“Goyo, cambiaste la historia, lograste unir al gremio”

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Vania Pigeonutt / diario19.com

Sí, portaban grabadoras, cámaras fotográficas, de video; llevaban sus libretas en las manos y escuchaban con atención a los protagonistas de la nota, pero eran ellos mismos. Perplejos. Con rostros de sus compañeros muertos plasmados en cartón, como paletas en las manos. Gritaron al mundo: ¡Ni uno más!, “¡Que lo entiendan de una vez, aquellos que quieren nuestro silencio: ¡no nos vamos a callar!”.

La concentración de periodistas cubriendo periodistas llamó la atención. El monumento del Ángel de la independencia fue el escenario donde decenas de reporteros de distintos estados del país, la mayoría del Distrito Federal (DF), estudiantes de periodismo y activistas de diferentes organizaciones sociales exigieron justicia para Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero de Notiver, cuyo cuerpo fue encontrado el 11 de febrero en Veracruz.

El 23 de febrero no sólo será recordado porque después de 13 años el capo más buscado del mundo, Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo Guzmán” fue detenido un día antes, y la noticia apareció como portada en la mayoría de los medios nacionales, estatales, incluso internacionales. Ese hecho a pesar de que desplazó a cualquier otro, no paró con la exigencia contundente de cientos de reporteros luchando por su derecho a informar y el derecho a saber de los demás.

Los reporteros demostraron que no son buenos protagonistas de una noticia. El acto que iniciaría a mediodía comenzó nueve minutos después, aunque desde las 10:00 ya había varios esperando la manifestación. ¿Qué esperaban para comenzar?, quizá que se pusieran de acuerdo quiénes iban a estar de frente a quiénes. Unos cubriendo, otros leyendo el manifiesto contra la impunidad, que ya habían acordado. Por fin iniciaron y los siete testimonios de reporteros que han vivido en carne propia la descomposición del sistema, arrancaron lágrimas de varios presentes.

La convocatoria, pudo no tener tanta resonancia de no ser a los Periodistas de a Pie, una organización que ha sido hermana de todos aquellos reporteros que quieren profesionalizar su profesión, que pretenden, como los que la integran, romper el silencio. De no ser por ellos, de Reporteros Sin Fronteras, de organizaciones como Free Press Unlimited, y reporteros independientes como Anabel Hernández que convocaron a “Romper el silencio”, esta historia tendría otro final.

Quizá no habría habido una campaña tan contundente para exigir justicia por la muerte de Goyo ni en uno sólo de los 20 estados, además del Distrito Federal aun con el miedo a cuestas, cuyos periodistas se manifestaron para decir que: ¡juntos somos más!, Y que todos somos Goyo. Así, unidos, miles de reporteros, además de exigir justicia por el asesinato de Goyo, también lo hicieron porque en la mayoría de estados del país, hay casos de reporteros muertos en las listas frías de las Procuradurías, sin resolver y con líneas de investigación distantes al ejercicio reporteril.

“Goyo, me gustaría asegurarte que cambiaste la historia, que lograste unir al gremio, que no habrá otra desaparición que ocurra en silencio. Pero no puedo adelantarme. / Eso sí, tu caso fue diferente porque tu jefa y tus compañeros se la jugaron por ti, porque en Veracruz ya se sacudieron el miedo. / Como Antígonas, tus compañeras periodistas desafiaron las leyes del estado y salieron a buscarte, intentaron regresarte a casa. Ahora te pido, protégelas de toda ira. / Por todo el país y desde distintas partes del mundo nos pusimos como antifaz tu rostro. Reclamamos que te liberaran, gritamos tu nombre y que te queríamos de regreso. / Por un minuto pensamos que te encontraríamos vivo, que por primera vez habíamos logrado rescatar a un periodista de la muerte, que tú eras el parteagüas de esta tragedia. Hasta que apareciste. (…) Tu vida costó 20 mil pesos en este país donde todos somos ejecutables y desaparecibles. Me dueles Goyo y todos los Goyos desconocidos. / Por ti guardaremos días de silencio, para llorar, para tomar aire, para recuperar fuerzas, porque sabemos que tenemos que seguir denunciando hasta que los silenciadores aprendan que ni uno más”, escribía la periodista Marcela Turati, el 11 de febrero en su muro, cuando encontraron a Goyo. Su publicación tuvo tantos compartidos en Facebook, como mentes comprometidas con ¡Ni uno más!

Nuestra Aparente rendición, en su libro más reciente, reporta 127 asesinatos de “trabajadores de los medios de comunicación”, no sólo reporteros, también jefes de información, directores de revistas cuyo final fue una muerte inesperada, ello de 2000 a 2012; sin embargo, Alejandro Vélez, de la organización deteniendo una parte del lazo de los bordados por la paz que estaban también como protesta en el monumento del Ángel, dice: “Sí 127 en 12 años, pero de 2012 a 2014 han habido 12 casos”.

Del costado derecho del monumento del Ángel se veían los más de cien bordados por la paz. Desde el bordado morado que decía, “No más sangre, círculos de estudio, bordados por la paz y la memoria, hasta historias completas abreviadas, como la de “Rafael Villafuerte Aguilar, reportero del periódico “La Razón”, asesinado a balazos en la Tierra Caliente del estado el 13 de diciembre de 2003”. “Humberto Méndez Rendón, 9 de febrero 2001, Durango”.

Alejandro detenía los bordados de la paz, mientras los siete testimonios, algunos en voz de quienes fueron víctimas, algunos otros, por seguridad enviados por los protagonistas, se escucharon como estruendos en la memoria colectiva. Allí, era cuando se sentía que “Romper el Silencio”, no era sólo cosa de abrir la boca y asumirse periodista.

Las palabras que se escucharon de los oradores enchinaron la piel. El sentirse en esa situación y pensar que a cualquiera que se dedique a informar le puede pasar, dio más valor a la frase, “Frente a tus balas, mis palabras” que se observó en varias lonas de los presentes. Fue como si de pronto el bullicio de la ciudad más contaminada del país, los deportistas haciendo zumba, o los ciclistas observando, no contaran. Sólo importaban los testimonios y el compromiso adquirido de luchar en colectivo. Fue un abrazo en silencio.

Después de que varios periodistas cargaran un ataúd que tenía en la parte de enfrente una máquina de escribir, como muestra de todos los periodistas que han silenciado, siguieron los testimonios. TOCÓ EL TURNÓ DEL PERIODISTA RAYMUNDO PÉREZ ARELLANO, sobreviviente de un levantón. Frente a su hijo y su esposa leyó: “Yo puedo contarles sobre la censura y la intimidación hacia los periodistas en esta guerra absurda que se vive en el país. El 3 de marzo de 2010 fui secuestrado junto al camarógrafo Juan Carlos Martínez en Reynosa, Tamaulipas, por un grupo de la delincuencia. Estábamos cubriendo la guerra entre los Zetas y el Cártel del Golfo. Yo sentí el frío acero de una pistola en mi cabeza y escuché la sentencia de muerte: llévenselos y denles piso. Nos llevaron a una casa de seguridad, nos golpearon. Al final no nos mataron, pero nos advirtieron: “no queremos ver a los de la prensa aquí, porque ustedes publican y nos calientan la plaza”.

Soy una víctima de esa guerra, un sobreviviente, y por eso puedo venir a contarles esto.
Tuve suerte, mucha suerte. Muchos que han vivido situaciones similares –como Goyo- nunca regresaron. Los encontraron muertos en el mejor de los casos. A otros ni siquiera los han encontrado. Los días previos a mi secuestro desaparecieron cinco reporteros de medios locales en Reynosa. Sólo uno volvió. De los otros cuatro nada se sabe. Uno más, José Rábago Valdez, murió en situaciones poco claras.

Hoy Reynosa vive una situación diferente, las balaceras entre cárteles son menos frecuentes. Los enfrentamientos entre Zetas y Cartel del Golfo se mudaron a otros estados: Veracruz, Nuevo León o Coahuila.. En cambio es más notoria la presencia de soldados y marinos que realizan operativos contra la delincuencia organizada.

Lo que no ha cambiado es el contenido en los medios de comunicación en Reynosa. Se informa de las fugas de agua, de los baches en las colonias incluso de la violencia en otros estados como Chihuahua o Guerrero, pero no se cuenta cómo, donde y cuando actúan en esa ciudad los grupos del crimen organizado.

Ese el reto de los que seguimos en este oficio, que se ha vuelto tan peligroso en México: seguir informando, echar luz sobre los temas que muchos quieren que permanezcan ocultos”.

LUIS CARDONA. Reportero secuestrado el 19 de septiembre de 2012 que no sabe por qué está vivo. No lo leyó él, no estaba presente, pero quién lo dijo transmitió el mensaje; una historia más que indigna. Fue secuestrado en Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. En su texto se leía: No esperen a ser víctimas.

“Cuando está uno solo con sus captores que te interrogan, te golpean, te escupen, te dicen que te van a cortar las manos, que eres un pendejo periodista jugando al héroe, te orinan, te amenazan con que van a matar a tu familia, y te patean la cabeza, se suben en tu espalda y brincan, te quitan los zapatos, te pegan con una tabla, y te dicen que no grites, te queman con cigarros, te encadenan. Te ponen un torniquete en el cuello, lo aprietan “para que sepas qué se siente morir asfixiado”, te queman los testículos, te ponen las armas en el ano, te dicen que te volarán los sesos. Cuando está uno solo con ellos, los escuchas lejos, tu mente está sólo pensando en tus hijos, en tu mujer. En lo que van a sufrir por no encontrarte. Porque las palizas de tan fuertes te adormecen los músculos y prefieres que te peguen seguido para ya no sentirlas, y tu seguir pensando en ellos. La muerte es sencilla, sólo se apaga la luz. El martirio antes de llegar a ella, es lo que está de la chingada”.

Cuando dejan de torturarte, te duermes, no lloras, no maldices, no te encabronas, sólo estás triste, pensando en tu hijo menor. Estas cierto entonces que tu trabajo te llevó hasta ahí, porque sabías que eso podía suceder, pero nunca pensaste en tu familia realmente hasta ese momento en que estas por morir.  Por eso me alegré tanto cuando me dijeron que (Goyo) estaba vivo. Dije hacia adentro, “uno igual que yo que estuvo en el filo de la navaja”, yo también denuncié secuestros. Me amenazaron con matar a mi familia si presentaba una denuncia. ¿Por qué me dejaron vivo, lo ignoro? No me importa estoy vivo. Ahora sé que Goyo no lo logró. Me duele, porque no sabe ahora lo que significa la vida para sus seres queridos (…).

Exijamos justicia por Goyo y todos los demás que han sido asesinados en Veracruz, Oaxaca, Tamaulipas, Chihuahua, en toda la República. Exijamos al Estado que nos regrese nuestro derecho a informar sin ser agredidos, porque es del Estado de donde vienen los ataques. De ninguna otra parte, sino del Estado que no controla sus fuerzas criminales, porque ya es muy fácil matar a un periodista, porque ya es muy fácil enlodar la vida de un reportero, porque ya es tan fácil que la impunidad gobierne”.

MARIO ALBERTO SEGURA, PERIODISTA DESPLAZADO DE TAMAULIPAS, después de haber sido secuestrado: “Quiero pedir perdón a mis padres, a mi esposa e hijos, a mis hermanos, a toda mi familia, a todos los que me quieren y que desearían que no estuviera aquí para que no me expusiera a ser silenciado.

Les digo ¡tengo miedo!, no puedo negarlo, claro que tengo mucho miedo, pero más miedo, a que siendo periodista, quedarme callado, pasivo, con los brazos cruzados, sin hacer nada por recuperar la paz social que tanto requiere el país, y que nos incluye como voceros del pueblo, para escribir con la verdad, con la obligación del bien informar, pues en la medida en que nuestra sociedad esté bien informada, en su momento podrá hacer una mejor toma de decisiones y conducir al país por un buen rumbo, el mejor para todos.

Yo soy Mario Alberto Segura, un periodista Tamaulipeco (…). Yo soy víctima de la delincuencia, sufrí un secuestro de 8 días y gracias a Dios estoy aquí, con la imperiosa necesidad de ser solidario y llamar a quienes no lo son a que se unan con esta lucha, a que lo sean.

A quienes me entrevistan y quieren que les cuente de mi secuestro, siempre les he dicho, olvídense de Mario, de la morbosidad de contar la historia de mi plagio, porque lo que más me interesa es el contar el que sigue después, de sufrir un atentado, el cómo estamos indefensos y hasta por culpa nuestra, pues esto implica la falta de solidaridad en el gremio periodístico.

Que no se ha ocupado de luchar por vivir con mayor dignidad, porque se respeten los derechos laborales, que se mejoren las condiciones de vida como empleados de un medio de comunicación y es que desde ahí empieza el problema.

Por muchos años o de siempre, no hemos sabido defendernos nosotros mismos, yo me convertí en un periodista independiente y tuve que crear mi propio medio “el sol del sur tampico.com” para poder expresarme con libertad, una tarea muy difícil de realizar en nuestro México lindo y querido, lo hice para poderme liberar del yugo que aún existe y que no nos deja crecer como profesionistas de la información.

En calidad de ser uno de los primeros o el primer periodista dentro del mecanismo de Protección a Periodistas y defensores de los Derechos Humanos, les pido, más bien les debería de exigir compañeros, que seamos más solidarios, pues si ven a su alrededor prácticamente estamos solos, y nuestras familias de igual manera, sin nadie que se preocupe por el después.

Tenemos el caso emblemático de “Goyo”, a él no los han entregado muerto, ya ha sido sepultado, pueden haber otros casos en donde sólo hemos sido secuestrados pero liberados, o golpeados y atemorizados, y debido a eso, tener que dejar la profesión, dejar de ejercer la “Libertad de Expresión”, un derecho inalienable en marcado en la constitución mexicana (…)

Así siguieron cuatro historias más, de las decenas más que existen en cada rincón de este país que parece sometido por la delincuencia organizada.

Los reporteros de las  protestas que se realizaron simultáneamente  en Ciudad de México, Cuernavaca, Morelos; Guadalajara, Jalisco; Morelia, Michoacán; Villahermosa, Tabasco; Monterrey, Nuevo León; Hermosillo, Sonora; León, Guanajuato; Xalapa, Veracruz; Puerto de Veracruz, Veracruz; Coatzacoalcos, Veracruz; Querétaro, Querétaro; Culiacán, Sinaloa; Mérida, Yucatán; Fresnillo, Zacatecas; Campeche, Campeche; Reynosa, Tamaulipas y en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, casi pidieron una disculpa por ser noticia, pero qué hacer cuando en un país se toca a quiénes deben de informar sobre lo que pasa.

En su pronunciamiento los periodistas pidieron como primer punto al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, garantice las condiciones para el ejercicio de la libre expresión en México, y que instrumente una estrategia especial para proteger la integridad física de los trabajadores de los medios de comunicación en todo el país, empezando por Veracruz.

A la Procuraduría General de la República, a través de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos en contra de la Libertad de Expresión (FEADLE), que amplíe y profundice las investigaciones relacionadas con el asesinato de Gregorio Jiménez de la Cruz, y que solicite la incompetencia del juez para que el caso sea asumido por un juez federal.

Que los órganos de Estado como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, rindan cuentas de su desempeño. “Han dispuesto de recursos millonarios pero la vida de cientos de periodistas sigue amenazada”.

A la Comisión Especial para Atender Agresiones contra Periodistas del Senado de la República le exigieron que cumpla con su responsabilidad y cite a comparecer al procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, y al encargado de despacho de la Procuraduría General de Justicia de Veracruz, Luis Ángel Bravo, para que expliquen los avances en las investigaciones respecto a los asesinatos de periodistas en Veracruz.

“Los ciudadanos se preguntan ¿qué hacen los periodistas tomando las calles? ¿Por qué se concentran en el Ángel de la Independencia, en esta plaza y en una veintena de ciudades del país? Les parece raro que hoy no estamos con libreta, cámara o grabadora persiguiendo las noticias que hoy somos los protagonistas de las noticias. Pues hoy no vinimos a  cubrir una manifestación, hoy vinimos a manifestarnos.   Y sabemos que algo está podrido en una sociedad donde quienes deben dar la noticia se convierten en la noticia”, se leyó.

Continuaron: “El asesinato de Gregorio y la burda explicación del gobierno nos indignó a todos. Nos movió los resortes para salir de nuevo a gritar “¡Ya basta!”. Con Gregorio el gobierno de Javier Duarte se sacó un diez. Completó diez periodistas asesinados en Veracruz desde diciembre de 2010, cuando asumió la gubernatura, y cuatro desaparecidos. A la suma nefasta agregamos a decenas de reporteros que han tenido que salir huyendo de ese estado para salvar su vida y hoy se buscan la vida como pueden en otras ciudades de México o en el extranjero”.

Aunque Veracruz, es quizá en estos momentos el estado más peligroso para ejercer el periodismo, recordaron que entre julio de 2000 a febrero de 2014, 87  trabajadores de la comunicación fueron asesinados en el país y otros 20 están desaparecidos.

El 23 de febrero se sentó hizo historia. Porque miles de voces desde las redes sociales, en las calles, u observando apoyaron a los periodistas, ellos mismos se apoyaron y abrazaron entre sí.

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