,/me cago yo mismo,/me caga todo,/me cago en mí,/me cago en ustedes,/me cago en la Estela de Luz…”.

¡¡¡Jajajajajajajaja!!!… La Estela de Luz ya es parte de la historia poético-juvenil mexicana… Aplausos, hurras, vítores, adentro y en el graderío de la “Suavicrema” de Chapultepec, el puño en alto, de coincidencia y aprobación, de hartazgo de algo y de todo, de que todos, al terminar el evento, se irán felices, complacidos, “cagados” de risa por lo que acaban de (con)vivir y de que tendrán que aguantar el Metro apretujados, el Metrobús en condiciones peores, el microbús… O, si acaso, los más afortunados, a “cagarse” divertidos, en grupo, a algún bar pa’ echarse unas chelas, o unos tequilas, o unos pulques (otra “moda” actual de la chaviza).