La tumba del matón / El oficio de quitar la vida

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Rodrigo Soberanes / diario19.com

 

 

Cuando era niña, recuerda que trató de cruzar una cerca de alambre de púas y que un hombre -«muy guapo y de ojos claros»- la ayudó tomándola de la mano. Luego su padre le dijo: «ese que te ayudó es ´X`»… el Matón.

Todos en esa reunión, incluyendo la niña, sabían que el Matón llevaba 20 años siendo asesino a sueldo, pero en esos tiempos los gatilleros caminaban como cualquier otro en las calles de algunas regiones de Los Tuxtlas.

La tumba del matón no está un cementerio, o al menos no parece. Está en un potrero donde solo hay otros dos sepulcros más y no están cerca del suyo. La hierba llega hasta las espinillas y no hay una reja para entrar.

Pero dentro del espacio de su morada, nunca faltan las flores y quién sabe qué tanta gente se detiene en esa curva ciega de carretera para meterse a la maleza y embellecer la morada del Matón.

San «X», le dicen de broma por la cantidad de flor que le llevan.

Más atrás en el tiempo, por ahí de 1956, ocurrió un crimen entre hermanos. Versiones dicen que fue por una mujer, aunque esto no es tan relevante porque en esos rumbos «te mataban por cualquier cosa».

Uno le metió una bala en el pecho al otro y lo dejó tirado y muerto en el monte. Se cuenta que en su sepelio, algunos con pesar y otros no, le besaron los pies porque así reza la costumbre.

Era una camada de hermanos en la que varios se dedicaban al «oficio» de quitar vidas u otras cosas como vacas, maíz, cerdos, «lo que sea». Eran malandrillos que conseguían dinero fácil.

A varios de ellos les pasó que las balas cambiaron de dirección y fallecieron por plomazos, uno desapareció y dicen que otro anda por ahí «viejo y olvidado», sin contar detalles de esa época.

«Por ahí no pasó Dios, te mataban por cualquier cosa, siempre fue una zona donde la gente se mandaba a matar, incluso entre familiares», dice uno de los relatos.

Llegaron los años setenta y ochenta y en la región abundaban los soneros nuevos que ahora son famosos. Andaban como cardumen de peces en los fandangos, amaneciendo y dándole dolores de cabeza a sus papás, también soneros y parranderos.

Y tal como los fiesteros que tocaban el requinto, la jarana y el «violín para espantar al Diablo», andaba el Matón y uno que otro pariente suyo asesinando hasta por cinco mil pesos, recuerda un señor entrado en años desde su ranchería.

En los ochenta, el Matón era el azote de la región. Su primer pleito por amores que resalta a la memoria acabó a tiros y con ella, la dama en disputa, muerta por una bala perdida.

El novio de la accisa resultó pariente de un mandatario, que además de poder, también era de estirpe de armas tomar. Y se soltó un pandemonium entre familias y X huyó a salto de mata.

Nunca se supo a dónde fue pero sí dejaba pistas porque donde se rumoraba que iba, comenzaban los desmanes y las tragedias propias de los «malandrillos» de antes.

«Era un matón mediocre, mataba hasta por cinco mil pesos, lo que pasa es que era muy guapo», y así se explican las personas que fuera tan notorio ese X.

Dicen los que se fueron de borrachos con él, que era tranquilo y caía bien. «Un tal Isidro no tenía quien le matara un cerdo, entonces el X sacó un hacha y se lo echó sin pensarlo…no sabemos cuánta gente mató».

Una grave enfermedad lo hizo volver a su tierra cuando el encono entre familias había bajado. Luego «se casó o se juntó» y tuvo dos hijas que por ahí andan, y también parece que volvió a transgredir alguna ley natural y se armó un alboroto que le habría costado la vida.

«La versión es que su suegro es el que lo acabó mandando a matar pagándole 150 mil pesos a su primo-cuñado (…) Cuando estaba trabajando en la sandía, le rompieron la mitad del rostro. Luego hicieron parecer que se había accidentado».

Sucedió en 2008. Nadie se extrañó de su muerte.

A su funeral llegó gente de mucho dinero, con trajes y camionetones. Dejaron muchas flores y coronas ¿En qué mafia estaba metido?, ahí salió una parte de su vida que era secreto a voces.

Hubo una prima que lo lloró mucho y «el matón del Matón quedó medio loco y por ahí anda. ¿Cómo lo pudo matar? pues es así, es tradición».

 

 

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