¿Qué está pasando en México con sus periodistas?

Reflexiones

 

Luis Cardona / diario19.com

 

¿Qué está pasando en México con sus periodistas?, me preguntó hace unos días un compañero español. La conversación rondaba la cobertura periodística que se hace en el mundo, de la violencia, y de cómo el periodismo digital se convierte en una fuerza, mucho más potente que la tradicional prensa escrita regional, comúnmente amordazada por El Estado, o bien impulsada por este mismo, para someter la opinión pública local a los designios y rutas de sus planes de comunicación, como una arma de sometimiento de los pueblos.

Me alarmó en dos sentidos el cuestionamiento y el contexto de la charla, tras los datos que tiene el compañero español y muchos colegas europeos, que creen que en México – a distancia – no existe otro tipo de noticia que el crimen organizado y las corruptas tendencias del gobierno en turno. Me alarmó la imagen que tienen de nosotros, periodistas mexicanos.

“Viven en una guerra entre narcotraficantes. Existen ciudades sumamente violentas en las que tienen que andar con cascos y chalecos antibalas. Toman cursos de protección para trabajar. Son agredidos, detenidos, secuestrados, amenazados. ¿Qué pasa en México con sus periodistas?”.

Para Juan Luis, esa es la realidad de quienes ejercemos el periodismo en estas tierras. Cómo responder que los agredidos, son un mínimo porcentaje, que las cifras de asesinatos a periodistas han disminuido drásticamente de 2012 a 2013, aún a pesar de la dolorosa pérdida de Gregorio Jiménez, en Veracruz iniciando 2014. Explicarle que a pesar de la existencia de Zetas, Golfos, Chapos, Templarios, Carrillos… México es seguro. Que lo que sucede en México lo viven periodistas en otras latitudes, porque los riesgos de informar de los periodistas incómodos, son los mismos en todo el mundo. ¿Cómo explicarle? que menos del 10% de los periodistas en México, reciben la violencia en carne propia, como reacción a su trabajo. Que las estadísticas de las ONG, reflejan un panorama, que no todo el periodismo reciente, porque la mayoría de los periodistas se mantienen alineados a los caprichos de las empresas coptadas por el Estado mexicano.

Explicar que cuando el periodista se convierte en noticia, es porque ha muerto, o desaparecido, y solo así logra su nombre darle la vuelta al mundo, gracias al periodismo digital; duele. Explicar que la descalificación sobre la memoria de los asesinados periodistas mexicanos, mantiene la impunidad sobre sus expedientes, y de ahí nadie los mueve, duele.

El periodismo digital ahora manda en el mundo, fuera de las fronteras de cualquier país. El periodista más humilde, de la población más pequeña que exista, se convierte en referente de la lucha por la libertad de expresión, cuando se comprueba que se regía por la convicción y la vocación del periodismo, aunque no vista de casco ni chaleco blindado, o logre entrevistas con Francisco, Obama, Putin, Peña, o Maduro…

La farsa en México y el mundo está terminando, porque ya los medios tradicionales, TV, Radio, prensa escrita, no pueden frenar la verdad que se dice en los medios Digitales, que aún incipientes, forman opinión. Hoy el Estado intenta frenar a los medios digitales, por medio de la creación de aparentes Organizaciones No gubernamentales a su servicio, y trata de acotar en ellas, a Blogueros, y medios digitales que se van con “la finta” de pertenecer a organizaciones libres, cuando en realidad reciben fondos de entidades disfrazadas.

No tardará mucho en que el periodismo digital pase a primer plano. Hoy los medios están en cualquier móvil, tableta u ordenador personal y Lap Top. Las audiencias crecen y se fortalecen, por eso el Estado busca la forma de intervenir conciencias, con grupos de relatores a sus servicio, aparentes líderes, figuras laureadas con premios subvencionados por los mismos que mantienen esas ONG que solo sirven para levantar estadísticas y someter conciencias.

La lucha del nuevo periodismo mexicano se da a hora en el ciberespacio. Eso es lo que pasa en el periodismo mexicano. Los que han sufrido ataques y sobreviven, muestran sus experiencias para que quiénes vienen detrás, sean cautelosos, pero no autocensurados, y abran bien los ojos para detectar a los relatores del Estado que con supuesta “calidad moral” les tuercen el camino, y cierran sus bocas.

Nunca estará de más, ni será demasiado poco, manifestarse, señalar y gritar las agresiones, sin importar el tamaño de la ciudad, el medio, y las condiciones de vida de los periodistas. Quienes objetan los posicionamientos individuales o de grupo en cada agresión a un periodista mexicano, son parte de esa estrategia del Estado, que busca definir identidades, o entablar negociaciones con agrupaciones que frenan el ímpetu de la protesta.

El periodista mexicano incómodo, investigador, libre, es un ser pensante de escaso número ante los millones de comunicadores que existimos en la República, por eso es agredido, descalificado ante sus compañeros y  repelido por supuestas organizaciones en pro de la libertad de expresión.

El Estado busca identificar grupos, ahora va contra los colectivos horizontales, donde no existen cabezas visibles, porque esos colectivos, son los que representan la verdadera fuerza de la unidad periodística mexicana, la mayoría de las demás organizaciones, solo sirven al Estado, para mantener control sobre los incómodos, levantar estadísiticas, y celebrar aniversarios, utilizando como figuras principales a desplazados sobrevivientes desempleados, que solo sirven de aforo a sus sonrisas infames. Sobre esto indudablemente salen voces del inframundo “oenegeriano” que señalarán a los grupos donde no existen cabezas visibles, o líderes traicioneros que venden movimientos honestos y dignos.

Lo que sucede en México con los periodistas, es que están despertando e identificando caminos, realidades que antes no observaban. El periodismo digital abre conciencias. El periodismo mexicano enfrenta una guerra, sí, pero contra la censura del Estado y sus maquiavélicas formas de infiltrarlo. Eso es lo que pasa en México con sus periodistas. Lo siento.