Comunitarios contra el alcalde mafioso de Cuetzala, Guerrero / Secuestro y corrupción

Carlos Navarrete / diario19.com

 

Tianquizolco, Cuetzala del Progreso, Guerrero.-“¡Métanle una chinga y después que se vaya a la chingada!, pero que pague el rescate de su mujer”, ordenó a sus pistoleros el alcalde de Cuetzala del Progreso, Feliciano Álvarez Mesino, cuando entró al taller mecánico donde vio al familiar de una de sus víctimas, también retenido.

Se trataba de Pedro Bailón, fue citado el 13 de marzo del 2013 por miembros de la Familia Michoacana en ese establecimiento para que se entregara a cambio de su esposa, Flora Rivera, secuestrada una noche antes en el poblado de Tianquizolco, comunidad perteneciente a Cuetzala.

El trato no se concretó. El alcalde se negó a intercambiarlo por la mujer y golpeó brutalmente a Pedro, quien antes del arribo del edil, ya había sido torturado por Froylán Fernando Barrera Guzmán, alias “El Froy” y Felipe Viveros García, alias “El F”, jefes de plaza de la Familia Michoacana en ese municipio, ambos detenidos por la Procuraduría General de la República (PGR) en diciembre del año pasado.

Según información de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) de la Secretaría de Gobernación (Segob), estos sujetos ordenaron y participaron en la ejecución de por lo menos 200 personas en municipios de la región Norte y Tierra Caliente de Guerrero, actualmente las más violentas de la entidad.

Agencia de Investigación Criminal de la Procuraduría General de la República (PGR), informó que fue este grupo delictivo el que se encargó de financiar la campaña electoral de Feliciano Álvarez Mesino, quien contendió por la alcaldía de Cuetzala del Progreso en los comicios pasados bajo el escudo del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

La PGR lo detuvo el 8 de abril en el municipio de Iguala de la Independencia por nexos con este grupo criminal, dedicado al secuestro, la extorsión y el tráfico de drogas, además se le atribuye el plagio de por lo menos 15 personas, razón por la que se le dictó auto de formal prisión.

En la comunidad de Tianquizolco, por lo menos 14 personas fueron secuestradas por órdenes del edil, según se conoció en el pueblo. Seis de ellas siguen desaparecidas. La Familia Michoacana pidió entre 300 mil y dos millones de pesos por su rescate. De acuerdo a los cálculos de los pobladores, durante su carrera delictiva Álvarez Mesino consiguió ingresos superiores a los 200 millones de pesos por secuestros y extorsiones.

Flora Rivera recuperó su libertad el 22 de marzo luego de que su esposo consiguió el dinero para que la liberaran. El mismo día que se la llevaron  fue secuestrado Fabián Lagunas, militar retirado y ex comisario de  Tianquizolco. Por él pedían dos millones de pesos.

27 días cautivo

Fabián Lagunas creía que se iba a morir. Las mañanas de los primeros tres días del secuestro, fue golpeado por sus captores, hasta dejarlo casi inconsciente.

En febrero del año pasado, recordó, los representantes de 17 comunidades conformaron una organización afiliada a la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) con la finalidad de realizar gestiones referentes a obras públicas y la entrega de fertilizante.

En ese mismo mes, esta organización, denominada UPOEG-Cuetzala, encabezó una protesta en la ciudad de Iguala en contra de Álvarez Mesino, a quien acusaban de manipular el padrón del programa de fertilizante. Tras la movilización consiguieron un encuentro con la que en ese entonces era Subsecretaria de Asuntos Políticos del Gobierno del Estado, Rossana Mora Patiño, reunión en la que estuvo presente el edil. Consiguieron acuerdos.

El 13 de marzo Fabián Lagunas fue secuestrado. Un día después llegaron al lugar en el que lo tenían retenido otras dos personas amordazadas y con los ojos vendados. Ellos participaron en la movilización y en la reunión con la funcionaria, además formaban parte de la organización. El alcalde los mandó a secuestrar.

El ex comisario recuperó su libertad hasta el 9 de abril. En el transcurso de esos 27 días llegaron al lugar otras 14 personas que también fueron secuestradas. Él fue el último en ser liberado y desconoce el monto que pagó su familia, aunque supo que estaban pidiendo 2 millones de pesos.

El día que lo sacaron de su casa los captores lo acusaban de denunciar en medios de comunicación la presencia de La Familia Michoacana en esa zona, incluso recuerda que la relación que existía entre los pueblos de Cuetzala y la UPOEG también fue motivo del secuestro.

“Uno de ellos me decía: Ustedes han estado en Iguala y Chilpancingo, tú quieres levantar en armas a tu gente, andas acusándonos de que estamos secuestrando. Entre los que me llevaron estaba uno al que le decían “El Vacas”. Él me dijo: “Pendejo, si a mí me matan llegan otros 200. Cortó cartucho y me apuntó a la cabeza”.

Comentó que durante el traslado al lugar en donde lo mantuvieron 27 días cautivo, le nombraron a varios miembros de la UPOEG, incluido su dirigente, Bruno Plácido Valerio, “me decían que yo lo conocía, a él y a otros, que para qué nos andábamos metiendo en esas cosas”. Luego de estos hechos UPOEG-Cuetzala desapareció.

Tras su secuestro, Fabián Lagunas y su familia abandonaron Tianquizolco.

La UPOEG es una organización indígena con presencia en por lo menos 41 municipios de Guerrero. A principios del 2013 encabezó el movimiento de autodefensa que surgió en la Costa Chica, donde la población estaba sometida por grupos del narcotráfico. Actualmente la organización cuenta con su propio sistema de seguridad comunitario, que tiene la finalidad de restablecer la paz en los lugares que han sido abandonadas por los tres niveles de gobierno y en donde hay presencia de grupos de la delincuencia organizada.

Y tomaron las armas…

Para llegar a esta comunidad, que se localiza a escasos 30 minutos de la ciudad de Iguala, hay que pasar por un filtro de revisión bajo el control de la Policía Comunitaria, conformada por habitantes de ese pueblo que, cubiertos del rostro y con escopetas de bajo calibre, asumieron el control de la seguridad.

Entre los encapuchados hay jóvenes y ancianos. Tomaron las armas el pasado 6 de febrero tras una asamblea en la que el pueblo los nombró. “Estábamos cansados de tanta chingadera, nos querían cobrar por todo, nos secuestraban, nos extorsionaba, nos amenazaban. Ya no podíamos vivir tranquilos”, externó un integrante del grupo de autodefensa.

En total, son 8 grupos con 12 personas cada uno, ellos que se encargan de vigilar los accesos al pueblo. Revisan a todo vehículo que se vea sospechoso y a personas ajenas a la comunidad. Aseguran que el alcalde tenía “halcones” en todos los pueblos de Cuetzala, además dicen que cuando visitaba las comunidades era resguardado por cinco Policías Municipales y unos seis sicarios, “ellos no nos dejaban acercarnos a Feliciano”.

La organización del pueblo derivó de las constantes presiones que sufrieron del presidente municipal, quien los amenazó con levantarlos o desaparecerlos si se inconformaban o no estaban de acuerdo con sus acciones.

“Se encabronaba cada que le reclamábamos, y nos decía que nos iba a mandar a sus policías municipales para levantarnos, nos metía miedo y por eso a veces no decíamos nada, porque sí cumplía, a muchos de nuestros conocidos de aquí del pueblo los secuestraron y fue por órdenes del alcalde, estaba bien metido con La Familia”, dice otro de los comunitarios.

En un oficio con fecha del 14 de enero del 2013, sellado y firmado por el presidente municipal,  se le informó a todos los habitantes del pueblo que quienes se dedicaban al comercio tenían que contar con una licencia que costaba 700 pesos, de lo contrario sus negocios serían clausurados.

“Era como un cobro de piso disfrazado de impuestos, le querían cobrar hasta a las señoras que echan tortillas en sus casas, a la que vende ciruelas afuera de la capilla, a todos, apenas tenían para sacar su día y él quería que pagaran para poder vender, se volvió loco”.

El pueblo ahora luce tranquilo, sus habitantes aseguran sentirse mejor con la Policía Comunitaria y el arresto de Feliciano, un migrante que regresó a su tierra natal en el 2007 y que de inmediato ocupó un puesto importante dentro de la estructura del narco en la región Norte de Guerrero.