2 de octubre y 26 de septiembre / No se olvidan

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20141002_131355_resizedMargena de la O / diario19.com

 

Chilpancingo, Guerrero.- La marcha conmemorativa del 2 de octubre, en Guerrero, sirvió de escenario para exigir justicia y castigo por otra masacre, la del 26 y 27 de septiembre en Iguala, también de jóvenes y estudiantes.

 

La movilización arrancó a mediodía del monumento a Nicolás Bravo y exaltó tres fechas, que los normalistas de Ayotzinapa pintaron por cuanta pared y pavimento se encontraron: 2 de octubre, 12 de diciembre, 26 de septiembre. “Ni perdón ni olvido”.

 

Reunió a miles de personas: padres que buscan a 43 hijos desaparecidos, normalistas de todo el país, magisterio cetegista, universitarios, policías comunitarios, trabajadores, sociedad civil. Terminó en la autopista del Sol, con bloqueo, justo donde asesinaron a los normalistas Gabriel Echeverría de Jesús y Jorge Alexis Herrera Pino, hace tres años y para quienes tampoco hay justicia.

 

La actividad de estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa el día 26 en Iguala –pedir cooperación y llevarse tres autobuses de la central camionera (cada jornada de movilización los estudiantes toman autobuses para trasladarse, que después regresan a las empresas)– eran preparativos para esta movilización. Pretendían participar en la marcha nacional del 2 de octubre en la ciudad de México. El estallido de violencia en Iguala cerró ese día y abrió el siguiente con seis personas muertas, 24 heridas y 43 normalistas desaparecidos.

 

La marcha que cambió el sentido original de la movilización, también reflejó una actitud ciudadana distinta con los normalistas, a diferencia de diciembre de 2011, mes en que asesinaron a los otros dos estudiantes.

 

“A mí no me gustaría que desaparecieran a uno de mis hijos”, comentó un hombre de aspecto de clase media que veía el contingente de normalistas en la marcha desde el jardín de la estela Bicentenario. Los normalistas que pasaban en ese momento por allí venían de las otras 14 normales rurales del país, se leía en las mantas que sostenían, pero todos, en ese momento eran ayotzis: “¡Ayotzi vive, la lucha sigue!”, “¡Ayotzi!, ¡Ayotzi!, ¡Ayotzi!”. La gente que los veía desde la banqueta les aplaudió.

 

El contingente de la marcha, ya multitudinario, se veía mayor porque la gente, al menos del centro de la ciudad, salió a las banquetas, azoteas y balcones a ver la movilización. “Les hicieron feo”, le dijo una adolescente a otra, ambas paradas frente al antiguo restaurante La Cruz.

 

Las consignas de los normalistas, quienes iban apenas después de los padres de sus compañeros desaparecidos, dibujaron, desde su criterio, lo que pretenden hacer con las normales rurales del país y la postura de sus estudiantes: “¡Por qué, por qué los asesinan, si son la esperanza de América Latina!”, “¡A las normales rurales, las quieren desaparecer, pero nosotros con lucha y sangre las vamos a defender!”, “¡Ayotzi vive!”.

 

20141002_131403_resizedCon las mantas, cárteles y más consignas dejaron claro que buscaban conseguir el 2 de octubre. “¡Aguirre, maldito, asesinar es un delito!”, “¡Aguirre Rivero, ya vete de Guerrero!”, “43 camaradas aún desaparecidos. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, “Hijo: ¿Dónde estás?, Jesús Jovany Rodríguez”, “Juicio político para el alcalde de Iguala”.

 

Los padres de los normalistas desaparecidos, al frente del contingente, se valieron de cualquier recurso exaltar su demanda. Reprodujeron, ampliado, el formato de la PGJE con la fotografías de sus hijos, y gritaron que los quieren vivos cuanto su capacidad vocal les dio.

 

A algunos se les veía agotados, afligidos. Epifanio Alvarez, padre de Jorge Alvarez, apenas y alza la mano para responder un saludo, y baja nuevamente la mirada. Margarito Guerrero, padre de Jhosivani Guerrero, vestido igual que hace cuatro días (camisa rayada, pantalón mezclilla, guaraches y sombrero), con desafío dice que irán ir a buscar a los 22 policías municipales de Iguala presos en Acapulco, por disparar contra los normalistas, a ver si no dan con sus hijos.

 

Unos minutos antes propagó esa idea otro padre, Gabino Martínez, por la bocina del sonido.”Estamos dispuestos a ir por los policías que tienen a nuestros hijos, ¡qué confiesen quién y dónde los tienen!”, gritó al micrófono.

 

20141002_132141_resizedDos horas y media después de marcha, el contingente del 2 de octubre tomó a partir del museo La Avispa la autopista del Sol hasta las 21 horas. De camino al Parador del Márquez, fue un lapso de cacerías de agentes de Gobernación y de inteligencia militar.

 

A dos de ellos los normalistas los ataron de manos y les hicieron caminar a su lado hasta el fin de la marcha, lugar del mitin, y de espera hasta la noche que los padres de los estudiantes desaparecidos aceptaron una reunión en la Secretaría de Gobernación, en la ciudad de México, hoy (viernes 3 de octubre) a las 11 horas, por la intervención de Miguel Alvarez Gándara de Serapaz.

 

Apenas iniciaba el mitin de tres horas, y los normalistas aprovecharon el bloqueo en ese punto de la autopista para hacerse de más autobuses en qué regresar parte del contingente. Al bajar de uno de ellos, una pasajera que parece molesta le grita al chofer que pagó un boleto hasta Chilpancingo, y él, quien minutos antes les informó de la protesta, le contesta: “pues ya está en Chilpancingo, señora”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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