Hace once meses, Manuel devoró todo…

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Carlos Navarrete / diario19.com

 

Coyuca de Catalán.- En Amuco de la Reforma la miseria se impregna en la piel. Ahí Manuel no se ha ido, sigue presente y se refleja en la mirada lastimosa de sus habitantes, que todos los días conviven con lo que el Río Balsas no pudo llevarse.

??????????El 15 de septiembre del 2013 la naturaleza se impuso. Tres días de lluvia bastaron para que pueblos enteros fueran cubiertos por el agua y miles de hogares desaparecieran en Guerrero. Manuel devoró de todo; casas de adobe, de concreto, de madera, de cartón; devoró también vacas, cerdos, patos, gallinas; cosechas de maíz, frijoles y trigo. Manuel se devoró el futuro de miles de familias.

El próximo 15 de agosto se cumplirán 11 meses de la tragedia, y en pueblos de Coyuca de Catalán el gobierno federal ha reconstruido muy pocas viviendas, la mayoría son pequeños cuartos de 3.5 metros de largo por 3.5 de ancho. En ese espacio deben vivir  familias que, mínimo, tienen cinco miembros.

Amuco de la Reforma es un poblado de tres mil 500 habitantes, se localiza a 15 minutos de Coyuca de Catalán, municipio al que pertenece. Ahí, hace 11 meses, la gente tenía miedo de morir ahogada. Ahora le tienen miedo a la indiferencia gubernamental, tienen miedo de no recuperar sus viviendas, esas que tardaron hasta 10 años en construir y que Manuel se las arrebató en menos de tres días.

Según información de la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu), en la  Tierra Caliente de Guerrero -región donde se encuentra Coyuca de Catalán- son 2 mil 500 viviendas las afectadas por la tormenta tropical, de estas, mil 600 deben ser reconstruidas al cien por ciento o reubicadas.

En esta comunidad hay un registro de por lo menos 242 viviendas dañadas –las autoridades federales no tienen la cifra exacta de las afectaciones-, de estas más de 82 se vinieron abajo por completo.

Lo que el río se llevó…

El 15 de septiembre del 2013 aproximadamente mil 500 pobladores de Amuco de la Reforma huyeron al cerro. Ahí se refugiaron del Río Balsas, que en menos de tres horas de lluvia se desbordó y mostró la furia de la naturaleza. Durante 15 días quedaron atrapados, los primeros ocho la pasaron sin probar bocado, alimentando a los más pequeños con pedazos de nixtamal y sal que lograron sacar de sus casas antes de que el Balsas las cubriera por completo.

Carina Tapia Juan, una de las damnificadas, recordó que cuando comenzó la tragedia todos corrieron al cerro para no ser alcanzados por la corriente del río. Dijo que una persona de nombre Cesar Alonso Juan, originario de la comunidad de Paso de Arena, les hizo llegar  cajas llenas de huaraches y despensas.

??????????Desde la tragedia, doña Carina no ha conseguido recuperarse. Su esposo vive del campo, pero no hay trabajo. Su casa, construida de adobe, se fracturó. El agua se llevó muebles y ropa, también echó abajo parte del techo y algunos muros. Pese a esto Sedatu asegura que no es pérdida total.

“Ellos me dicen que debe caerse bien la casa para que sea pérdida total, por eso no me la van a reconstruir, pero ya no se puede vivir ahí adentro, tengo miedo de que con un temblor se venga abajo, además, cuando llueve toda el agua se mete, no nos protege de nada”.

A doña Carina le entregaron un número de folio durante el censo que realizó Sedatu para que fuera contemplada dentro del programa de reconstrucción. Sin embargo solo pretenden entregarle 26 mil pesos para la rehabilitación de la vivienda, pues las autoridades aseguran que no hay riesgo de que se venga abajo. Ella y su familia duermen a la intemperie. Como pueden se cubren con sábanas que le han donado  vecinos y pasan la noche en el patio de lo que alguna vez fue su hogar.

Su esposo no ha conseguido trabajo desde entonces, por eso, ella, sus dos nietos y su hija comen dos veces al día con tortillas y salsa de molcajete. Llevan casi 11 meses  alimentándose de esta forma. Viven rodeados de moscas, porque, como no tienen refrigerador, muchas veces los jitomates y chiles que le regalan para su salsa se echan a perder por las altas temperaturas. En Amuco de la Reforma el termómetro puede alcanzar hasta los 39 grados centígrados.

Como el caso de doña Carina hay muchos. De las 82 viviendas que se vinieron abajo por completo más del 60 por ciento fueron registradas por la Sedatu como daños parciales y se niega a reconstruirlas. Los pobladores denunciaron que hay personas que no sufrieron afectaciones pero ya cuentan con una nueva casa porque, de manera irregular, recibieron un folio de la dependencia federal.

Han pasado 11 meses del impacto de Manuel en esta comunidad y, durante la visita a ese pueblo, más de 50 personas aseguraron que sus viviendas no han sido reconstruidas a pesar de que forman parte del padrón de la Sedatu.

Los nuevos hogares…

El señor Mario Uriate Lagunas, tenía una casa de adobe que medía 20 metros de largo por 10 de ancho, pero cuando se desbordó el Río Balsas su hogar quedó reducido a nada. Hace dos semanas las autoridades le entregaron su nuevo hogar: un cuarto de 3.5 de largo por 3.5 de ancho sin techo, puerta ni ventana.

??????????La persona que se encargó de construir la nueva vivienda le dijo que se acabó el material y ya no había recursos para continuar con lo que faltaba, por eso se la entregó así, en obra negra. Don Mario se ve obligado a vivir en la casa de uno de sus hijos. Tiene la esperanza de que en los próximos días regrese el responsable de la obra para concluir el pequeño cuarto, aunque está cierto de que no es posible vivir en un lugar tan pequeño como ese.

El gobierno federal se comprometió a reconstruir el hogar a todas las familias que lo perdieron todo durante las lluvias de septiembre. Para esto destinó un presupuesto de 120 mil pesos por cada vivienda nueva, que debe contar con dos recamaras, un baño y la sala-comedor. Quienes sufrieron solamente daños parciales serían beneficiados con 26 mil pesos para rehabilitar sus casas.

Sin embargo, quienes están recibiendo un cuarto como el de don Mario – se habla de más de cinco en esa comunidad- aseguran que para construir una estructura como esta, no se requirió de más de 15 mil pesos.

El abandono del gobierno federal no solo se vive en Amuco de la Reforma. En Juntas del Río Chiquito y Santo Domingo, comunidades marginadas de Coyuca de Catalán, también son ignoradas las súplicas de los damnificados.

En esos dos pueblos llueven las inconformidades. Sedatu no ha reconstruido viviendas que se vinieron abajo tras el desbordamiento del Río Balsas. Muchas personas, que fueron contempladas en el censo de damnificados, optaron por construir pequeñas galeras con recursos propios para protegerse del sol y pasar la noche. Quienes pueden compran láminas y tabicones. Los más pobres deben levantar estructuras hechas de cartón, láminas usadas, pedazos de plástico y lonas con la imagen de algún político que visitó el pueblo hace años prometiendo desarrollo.

Según información de habitantes de Santo Domingo, son 150 viviendas las que se vinieron abajo tras el impacto de Manuel, sin embargo solamente se han construido, a medias, 45. Las casas no han sido entregadas formalmente a las familias, pues aún les falta pintura, ventanas, puertas y techo. Son obra negra.

El médico del pueblo, Daniel Salgado Peña, dio a conocer que desde hace tiempo pararon los trabajos en las 45 viviendas. Solo las que miden 3.5 metros de largo y 3.5 de ancho fueron concluidas y entregadas. Se rumora en el pueblo que ya no hay material ni recursos para terminar con la construcción del resto de las casas.

Al igual que en Amuco de la Reforma, en Santo Domingo hay quejas en contra de la Sedatu, pues se entregaron folios para construir casas nuevas a personas que no resultaron afectadas por el desbordamiento del Balsas, mientras que los verdaderos damnificados siguen esperando la ayuda. Todas las mañanas visitan las ruinas de lo que hace 11 meses era su hogar, y pueden pasar horas ahí, de frente, mirando pedazos de barda deformes, que no soportaron los embates de la naturaleza.

“Vinieron muchas personas pero hicieron mal su trabajo porque no censaron adecuadamente y algunas personas que no necesitaban o no tenían pérdidas se les hicieron construcciones. A las personas que realmente perdieron sus casas, como su servidor, no nos han ayudado para nada, estamos construyendo con nuestros propios recursos, a eso nos están obligando”, explicó el médico de Santo Domingo.

Algunas personas que accedieron a recibir un pequeño cuarto -en sustitución de sus casas- se negaron a proporcionar su nombre. Confían en que la Sedatu regresará con buenas noticias y les ofrecerá una vivienda digna, con un baño, dos recámaras y su sala-comedor, así como lo prometió el gobierno de la república. Tienen miedo de denunciar y después no sean tomados en cuenta por la dependencia federal.

Lo que si dijeron es que en esos cubos de 3.5 por 3.5 no es posible vivir. La estructura es de concreto y el techo es de lámina de asbesto, el último es material que no permite la salida del calor. En la intemperie la temperatura puede llegar hasta los 36 grados centígrados. Adentro, en ese pequeño cuarto, puede superar los 42.  Tienen una sola ventana que no es suficiente para la ventilación, a pesar de que el espacio es pequeño.

La mala construcción se ha evidenciado en esta temporada de lluvias. El agua se filtra al interior y no hay forma de impedirlo. En un primer momento, quienes perdieron sus casas y accedieron a recibir estos cubos, vieron en la estructura la posibilidad de utilizarla como bodega para su maíz, pues en Santo Domingo la mayoría de los habitantes son campesinos, sin embargo las altas temperaturas y la humedad de la lluvia convierte esas cuatro paredes en algo inservible.

“Imagínese, las autoridades quieren que mi familia, que es de seis personas, nos metamos a esa ratonera a vivir, quieren que metamos ahí nuestras camitas, la mesita de madera, algunos mueblecitos, pero no es posible, no hay forma de que entremos. Yo tenía pensado guardar ahí mi maíz, pero tampoco se puede, si se moja se va a podrir y con el calor de dentro nada que guardemos soportará mucho tiempo”, explicó uno de los damnificados anónimos.

Ellos aseguran que no les quedó de otra más que aceptar los pequeños cuartos. Y es que de no hacerlo eran amenazados. “Las gentes que venían a ofrecernos esto pues nos decían que no nos quedaba de otra, que si no recibíamos los cuartos ya no contaríamos con ningún tipo de ayuda, que era eso o nada, y pues uno tiene necesidad, así que las aceptamos”.

El abandono de la Sedatu y la intromisión del narco

Eric Montufar Mendoza, subdelegado de la Sedatu en Guerrero, y encargado de la reconstrucción y reubicación de viviendas en la región de Tierra Caliente, reconoció que hubo fallas en los censos que realizó la dependencia para integrar el padrón de damnificados, y a pesar de que en Santo Domingo, Amuco de la Reforma y Juntas del Río Chiquito hay decenas de casas en ruinas, asegura que se está trabajando y que en esa zona hay grandes avances.

??????????Reconoció también que en el padrón hay familias a las que solo se les contempla como rehabilitación, a pesar de que  son pérdida total, por lo que se realizarán los trámites correspondientes para corregir estos errores y aplicar correctamente el programa de reconstrucción. Explicó que la empresa Gamacon es la responsable de ejecutar las reconstrucciones de todas las viviendas que sufrieron pérdida total en Amuco de la Reforma y Santo Domingo. Esta es la misma que ha entregado los cuartos de 3.5 metros de largo por 3.5 de ancho.

En ese sentido, el funcionario federal dijo que hubo malos entendidos, pues la empresa ofreció a las familias, para acelerar los trabajos de reconstrucción, entregarles ese cuarto en sustitución de sus viviendas o solo llevar a cabo una rehabilitación, es decir, realizar reparaciones en lo que haya quedado de sus casas.

“Mire, nos dicen los de las empresas que ellos llegaron con los beneficiarios y les comentaron que había dos opciones, una era repararle la vivienda, y dos hacer el cuarto, pero ahora nos estamos enterando que a quienes les hicieron el cuarto no están de acuerdo”.

Durante una entrevista se le insistió en las razones por las que los trabajos de reconstrucción y reubicación no han concluido a 11 meses de que ocurrió la tragedia. Montufar Mendoza explicó que grupos de la delincuencia organizada que operan en la región de Tierra Caliente han presionado a las constructoras, las han extorsionado, obligándolas a abandonar las obras.

“Aquí tenemos problemas de inseguridad, hay empresas que se han retirado, aquí en Amuco, el fin de semana pasado se retiró la empresa por cuestiones de inseguridad, en otros lugares se han retirado por cuestiones de inseguridad, entonces también es algo que no está a nuestro alcance”.

-¿A qué tipo de situaciones se han enfrentado las empresas constructoras en el tema de inseguridad?

-No quisiera yo profundizar más, porque las empresas que se fueron van a regresar y a lo mejor yo mismo los meto en problemas.

-¿Han sido extorsionadas?

-Así es.

Antecedentes

En Santo Domingo, hasta hace tres meses, los campesinos vivían sometidos por el narco. Su cercanía con el estado de Michoacán, que se encuentra solo a una hora de distancia, convertía a ese pueblo en un punto estratégico para el trasiego de drogas, incluso, pobladores de ese lugar, aseguran que ahí acampaban hombres armados cuando escapaban de la Marina y el Ejército Mexicano.

Todos en Santo Domingo estaban obligados a alimentar a los sicarios. Brindaban víveres y debían lavar su ropa. En ocasiones los pistoleros robaban las pertenencias de los campiranos. Nadie decía nada. Ahí los cuernos de chivo mandaban.

En el pueblo se sudaba miedo. Después de las seis de la tarde nadie salía de sus casas, y por las noches era común escuchar los motores de camionetas de lujo que transitaban por el lugar y, una que otra vez, se escuchaban disparos.

En el mes de abril un convoy del 40 Batallón de Infantería, que operaba en Ciudad Altamirano, emboscó durante la madrugada a un grupo de más de 40 sicarios que se reguardaban en el Jabalí, pueblo que se encuentra a 40 minutos de Santo Domingo. Se habla de, por lo menos, 30 delincuentes ejecutados, la mayoría originarios del estado de Michoacán. Desde entonces la situación en el pueblo se ha tranquilizado. Los campesinos ya no viven sometidos.

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Y es así como desde hace 11 meses pobladores de la zona rural de Coyuca de Catalán deben enfrentarse al abandono de las autoridades que se niegan a reconstruir sus hogares; también deben enfrentar la carencia, pues ahí ya no se puede vivir del campo; además deben tolerar el hostigamiento de grupos del narcotráfico, esos que intentan, a punta de balas, apropiarse de la Tierra Caliente, actualmente de las regiones más violentas de Guerrero.

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