Siempre fui Hombre, dice Cristopher / La lucha del estudiante transexual de la Universidad Veracruzana

diario19.com / Naldy Rodríguez / El Universal

 

Se expresa con seguridad porque sabe lo que quiere y el camino que debe seguir. Al escucharlo y verlo no hay duda: es un hombre joven.

Christopher es transexual. Inició el proceso para ser masculino hace dos años y el pasado 30 de marzo adquirió su nombre legal, que ya aparece en su matrícula escolar y credencial.

Se inyecta hormonas cada 21 días, se mira varonil, su voz se ha engrosado y su pecho se ha esfumado.

Tiene 23 años, cursa el sexto semestre de Biología en la Universidad Veracruzana (UV) y estudia teatro en la Escuela Industrial de Xalapa. Christopher Juárez Reyes, junto con Amaranta Gómez Regalado, se convirtieron en los primeros universitarios de la máxima casa de estudios en gestionar y obtener el reconocimiento formal que avala tanto la identidad genérico sexual como su personalidad jurídica. Lo hizo con el apoyo de su padre y de su madre, quienes lo acompañan en su lucha por el reconocimiento social y legal como hombre.

—¿Por qué llamarte Christopher?

—Es muy bonito el trasfondo. Mis papás me iban a poner Jonathan o Christopher si nacía hombre. Entonces, cuando tenía que decidir les dije: Escójanlo, piénsenlo, puedo darles la oportunidad de que le pongan el nombre a su hijo.

Era la menor de tres hermanas y recibió el nombre de su madre: Rosalinda. Creció en el seno de una familia tradicional que la llamaba cariñosamente La Beba, por ser la más pequeña. El apodo sigue y ahora le dicen Bebo.

En su infancia no quería muñecas ni vestidos, quería coches, pelotas y vestir cómodamente con bermudas y playeras, y sin arreglarse el cabello.

“Tenía un mundo dentro de mí donde sabía que era un niño, me gustaban las niñas desde los cuatro años. Siempre lo supe”, cuenta.

Lo peor vino en la adolescencia, en la secundaria y en la preparatoria —señala—, fueron los peores años, porque simplemente no se encontraba ni sabía quién era. Tenía conflictos con él, su cuerpo y con el mundo.

Fue una de sus hermanas la que lo ayudo a descubrirse cuando se percató de que se vendaba el busto y le expresó con preocupación que tal vez era transgénero. Inmediatamente enfrentó a sus padres a esa realidad.

“Me puse a investigar y dije: de aquí soy. Fue cuando comenzó todo. De tomar una posición masculina en todo; en la hormonación y operación son dos años”, explica.

La transformación física y emocional la ha documentado en 62 videos que subió a la red, primero lo hizo como un medio para informar a sus allegados sobre su convicción de ser hombre, pero, ahora el objetivo es fundamentar la transexualidad masculina.

A través de ese foro, tiene contacto con chicos, principalmente de Latinoamérica, que están por iniciar un proceso para dejar atrás la anatomía femenina. Los aconseja, orienta.

“En México casi no hay videos, hay en Estados Unidos pero están en inglés. Entonces empecé a grabar la transición, como el cambio de voz”, dice.

Christopher lleva cuatro años con su novia y no descarta algún día convertirse en padre, aunque, antes quiere terminar la licenciatura y, tal vez, experimentar en la actuación o medios de comunicación.

“Soy una persona más feliz, no pensé que pudiera ser tan feliz”, afirma.

Rompiendo tabúes

Cris, como le llaman sus amigos y familiares, dice que no ha sufrido discriminación y, son precisamente sus seres queridos quienes lo han arropado, apoyado e impulsado a encontrarse, a sacar a flote esa personalidad masculina que siempre lo acompañó.

Hace unos meses, el estudiante universitario se practicó la mastectomía y fue su padre quien lo apoyo económica, física y moralmente. Juntos viajaron a Guadalajara donde se realizó la operación quirúrgica.

“No me canso de escuchar hermano, Bebo, hijo, Christopher, es hermoso, es todo”, resume.

A Rosalinda fue a la que le llevó más tiempo aceptar el cambio de género.

“Su papá lo entendió más, a mí me costó bastante trabajo, aunque desde chiquito ya lo traía y se le notaba, yo me resistía, yo le compraba el vestidito y, no, le pedía a su papá corbatas, le ponía aretes y se los quitaba”, relata la madre de Cris.

Hoy Rosalinda se siente muy orgullosa de su hijo, porque ha visto cómo ha luchado para conseguir su sueño, se ha informado y ayuda a los demás.

De paso, recomienda a los padres de familia escuchar a sus hijos y apoyarlos, porque dice —con tristeza— en los eventos a los que va sobre transgénero los muchachos siempre están solos.

“Es un niño muy tranquilo, estudioso e inteligente. Veo las ganas que tiene por ayudar a otra gente”, concluye.