Mecanismo de protección a periodistas no está preparado para evaluar riesgos colectivos o individuales: Jade Ramírez

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diario19.com / Sandra Rodríguez Nieto / Sin embargo

 

Desde 2012, la Secretaría de Gobernación (Segob) ha dispuesto de alrededor de 370 millones de pesos para la operación de un “mecanismo de protección para personas defensoras de derechos humanos y periodistas” que, de acuerdo con diversos diagnósticos, es incapaz de frenar las agresiones.

De acuerdo con la periodista y ex integrante del Consejo Consultivo de dicho mecanismo, Jade Ramírez Cuevas Villanueva, la improvisación de quienes han sido nombrados analistas de riesgos, la falta de metodologías que consideren el contexto de cada agresión y otras carencias han impedido que se cumpla el objetivo de garantizar la seguridad de los peticionarios.

Peor aún, explica, de los 333 casos integrados al mecanismo hasta marzo, en un 80 por ciento, estima, se presentan registros de más agresiones y hostigamientos.

“Todos los casos vuelven a reevaluación a la Junta de Gobierno, porque volvemos a reevaluar desde el inicio del caso, no partimos de que todo se tranquilizó a partir de la incorporación al mecanismo, sino de que en todos los casos persiste la impunidad en los primeros hechos y, además, hay nuevas agresiones y riesgos”, dice.

En otras ocasiones, agrega, la negligencia o ignorancia en materia de protección por parte de los “analistas” de Gobernación es tal que terminan aumentando los problemas de quienes están en peligro. Así ocurrió, dice, en la comunidad nahua de Zacualpan, Colima, donde hay habitantes opuestos a un proyecto de extracción minera y bajo acoso de otro grupo.

“Y cuando los analistas van a la comunidad, lo hacen sin mínimos preventivos, y el otro grupo reaccionó, les bloquearon el paso y estaban a punto de apedrearlos. Alteraron la comunidad más de lo que estaba”, cuenta.

En síntesis, explica, el mecanismo nunca ha estado preparado para evaluar situaciones de riesgos ni colectivos ni individuales.

“No cumple con lo que ordena la Ley, que son tiempos muy específicos, incluso de horas, para la atención inmediata de los casos, ni con los calendarios estipulados por reglamento para la atención. Es decir, si llamas y estás en situación extrema de seguridad, alguien te tiene que atender inmediatamente, y en un máximo de tres a cinco horas tener listo un análisis de riesgo y definir si se requieren medidas de protección; o en casos de riesgos ordinarios, en un máximo de 30 días. En principio, esto no se cumple”, agrega la periodista de medios comoRadio Universidad de Guadalajara y Canal 44, en Jalisco.

Ramírez renunció a su participación como integrante del Consejo Consultivo del mecanismo el pasado lunes 10 de agosto, luego del crimen en el que murieron cinco personas, entre ellas la antropóloga y activista Nadia Vera y el periodista Rubén Espinosa, que estaban en el Distrito Federal en calidad de desplazados por amagos recibidos en Veracruz.

El comunicado que dio a conocer su renuncia atribuyó su decisión a la falta de resultados del mecanismo, cuyas carencias técnicas y administrativas lo imposiblitan, dijo, para realmente garantizar la seguridad de quienes acuden al Gobierno federal.

“La decisión de renunciar a continuar siendo consejera representante de los intereses y necesidades de la sociedad civil organizada sobre aspectos técnicos y metodológicos alrededor de la protección, seguridad y cuidado de la vida e integridad física de los periodistas y defensores de derechos humanos en riesgo, se motiva no sólo por mantener una posición crítica durante los 32 meses que lleva en funcionamiento el Mecanismo, sino también por estar en clara divergencia con la posición que ha adquirido una mayoría de los otros integrantes del Consejo Consultivo: validar y otorgar una y otra vez un voto de confianza a las autoridades federales sin que se devuelvan los resultados prometidos ni necesarios para garantizar la protección adecuada de quienes se encuentran en riesgo por ejercer el periodismo y la defensa de derechos humanos”, dice el comunicado.

UN MECANISMO CUESTIONADO

Jade Ramírez fue electa integrante del Consejo Consultivo del mecanismo de protección porque ella misma es una periodista con antecedentes de hostigamiento y amenazas. Desde 2010, diversos medios documentaron las advertencias que recibió por su cobertura para la Universidad de Guadalajara de la oposición de los pobladores de El Zapotillo, en Jalisco, al proyecto de construcción de una presa.

Las actos de intimidación más recientes, sin embargo, ocurrieron en abril pasado, cuando –como reportó la agencia de noticias Cimac– recibió en su domicilio un sobre con una fotografía de su rostro cortada en pedazos. Dos días antes, agregó el reporte, alguien había tratado de forzar la cerradura de la puerta principal.

“En tales actos de hostigamiento es recurrente la petición de información que maneja en su labor cotidiana como periodista y consejera del Mecanismo de Protección. Como parte de la instancia dependiente de la Secretaría de Gobernación, la periodista toma decisiones respecto a la obligación del Estado mexicano de proteger a periodistas y a las y los defensores de Derechos Humanos”, agregó el reporte.

La inefectividad del mecanismo fue tal que no atendió ni aun su propio caso. “Entre otras razones, Jade Ramírez, a principios de 2015, volvió a recibir intimidaciones, amenazas y agresiones, pero ahora por su labor como consejera en la Junta de Gobierno, situación que expuso en su momento pero no fue atendida por el propio Mecanismo de protección adecuadamente”, dice el comunicado, difundido desde el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo, que la representa en sus denuncias.

El mecanismo fue objeto de otros cuestionamientos el mes pasado, cuando el denominado Espacio-OSC, formado por organizaciones de la sociedad civil impulsoras de la creación del instrumento gubernamental –como la Red de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todos, Propuesta Cívica y varias más–, emitieron un diagnóstico a partir del análisis de 59 casos.

Resultado: “No ha logrado conseguir un cambio significativo en la situación de violaciones a derechos humanos y amenazas que enfrentan quienes defienden los derechos humanos e informan en México”.

Los problemas enlistados por las organizaciones coinciden con los descritos por Ramírez, como la falta de recursos humanos y de reconocimiento a la labor de las personas defensoras y periodistas.

“La descoordinación y falta de voluntad de las autoridades competentes de los diversos niveles de Gobierno, a pesar de la firma de los convenios de colaboración, las limitantes en la investigación y el desinterés en activar las herramientas que por ley se definieron para prevenir los abusos y ataques contra esta población, son una muestra de los retos que se enfrentan para reducir el riesgo y tomar medidas efectivas para implementar el Mecanismo”, dice el texto de las organizaciones.

El diagnóstico fue emitido el 28 de julio pasado. El crimen de Espinosa y Nadia Vera Pérez, que habían denunciado públicamente haber recibido amenazas en Xalapa, Veracruz, ocurrió tres días después. Junto con ellos fueron asesinadas también dos compañeras de departamento de Vera -Yesenia Quiroz Alfaro y Mile Virginia Martín- así como Alejandra Negrete Avilés, que trabajaba ahí.

Ante el hecho, la Coordinadora Ejecutiva Nacional del Mecanismo, Sara Irene Herrerías, fue cuestionada por las organizaciones de la sociedad civil debido, dijeron en un comunicado, a que la protección de ambos públicamente desplazados era responsabilidad del Estado mexicano aun cuando no fueran beneficiarias del mecanismo.

“El Estado mexicano sigue siendo responsable de proteger a él como periodista y a Nadia Vera como defensora de derechos humanos, de coadyuvar y dirigir sus esfuerzos para que, en estos hechos, los distintos instrumentos con los que la Subsecretaría a su cargo cuenta coadyuven tanto con la Procuraduría General de la República (PGR), como con la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), para que en la investigación sobre el asesinato de Rubén y Nadia se agote la línea de investigación de la vinculación de estos terribles sucesos con la labor como fotoperiodista de Rubén y por el riesgo de ser defensora de derechos humanos en México de Nadia”, dijeron las organizaciones en un texto del 3 de agosto.

Pero en respuesta, Herrerías les dijo que le había “enviado un mensaje” al fotoperiodista –a través de una organización- señalándole la mejor disposición del Gobierno mexicano para atenderlo.

Para Ramírez, sin embargo, el mecanismo incumplió el artículo 56 del Reglamento de la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, y que obliga a agotar las diligencias para contactar a la persona y brindarle la protección.

“Cuando no medie solicitud, si una entidad conoce de una situación de riesgo en la que se encuentra una persona defensora de derechos humanos o un periodista, deberá hacer de su conocimiento a la Unidad de Recepción de Casos y Reacción Rápida para que se realicen las diligencias necesarias, a fin de contactar a la persona y, en caso de que se otorgue el consentimiento, se inicie el procedimiento”, dice el artículo.

Fue entonces, después de tres años, que Ramírez decidió dejar su trabajo honorario como consejera del instrumento gubernamental.

“Tras el asesinato de Rubén Espinosa, fotoperiodista desplazado de Veracruz al Distrito Federal, y del feminicidio de Nadia Vera, Yesenia Quiroz, Alejandra Negrete y Mile Virginia, determinó insostenible su permanencia tras las explicaciones escuetas y carentes de apego al reglamento de protección que dio la Coordinación Ejecutiva Nacional sobre el caso, como por las opiniones públicas de los otros consejeros, quienes se empeñan en excusar la imperfección del Mecanismo al calificar de mito su obligada eficacia y devolver el mayor peso de la protección al autocuidado en un país violentado por todas las estructuras en una guerra que ni los periodistas ni los defensores de derechos humanos eligieron iniciar, pero que son, junto a las comunidades e historias que acompañan y documentan, quienes están enfrentando las más duras batallas que arrebatan la vida y la libertad”, dice el comunicado del 10 de agosto.