La peor pesadilla de Osorio Chong / Roberto Rock

Roberto Rock / El Universal / diario19.com

 

Tras la captura de Joaquín El Chapo Guzmán, en febrero de 2014, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, hizo instalar en una sala de juntas donde recibe a personajes de confianza, una pantalla conectada directamente a la celda del narcotraficante, en el penal del Altiplano. Era un morboso timbre de orgullo ante sus visitantes, pero reflejaba también el temor oculto de que el criminal volviera a escaparse.

La pesadilla se volvió realidad para Osorio Chong. Durante el tiempo que siga prófugo, la imagen de Guzmán Loera humillando al Estado mexicano marcará la hoja de vida de este funcionario que en el último lustro ha enfrentado otros escándalos con potencial de desbarrancar su carrera, pero a los cuales logró sobrevivir políticamente. Es probable que ahora lo haga de nuevo.

Osorio cumplirá 51 años en tres semanas. Lo hará en medio del desprestigio doméstico y bajo la suspicacia internacional. Con el triste logro de ser responsable de la vergüenza de su jefe, el presidente Peña Nieto, durante una gira por Francia que debió ser una jornada luminosa ante el mundo, pero que recordó otro bochorno presidencial, en noviembre de 2014, cuando el mandatario realizó un viaje a China mientras en México estallaban las revelaciones periodísticas de la Casa Blanca.

El balance inicial sobre los culpables reales de la fuga del líder del Cártel de Sinaloa apunta hacia el sistema de inteligencia mexicano, en particular al Cisen, que conduce Eugenio Ímaz. Se trata de un operador estratégico de Osorio, que en los años 80 tenía una modestísima vida pública —incluso intentó ser actor— hasta que fue tomado de la mano por el que desde entonces es su jefe.

Fuentes confiables locales y extranjeras aseguraron a este espacio que durante meses alertaron al gobierno mexicano sobre un singular relajamiento de la seguridad en torno a Guzmán Loera, lo que incluía coloquios con sus abogados fuera de control, menores escuchas sobre su familia directa y licencias dentro del Altiplano que no se concedían a otros reos.

La prensa internacional y el gobierno norteamericano han empezado a sugerir —y lo harán crecientemente— que esas alertas fueron canalizadas al Cisen, definido desde inicios de la administración Peña Nieto como la “ventanilla única” de interlocución con agencias como la DEA y el FBI.

Existe duda sobre si Washington pidió o no en los meses recientes la extradición de Guzmán. Lo que sí se sabe es que en el gobierno mexicano hay molestia sobre los resultados del “entusiasmo extraditador” durante la administración del panista Felipe Calderón.

En ese contexto, aparece como un acto cosmético la remoción de Ramón Pequeño García como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Policía Federal, sustituido por Damián Canales, ex comisionado estatal de Seguridad en el Estado de México, con fama de mano dura pero cesado apenas el 25 de junio, en medio de una crisis de criminalidad. Tuvo el cargo escasos 15 meses, con imagen de ser una imposición precisamente de Osorio Chong.

El secretario de Gobernación no puede ser acusado de no plantar cara a sus crisis. Lo hizo en 2010 y 2011 cuando al cierre de su gubernatura en Hidalgo se le acusó de delincuencia organizada y lavado de dinero. La PGR lo exoneró en marzo de 2012. En ese año se registraron las primeras imputaciones contra sus hermanos Luis y Eduardo por operaciones bancarias sospechosas en HSBC —una institución acusada internacionalmente de lavado de dinero—, lo que también fue legalmente desestimado.

En los últimos años se han multiplicado los señalamientos contra el citado Eduardo Osorio por presionar a funcionarios federales y locales para hacer negocios, con lo que ha ganado, a pulso, el carácter de “hermano incómodo”. En abril pasado el titular de Gobernación rechazó ser propietario de una residencia en las Lomas de Chapultepec, ligada con Carlos Aniano Sosa, un contratista en Hidalgo y a nivel federal.

El futuro inmediato desvelará si la suerte y la astucia que han hecho de Osorio Chong un político “teflón” lo seguirán acompañando, al grado de mantenerlo como un aspirante viable del PRI al 2018 —hasta ahora junto con Luis Videgaray—. O si en cambio, su estrella inició ya un declive sin fin.

APUNTES: Historias de los Yunes. Falta casi un año para renovar la gubernatura de Veracruz, pero las aspiraciones se desatarán este domingo con un tumultuoso “informe de labores” del senador priísta Héctor Yunes, alfil de último momento del gobernador Javier Duarte, quien ha dejado a la vera a su anterior protegido, el ahora diputado electo Alberto Silva. La nueva alianza busca cerrar el paso a José Yunes, también senador por el PRI, lejano a Duarte pero cercano al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, con quien coincide en criticar la crisis financiera por la que cursa el estado. Eso pasa en el PRI, pero en el PAN hay tres Yunes listos para la pelea: Miguel Ángel Yunes Linares y sus hijos Miguel Ángel y Fernando Yunes Márquez.